La migración hacia Estados Unidos se ha convertido en un desafío aún mayor para miles de personas que atraviesan México en busca de una oportunidad de asilo. La capital del país, especialmente la Plaza de la Soledad, se ha transformado en un refugio improvisado para cientos de migrantes, quienes esperan con incertidumbre su cita para solicitar ayuda en el norte, mientras luchan por sobrevivir en condiciones extremas.
“La época decembrina afecta a todos de igual manera, evocando recuerdos de seres queridos que ya no están y momentos de tiempos mejores, lo que intensifica la nostalgia y melancolía. Ahora imagina vivir todo esto en una plaza, rodeado de desconocidos, pensando en los familiares y amigos que dejaste atrás en tu país, o peor aún, en aquellos que perdiste en el camino, ya sea en el Darién o en la Bestia”, comparte Ricardo Torres, un hombre que, con un profundo sentido de solidaridad, ha decidido hacer una colecta para llevar algo de esperanza a estos migrantes atrapados en la capital mexicana.
Ricardo compara la situación en la Plaza de la Soledad con una cárcel al aire libre. La mayoría de los migrantes viven con miedo constante de ser detenidos por su estatus irregular y sienten que no tienen escapatoria. En este espacio, la vida transcurre entre la desolación, la soledad y la falta de recursos básicos. Muchos de ellos no hablan español, lo que intensifica su sensación de alienación, mientras que salir del campamento se convierte en una tarea casi imposible. “No tienen a quién dejar sus pocas pertenencias, y la inseguridad los obliga a permanecer en el mismo lugar, sin poder integrarse al resto de la ciudad”, explica Torres.
La situación es especialmente dramática para los niños y adolescentes que se encuentran en este campamento. Con pocas opciones de entretenimiento o distracción, algunos de ellos juegan al escondite entre la basura y las aguas negras que se acumulan en las calles de la plaza. Otros intentan improvisar balones de fútbol o baloncesto con materiales reciclados. Sin embargo, esta falta de infraestructura y oportunidades no solo afecta su bienestar físico, sino también su desarrollo emocional y psicológico.
Ricardo Torres, quien ha dedicado parte de su tiempo a recolectar fondos, tiene un objetivo claro: darles a estos migrantes algo de dignidad. “Queremos reunir 40,000 pesos para regalar balones de baloncesto, enseñarles a fabricar aros con retazos de plástico y otros materiales, decorar el exterior de sus viviendas para que se sientan más acogidos y darles un sentido de individualidad que se pierde al estar en un campamento con miles de personas”, explica Torres.
El objetivo de esta iniciativa es fortalecer la identidad y la humanidad de los migrantes, particularmente de los niños y adolescentes, quienes merecen un impulso emocional para no perder su sentido de esperanza y pertenencia. “Queremos ofrecerles actividades que les permitan reafirmarse como individuos dinámicos y creativos, más allá de las categorías de migrantes o refugiados”, concluye.
El contexto de la migración irregular en México es alarmante. Según datos oficiales, el país registró un récord de 925,085 migrantes irregulares entre enero y agosto de 2024, un incremento del 131.86% respecto al mismo período del año anterior, cuando la cifra fue de 398,991. La situación refleja el creciente número de personas que atraviesan México en su intento por llegar a Estados Unidos, un fenómeno que genera no solo tensiones políticas, sino también un profundo impacto humanitario.
En este contexto, la solidaridad de ciudadanos como Ricardo Torres se convierte en un faro de esperanza para aquellos que, atrapados entre la pobreza, la desesperación y la incertidumbre, encuentran en estas pequeñas acciones una oportunidad para recuperar un poco de dignidad y humanidad. La Plaza de la Soledad, en pleno corazón de la Ciudad de México, es solo una de las muchas zonas del país donde la migración se ha convertido en una tragedia silenciosa. Sin embargo, la empatía y el esfuerzo colectivo pueden ofrecer, aunque sea de manera temporal, un respiro en medio de tanto sufrimiento.
En la intimidad… Una vez más el Gobierno de Tamaulipas a través de la Secretaría de Desarrollo Rural, Pesca y Acuacultura cumple con las familias de Graciano Sánchez del municipio de González, donde entregó una tonelada de filete de pescado en beneficio de 500 personas, esto como parte del programa Nutrimar-Común que ponen a disposición de la población más vulnerable, con la intención es mejorar la calidad alimentaria de las familias de esta región.
Al acudir en representación del secretario de Desarrollo Rural, Pesca y Acuacultura, Antonio Varela Flores, el subsecretario de Pesca y Acuacultura, Jorge de Jesús Montagner Mendoza reconoció el trabajo coordinado que llevan a cabo con el municipio, por ello «hoy estamos aquí una vez más cumpliendo el compromiso del gobernador Américo Villarreal Anaya con los gonzalenses como es la entrega de esta proteína de pescado».
Por su parte, el presidente municipal de González, Miguel Alejandro Zúñiga Rodríguez agradeció al gobernador Américo Villarreal Anaya por traer estos apoyos que benefician a nuestro municipio, «decirles que estamos por concluir el año, y que mejor que es trabajando, vamos poco a poco sembrando las bases de lo que será la transformación de Tamaulipas».
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