Opinión

MÉXICO BRAVO… Por Alberto Ídem / «De astados, héroes y tamaulipecos».

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Era un fin de semana del verano aquel.  El último de los domingos de mayo cuando, de pronto, ya hacia el anochecer, el nombre de Alan Pulido se había vuelto noticia internacional: que se hallaba secuestrado desde la madrugada, referían los informes, vagos o detallados, serios o informales, que corrían por redes sociales, porque los domingos, salvo en la televisión satelital de paga, no hay noticiarios por los canales nacionales ni en la radio convencional.  Pero a duras penas algunos se enteraban antes de irse a dormir de lo ocurrido, y otros lo acababan de publicar en la edición periodística del lunes, cuando aquello era ya «toro pasado», noticia vieja, pues.  Pasada la media noche del día del secuestro, en pleno sereno, Egidio Torre Cantú, el entonces gobernador en persona, salía a dar el último reporte (literal) respecto al paradero de Pulido: parado junto a él, informaba el mandatario de su rápido, relampagueante rescate ocurrido en menos de 24 horas… ¡insólito!  Nunca más volvió a ocurrir acción policial semejante en el mismo estado, que aquella sucedida exactamente una semana antes de las votaciones locales para elegir a un nuevo gobernador… y a nuevos alcaldes, alcaldesas y legisladores.

Una semana después, en los comités municipales del PAN y el PRI en Tampico, tanto como en las casas de campaña de sus respectivos candidatos a la alcaldía, se cantaba la victoria.  Los del blanquiazul estaban convencidos de que el ir montados políticamente en los lomos del abanderado a la gubernatura, Cabeza de Vaca, les había garantizado en automático el triunfo en el puerto Jaibo, y que a partir del octubre que vendría estarían gobernando otra vez la ciudad.  Pero al caer la noche las cosas dieron un vuelco: la abanderada del PRI, Magdalena Peraza Guerra, sacaba una ventaja que ya para la madrugada se volvería notoria, con todo y el atraso en el conteo del órgano electoral, y las impugnaciones sucesivas que llegaron hasta la última instancia por parte del aspirante panista, Germán Pacheco.  La maestra se convirtió en presidente municipal por segunda ocasión.  Y para el otoño, alcanzó también a estar formando parte de su cuerpo colegiado gubernamental en Tampico el papá de un deportista profesional que, pasado ya un año, está a punto de convertirse en campeón del fútbol mexicano: Rodolfo Pizarro.

Juntos, Pulido y Pizarro, tamaulipecos, se han transformado en la dupla que podrían hacer de las Chivas Rayadas del Guadalajara, actual campeón de la Copa MX, el nuevo campeonísimo que tanto añoran, añoramos, hinchas del club presentes en todo el territorio nacional y el extranjero.  El único equipo de todo el mundo en el que militan exclusivamente  futbolistas nacidos en México, aún por encima de la selección, podría ser la mecha que encendiera de nueva cuenta el auténtico nacionalismo activo, positivo y de verdad que tanta falta le está haciendo al país.  De tierras tapatías es un joven de apellido Kumamoto que se tornó, hace ya dos años, en el único ciudadano llegado a la legislatura federal sin haber militado para ello, jamás, en partido político alguno.

El héroe de la película insólita, increíble, poco creíble, de hecho, fue Alan Pulido hace ya casi un año: que derrotó él solito, a puño limpio, a golpes, a sus raptores, y que así logró escapar de su cautiverio, nos contó la versión oficial de entonces.  Esta vez son sus pies, sus patadas, y al balón, no a individuos, lo que hace falta para que vuelva a ser el chavo chido de la película.  El chavo chiva.

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