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Mil doscientas toneladas de chiles jalapeños procesados diariamente en líneas de producción y distribuidos a través de 26 plantas en todo el país, pero con el doble de países en los que tiene representación alrededor del mundo literalmente: América, Europa, Asía y Oceanía.  Así lo explica «La Costeña» en el material audiovisual institucional con el que acompañó la disculpa pública a que la obligaron, hace menos de una semana, dos desleales, inescrupulosos, desvergonzados, exhibicionistas y hasta podría decirse que degenerados trabajadores (ahora ex empleados) de su enorme centro procesador en Ecatepec, Estado de México, al hacer circular por redes sociales una imagen en la que uno de ellos aparece en primer plano, aparentemente haciendo la «selfie», y al otro se le puede observar al fondo casi de espaldas, mostrando las nalgas mientras se halla frente a una banda por la que van pasando los chiles.  El día que se hizo pública la foto, cuando fue compartida masivamente a través de dispositivos móviles y ya nadie pudo pararla, hubo comentarios de todo tipo, desde los más sarcásticos y graciosos, hasta los más furibundos y condenatorios, pero además no falto quien hizo una observación singular, y fue la referente a esa postura del sujeto al que se mira viendo malévolamente a la cámara, desde lejos, con los pantalones a la altura de las rodillas: el que, cualquier hombre que se precie de serlo en verdad, aprende desde niño a «mear», u orinar, sin necesidad de hacer tal cosa como bajarse el pantalón, que para eso está el cierre, «zipper» o cremallera.  Y que en todo caso, la identidad de género (degénero) u orientación sexual de ambas personas estaba completamente en duda gracias, irónicamente, a ellos o ellas mismas.

Lo cierto es que al hacerse viral en redes sociales desde la semana anterior tan asquerosa como insólita escena, cualquier consumidor se ve fácilmente orillado a pensárselo dos veces antes de adquirir un producto comestible que lleve dicha marca o sello, cuando se halla haciendo compras en el almacén o tienda de autoservicio.  Y esto es, además de lamentable por injusto, como inevitable, muy desastroso, en términos económicos, para todo un gigantesco bloque representativo de la iniciativa privada, como es la empresa a la que pertenecía la pareja de, dirían los más espantados: «sodomitas», que incurrieron en tan aberrante acción.  Y lo es no sólo considerando tanto los datos más simples revelados al inicio de esta colaboración (y que, como se dijo, tienen como fuente a la misma compañía), como la considerable cantidad de empleos que genera ese solo corporativo, y luego las personas que se emplean en esas firmas que han surgido como prestadoras de servicios y proveedoras de La Costeña merced a la existencia de ésta, hablando desde productores agrícolas y transportistas, hasta comercializadoras exclusivas que sin duda debe de tener la muy mexicana empresa en otras latitudes del planeta.  Pero también implica un altísimo y hasta ahora incalculable daño financiero para nuestro país en materia de exportaciones y crecimiento dentro de los Estados Unidos por parte de dicha corporación, que hace poco más de diez años había adquirido a dos importantes marcas de alimentos enlatados surgidas en la vecina nación, y en 2014 todavía compró una más, en el mismo territorio.  Y todo por culpa de la ocurrencia, venganza, desquite, locura, maldad o, acaso, «simple travesurilla» de dos individuos que al mostrar el peor de sus rostros (literal), acabaron también dando lo mismo en materia de ocupación y referencias laborales.

Porque, si no se lo cree, piénselo cualquiera: ya estando entre los anaqueles del área de alimentos en conserva, dentro de cualquier cadena nacional o trasnacional, ¿qué se preferiría: tomar una lata de chiles La Costeña, o la de cualquier otra compañía…?  A quien esto escribe ya le pasó, y ante un dilema más complejo, por todas las posibilidades que envuelve: estando apenas el lunes pasado por comprar, entre otros productos, un simple paquete plástico de frijoles refritos y molidos ya listos para servir, recordando de pronto el incidente de La Costeña y por asociación mental, no se lo dudó dos veces para olvidarse de esa marca e irse con… alguna otra.  Algo, hay que reconocerlo, demasiado extremo e injusto, teniendo en cuenta que, si a posibilidades vamos, tratándose de cualquier otra empresa dedicada a lo mismo, en tanto no se esté a diario demostrando lo contrario de manera contundente, existe exactamente la misma posibilidad de que algún par de locos le juegue repentinamente a esa pareja de idiotas que salía en una película estelarizada por Jim Carrey, y haga cosa parecida o incluso peor… ¡Ugh!  Por lo pronto, la Comisión Estatal para la Prevención contra Riesgos Sanitarios anunció ya, este lunes al mediodía, sanciones contra La Costeña, por al menos cuatro situaciones irregulares detectadas en una revisión a su planta de Ecatepec, Edomex, donde ocurrió lo de la maldita selfie.  Y entre las acciones inmediatas está la incautación de un importante cargamente de latas de chiles en vinagre con peso neto superior a los 3 kilos y medio (lata para uso comercial o fiestero), que le representan, de entrada, más de un millón de pesos en pasivo.  Aquí se insiste: todo a causa de aquellos dos «pasivos».

La paranoia que se avecina es sólo equiparable a la que padeció este mismo columnista también el lunes cuando, a punto de entrar al supermercado de capital tampiqueño en el que hizo su mandadito exprés, le salió al paso un vehículo tipo expedición conducido por un hombre en edad de cesantía y con acento extranjero que le propuso: «Tú, soy italiano, ¿puedes ayudar cargar cosas en camioneta aquí, en hotel (señalando hacia atrás), y te doy propina?».  El primer impulso fue, en efecto, ayudar, y no por la propina sino por esa hospitalidad natural del mexicano y esa consideración que se debe tener para con las personas ya muy mayores, mas de pronto me vino una regresión, al estar por abordar el vehículo aquel, y recordé al amigo de todos los niños alertándome: «Ojo, cuate, mucho ojo», y a mis padres aconsejándome de niño jamás subirme al vehículo de personas extrañas.  Creo que si mis zapatos hubieran sido llantas habrían chillado como ruedas de vehículos calentando motores antes de un arrancón, porque me frené y quedé no sólo afuera del coche, sino además tan dubitativo, que el viejo casi enfurece mientras me gritaba: ¡¿Qué miras, qué miras dentro de mi camioneta?! ¿Qué buscas? ¡Soy italiano, quiero ayuda para cargar cosas pesadas que están en hotel!  Y es que, juro y perjuro que me acordé de las múltiples y aterradoras historias que, teniendo como protagonista justamente a un italiano y como escenario al estacionamiento de una tienda de autoservicio, circulan en internet como leyenda urbana desde hace por lo menos una década, si no es que más.  Apenado conmigo mismo por los temores y la indecisión, el terror psicológico y la paranoia que han sembrado en mí, como en muchos habitantes de esta conurbación sudtamaulipeca, los acontecimientos de los últimos doce años en términos de inseguridad pública, y por no quedar mal con el anciano aquel que se veía como a punto de llamar a don Corleone de lo exasperado, acabé diciéndole: «Mire, me atravieso corriendo al hotel, sí le ayudo», y para demostrárselo, en efecto, lo hice en el acto, pero de treparme al vehículo… ¡nel!  Aún así, con todo y que eran las nueve de la mañana de un día radiante, y aún estando en un área abierta como el «Bonito Inn» aquel, le di mi ayuda al muy diminuto y aparentemente inofensivo abuelito, a quien le quise explicar diciendo: «Usted perdone, pero en esta zona donde vivo, el asunto de la inseguridad…», sólo para ser interrumpido por el interlocutor con estas palabras: «¡Yo sé, yo sé!».

 

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Opinión

El lado aún más oscuro detrás de las detenciones migratorias

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

Miles de personas tratan de llegar a Estados Unidos en busca de nuevas
oportunidades de vida. México es el país de paso de un gran número de latinos,
pero también uno de los países con mayor flujo migratorio, por ende, cuenta en
igual medida con deportaciones y detenciones en Estados Unidos. Desde la
llegada de Donald Trump al poder es sabido que una de sus promesas de
campaña era ir contra las personas migrantes, erradicó los avances humanitarios
que incluso permitían a niños y jóvenes continuar con sus estudios como es el
caso de los dreamers.
Desde México la presidenta Claudia Sheinbaum, ha expresado su oposición a las
redadas contra los migrantes latinos, principalmente mexicanos que realizan
trabajos de manera honesta en el país vecino y la falta de su labor podría afectar
incluso la economía de Estados Unidos. Para ejemplo bastaría visualizar un
escenario como el de la ficción de Sergio Arau, titulada un día sin mexicanos,
donde se aborda la posible desaparición de todas las personas migrantes que
aportan de manera directa a múltiples tareas de este país.
Si bien las detenciones son crueles y dolorosas por lo abruptas y la separación
que generan en las familias, aún hay otras crisis detrás. No se trata únicamente de
las miles de personas deportadas, sino de la vida que tienen que dejar atrás y las
secuelas psicológicas que esto deja en las familias. Se trata de la falta de
oportunidades que tienen que enfrentar las personas por el temor a ser detenidos,
esas oportunidades que tanto añoraban nuevamente les son negadas.
Y es que en efecto la problemática no es exclusiva de Estados Unidos, si el resto
de países brindara alternativas a sus ciudadanos migrar no sería una opción, hay
espacios en donde las personas huyen por seguridad, por temor a la creciente
violencia en sus naciones, otros es por falta de empleo, pero en la mayoría de
casos la migración viene después de un atisbo de esperanza de alcanzar un mejor
futuro.
Hoy las protestas y detenciones abarcan los titulares, sin embargo, no se trata
solo de la violencia con la que estas detenciones son ejercidas, sino también del
trauma que conllevan previamente. Cientos de niños y adolescentes han dejado
de acudir a las aulas por temor a ser detenidos, anteriormente las escuelas e
iglesias eran considerados lugares seguros, actualmente son un punto más donde
puede surgir cualquier detención.
Detrás también está la falta de empatía de quienes ven en los migrantes una
amenaza, no es casualidad que Donald Trump llegara al poder apoyado incluso de
quienes no encuentran donde vivir y culpan de su extrema pobreza a las personas

migrantes en lugar de responsabilizar al gobierno o la propia cultura capitalista que
lleva a miles de personas a deudas imposibles de pagar.
A la par de las protestas conocemos historias de terror, como la niña que falleció
tras intentar suicidarse debido al acoso escolar que recibía por ser migrante. La
brutalidad con la que son tratadas las personas detenidas e incluso la muerte de
un mexicano mientras estaba detenido en un centro de ICE.
Las protestas quizás no representen una solución actual, pero sí sirven para
visibilizar la necesidad de hablar al respecto entre los gobiernos y proponer más
alternativas que permitan a las personas migrantes desarrollarse, pues no debería
ser ilegal buscar un mejor lugar y tener el anhelo de crecer.
Durante décadas hemos conocido historias de dolor, también de migrantes
exitosos que han transformado las naciones pues es justo la diversidad lo que
posibilita un mayor desarrollo, ahora solo queda alzar la voz y exigir una
negociación más humana para nuestros compatriotas del otro lado.

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Opinión

La educación como acto de resistencia

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Dicen que ser maestro es una de las pocas profesiones que toca el futuro. Los docentes, con paciencia y vocación, moldean generaciones sin pedir nada más que respeto a su trabajo. Por eso, lo sucedido esta semana en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) es más que un acto institucional: es un gesto de justicia, un tributo a la constancia y al compromiso inquebrantable con la formación de seres humanos.

La UAT celebró la Asamblea Universitaria Solemne para rendir homenaje a 165 profesores que han dedicado de 15 a 45 años de su vida al servicio académico. El rector Dámaso Anaya Alvarado, con palabras sinceras y tono reflexivo, reconoció que la universidad no sería lo que es sin sus maestras y maestros. Y tiene razón. Las aulas no se sostienen por las paredes, sino por las ideas, la pasión, el método y la ética de quienes imparten conocimiento.

El evento, realizado en el Gimnasio Multidisciplinario Victoria, no fue solo un encuentro de discursos. Fue un reconocimiento palpable: diplomas, medallas y estímulos económicos otorgados conforme al acuerdo establecido desde 2022 con el Sindicato Único de Trabajadores Académicos de la UAT (SUTAUAT). Pero más allá del protocolo, lo importante fue ver cómo hombres y mujeres que comenzaron en esta noble profesión hace décadas, aún mantienen la llama encendida. Entre ellos, el Dr. Fidel Infante Rodríguez, docente de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, recibió una distinción especial por sus 31 años de servicio. Investigador, ejemplo de liderazgo y generador de proyectos con impacto social, como la entrega de miles de tapas de huevo a centros infantiles universitarios, Infante es muestra viva de cómo la vocación no se desgasta, se renueva.

También hubo un momento para el silencio respetuoso y la memoria: se rindió homenaje póstumo al Dr. Juan Plutarco Arcos Martínez, de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Victoria. Tres décadas formando juristas, impulsando cambios en el sistema judicial de Tamaulipas y acompañando con tutoría a cientos de jóvenes. Su legado no termina con su ausencia; permanece en cada palabra que sembró.

La ceremonia, que reunió a directivos, estudiantes, familiares y representantes sindicales, tuvo algo que a veces falta en los grandes eventos: emoción genuina. Porque no se trató de una entrega de reconocimientos por cumplir años, sino por resistir, por mantenerse de pie, por seguir enseñando en un país donde la docencia muchas veces se ejerce en condiciones adversas.

Reconocer a quienes enseñan no es un acto simbólico. Es una forma de recordarnos como sociedad que la educación es un arma poderosa, quizás la más poderosa, para combatir la desigualdad, la violencia y la ignorancia. Y que quienes se dedican a enseñar no lo hacen por moda, sino por una convicción profunda que les permite influir para bien en la vida de otras personas.

En un contexto nacional donde la academia enfrenta recortes, burocracia y desprecio institucional en algunos niveles, lo hecho por la UAT es digno de replicarse. Porque cuando una universidad respeta a sus docentes, también respeta a su comunidad y apuesta por su futuro.

**En la intimidad**

En otro plano, pero igualmente relevante para el futuro de Tamaulipas, el secretario de Desarrollo Energético, Walter Julián Ángel Jiménez, sostuvo un encuentro con representantes de la Agencia Francesa de Desarrollo. El tema: biocombustibles. La visión es ambiciosa, pero clara: transformar el sector energético del estado con proyectos que permitan la producción de Combustible de Aviación Sostenible (SAF).

Consciente del potencial energético de Tamaulipas, Ángel Jiménez expuso las riquezas naturales y capacidades instaladas que podrían colocarnos como punta de lanza en la transición energética del país. No se trata de sustituir lo que ya existe, sino de evolucionar sin comprometer la demanda local ni los recursos. La meta es crear un modelo de participación donde todos —gobierno, iniciativa privada, sociedad— ganen.

Los franceses, por su parte, no llegaron a improvisar. Entendieron la complejidad del reto y, más importante, el valor de la voluntad política detrás del impulso a estos proyectos. Con líneas de seguimiento claras, esta reunión podría marcar el inicio de una colaboración histórica que no solo mejore la economía estatal, sino que contribuya al compromiso global por la descarbonización.

Así, mientras unos enseñan desde el aula y otros diseñan el futuro energético desde una oficina, Tamaulipas avanza. Silencioso, sí, pero con paso firme. Porque el verdadero cambio no se hace con discursos, sino con trabajo constante y bien dirigido.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect608

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Opinión

El arte de nuestras raíces

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Por: Zaira Rosaszairosas.22@gmail.com

En medio de Cuautlancingo, Puebla, se esconde un lugar único para deleitar todos
los sentidos, su nombre es Macuitl Molino, un restaurante creado por el Chef
Gustavo Macuitl y Leticia Paleta en 2020, desde entonces este espacio ha sido
punto de encuentro para quienes disfrutan profundamente de la buena comida y
sobre todo de sabores originales que provienen del contacto directo con la
naturaleza.
El espacio está rodeado de áreas verdes, la decoración hace alusión al maíz que
es uno de sus ingredientes principales en cada platillo. La comida que se prepara
en el lugar es tradicional de México, principalmente del sur del país, hay quienes
han pensado que se centra en Oaxaca pues en el menú hay tlayudas, chapulines
y el quesillo es fundamental en algunas de sus preparaciones como las
quesadillas, todo elaborado al momento y de manera orgánica.
Sin embargo, la realidad es que el lugar adquiere sus sabores desde la región de
volcanes cerca de Puebla, donde el Chef Gustavo creció entre los cultivos que
ahora cuida en conjunto con su familia para dar vida a una variedad de obras de
arte que pueden degustarse en diversas presentaciones. En Macuitl Molino hay
opciones para todos los gustos, encontraremos platillos con proteína animal pero
también hay algunas opciones vegetarianas, de igual forma en cada propuesta
además de sabores únicos veremos colores para deleitar también la pupila.
Como mencioné antes, este lugar es para disfrutarse con todos los sentidos, el
más evidente es el gusto que se expande con cada bocado, pero también está
presente el tacto en la diversidad de texturas, el olfato además de invitarte a
adentrarte en la cocina del lugar nos conecta con costumbres ancestrales pues en
momentos se percibe el humo de lo tradicional y el incienso.
En cuanto a lo visual además de los colores de los platillos podemos disfrutar de la
decoración del espacio y sus áreas verdes que nos acercan a lo natural de cada
uno de sus productos. Al revisar el menú encontraremos originalidad desde sus
bebidas donde los preparados van mezclados con plantas típicas y los vasos
decorados con escarcha de Totomoxtle o flores comestibles.
El arte de la gastronomía no ha pasado desapercibido para otras personas que se
adentran en Cuatlancingo desde otras regiones o incluso países, en mi visita fue
inevitable preguntar al comensal de junto, proveniente de otro país cuál era el
platillo que degustaba pues además de ver el colorido en su plato era notorio el
disfrute de su sabor, de inmediato me recomendó ordenar el mancha manteles
pues la suavidad de la carne y la mezcla con la salsa de un mole dulce era
inigualable.

Lo mismo han opinado influencers de la gastronomía y a lo largo de sus 5 años el
lugar ha obtenido distintos reconocimientos por su fusión de sabores, no me
extrañaría que próximamente escuchemos el nombre del lugar a la altura de otros
grandes espacios pues sin duda desde mi experiencia cada bocado fue una
expansión de cada sentido.
Considero que estos son los lugares que debemos compartir y difundir pues
además de honrar nuestras tradiciones completan círculos familiares como me
compartió el mismo Gustavo, pues así aprovecha al máximo y de manera justa el
trabajo agrícola que se realizaba desde tiempo atrás en su familia y resalta el
amor por la cocina típica que heredó de su madre, solo que ahora no se queda
únicamente en las mayordomías, sino que lo comparte al mundo para que más
personas disfruten de la diversidad gastronómica de México.
Macuitl Molino es un ejemplo de creatividad, pero también pasión pues aún
después de 5 años en servicio y con buenas recomendaciones, Gustavo y cada
una de las personas que colaboran en el lugar son sumamente amables, procuran
que la experiencia de cada comensal sea una invitación a volver pues algunas de
sus propuestas cambian conforme la naturaleza nos ofrece nuevos ingredientes
según la temporada. Así si un día se encuentran por este espacio buscando donde
comer, no duden en visitarlo.

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Opinión

Conocimiento, transparencia y salud pública

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Tamaulipas necesita menos discursos bonitos y más acciones bien fundamentadas, como las que esta semana marcaron un precedente de gran valor público. La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y la Auditoría Superior del Estado (ASE) firmaron un convenio de colaboración que no debe pasar desapercibido, no solo por su valor institucional, sino por lo que representa para la sociedad tamaulipeca.

Encabezada por el rector Dámaso Anaya Alvarado y el auditor Francisco Antonio Noriega Orozco, esta alianza se convierte en una herramienta de transformación real, no solo para formar profesionales capaces, sino también para empujar desde la academia una auténtica cultura de legalidad, transparencia y rendición de cuentas. En un estado donde la opacidad ha sido, históricamente, el camino más corto para el poder, este tipo de acuerdos representan una ruptura con la costumbre.

La UAT no solo busca formar técnicos o profesionistas, sino individuos con pensamiento crítico y compromiso ético. Esa es la diferencia entre instruir y educar. Y si la Auditoría Superior del Estado tiene claro que varios de sus cuadros más valiosos egresaron de la máxima casa de estudios tamaulipeca, entonces es momento de devolverle a la universidad el lugar que merece como motor del cambio estructural.
Este convenio tiene, además, una dimensión profundamente social.

En un estado golpeado por décadas de mala administración, de corrupción y de simulación burocrática, resulta alentador ver que dos instituciones tan importantes deciden unir esfuerzos para mejorar la calidad del servicio público. Porque aquí se trata no solo de eficientar, sino de humanizar la función pública.

Y si de buenas señales hablamos, vale la pena subrayar lo dicho por Dámaso Anaya: este no es solo un acto jurídico, sino un ejercicio de confianza mutua. Ojalá esa confianza se traduzca en resultados tangibles, porque Tamaulipas necesita más instituciones fuertes y menos figuras decorativas.

En la intimidad… La política se viste de coherencia cuando el discurso ambientalista no solo se pregona, sino se legisla. En este contexto, el diputado local Pepe Schekaiban dio un paso significativo al presentar una iniciativa de ley para eliminar el uso de desechables no biodegradables dentro del Congreso del Estado.

El legislador panista fue claro: si los cambios no empiezan en casa, difícilmente podrán exigirse afuera. Y tiene razón. Su propuesta, ya aprobada por el pleno, no solo plantea eliminar plásticos y unicel del recinto legislativo, sino que pretende generar una cultura de sustentabilidad que permee en todas las instituciones públicas.

Más allá de la retórica, el diputado Schekaiban entiende que las leyes deben ser el reflejo de una voluntad real de transformación. Su propuesta apunta a un cambio cultural, lento pero necesario, que nos obligue a pensar en el futuro desde las decisiones del presente. Porque hablar de sustentabilidad no es moda, es responsabilidad.

Y mientras la educación y la legislación avanzan con pasos firmes, la Secretaría de Salud del estado no se queda atrás. Esta semana instaló dispensarios médicos inteligentes en distintos puntos de Tamaulipas, incluyendo el Congreso del Estado, para realizar tamizajes cardiovasculares.

El secretario Vicente Joel Hernández Navarro explicó que esta estrategia permite alimentar una plataforma digital con datos clínicos en tiempo real, lo que permite identificar pacientes con riesgos cardíacos y brindarles atención inmediata a través de la aplicación Emergencias en Salud. En esta primera etapa se atendieron más de mil personas, y eso no es poca cosa.

Se trata de una política pública bien dirigida, con un enfoque preventivo y apoyada en la tecnología. Aquí no hay promesas huecas, sino acciones que literalmente pueden salvar vidas. Si esta dinámica se mantiene y se fortalece, podría convertirse en un modelo replicable a nivel nacional.

Estas tres historias —la educación, la legislación ambiental y la salud pública— nos recuerdan que sí se pueden hacer las cosas bien en Tamaulipas. Lo que falta es voluntad. Pero cuando esa voluntad se alinea entre instituciones comprometidas, los resultados se sienten, se miden y se celebran.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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