Dicen que ser maestro es una de las pocas profesiones que toca el futuro. Los docentes, con paciencia y vocación, moldean generaciones sin pedir nada más que respeto a su trabajo. Por eso, lo sucedido esta semana en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) es más que un acto institucional: es un gesto de justicia, un tributo a la constancia y al compromiso inquebrantable con la formación de seres humanos.
La UAT celebró la Asamblea Universitaria Solemne para rendir homenaje a 165 profesores que han dedicado de 15 a 45 años de su vida al servicio académico. El rector Dámaso Anaya Alvarado, con palabras sinceras y tono reflexivo, reconoció que la universidad no sería lo que es sin sus maestras y maestros. Y tiene razón. Las aulas no se sostienen por las paredes, sino por las ideas, la pasión, el método y la ética de quienes imparten conocimiento.
El evento, realizado en el Gimnasio Multidisciplinario Victoria, no fue solo un encuentro de discursos. Fue un reconocimiento palpable: diplomas, medallas y estímulos económicos otorgados conforme al acuerdo establecido desde 2022 con el Sindicato Único de Trabajadores Académicos de la UAT (SUTAUAT). Pero más allá del protocolo, lo importante fue ver cómo hombres y mujeres que comenzaron en esta noble profesión hace décadas, aún mantienen la llama encendida. Entre ellos, el Dr. Fidel Infante Rodríguez, docente de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, recibió una distinción especial por sus 31 años de servicio. Investigador, ejemplo de liderazgo y generador de proyectos con impacto social, como la entrega de miles de tapas de huevo a centros infantiles universitarios, Infante es muestra viva de cómo la vocación no se desgasta, se renueva.
También hubo un momento para el silencio respetuoso y la memoria: se rindió homenaje póstumo al Dr. Juan Plutarco Arcos Martínez, de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Victoria. Tres décadas formando juristas, impulsando cambios en el sistema judicial de Tamaulipas y acompañando con tutoría a cientos de jóvenes. Su legado no termina con su ausencia; permanece en cada palabra que sembró.
La ceremonia, que reunió a directivos, estudiantes, familiares y representantes sindicales, tuvo algo que a veces falta en los grandes eventos: emoción genuina. Porque no se trató de una entrega de reconocimientos por cumplir años, sino por resistir, por mantenerse de pie, por seguir enseñando en un país donde la docencia muchas veces se ejerce en condiciones adversas.
Reconocer a quienes enseñan no es un acto simbólico. Es una forma de recordarnos como sociedad que la educación es un arma poderosa, quizás la más poderosa, para combatir la desigualdad, la violencia y la ignorancia. Y que quienes se dedican a enseñar no lo hacen por moda, sino por una convicción profunda que les permite influir para bien en la vida de otras personas.
En un contexto nacional donde la academia enfrenta recortes, burocracia y desprecio institucional en algunos niveles, lo hecho por la UAT es digno de replicarse. Porque cuando una universidad respeta a sus docentes, también respeta a su comunidad y apuesta por su futuro.
**En la intimidad**
En otro plano, pero igualmente relevante para el futuro de Tamaulipas, el secretario de Desarrollo Energético, Walter Julián Ángel Jiménez, sostuvo un encuentro con representantes de la Agencia Francesa de Desarrollo. El tema: biocombustibles. La visión es ambiciosa, pero clara: transformar el sector energético del estado con proyectos que permitan la producción de Combustible de Aviación Sostenible (SAF).
Consciente del potencial energético de Tamaulipas, Ángel Jiménez expuso las riquezas naturales y capacidades instaladas que podrían colocarnos como punta de lanza en la transición energética del país. No se trata de sustituir lo que ya existe, sino de evolucionar sin comprometer la demanda local ni los recursos. La meta es crear un modelo de participación donde todos —gobierno, iniciativa privada, sociedad— ganen.
Los franceses, por su parte, no llegaron a improvisar. Entendieron la complejidad del reto y, más importante, el valor de la voluntad política detrás del impulso a estos proyectos. Con líneas de seguimiento claras, esta reunión podría marcar el inicio de una colaboración histórica que no solo mejore la economía estatal, sino que contribuya al compromiso global por la descarbonización.
Así, mientras unos enseñan desde el aula y otros diseñan el futuro energético desde una oficina, Tamaulipas avanza. Silencioso, sí, pero con paso firme. Porque el verdadero cambio no se hace con discursos, sino con trabajo constante y bien dirigido.
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