Connect with us

Un amigo mío al que veo todos los días, frente al espejo, se encontró el pasado viernes un teléfono celular: estaba el aparatito ese, un Alcatel “Pop” de regular tamaño, tirado justo a media calle, a plena luz del mediodía canicular aquel, y a punto de ser aplastado por algún tráiler o cualquier automóvil de los que circulan diariamente por el muy transitado punto de esta conurbación sur de Tamaulipas –la Sexta Avenida- donde se hallaba, a unos pasos apenas de una intersección conocida como “igriega”.   A primera vista, a mi amigo le pareció que se trataba sólo de una carátula o accesorio parecido de los que comercializan para hacer lucir mejor el dispositivo móvil, si no es que, en el mejor de los casos, podía ser un “android” ya ciclado, que había sido arrojado ahí, a mitad de la  vía pública, por su propio dueño, al estar todo descompuesto e inútil  (como uno mío al que declaró “irreparable” la compañía que me lo vendió, cuando no tenía ni dos años, y de la misma marca por cierto, he ahí el porqué de la asociación mental, seguramente). En fin, que no le pareció, a mi amigo, que el artefacto aquel pudiera estar en uso, pero se animó a levantarlo del suelo sólo por curiosidad, al fin reportero (eh, sí, mi amigo también es comunicador… ¡qué coincidencia!, ¿no?).  Y bueno, la sorpresa fue que el celular del montón, o sea: corrientito y todo, sí servía.  Primera reacción del que se lo halló: con el objeto en mano, y a la vista del público, girar en 360 grados para ver si por ahí advertía a alguien que estuviera buscándolo.  Mas al no ser así, pensó mejor en preguntar en los locales más cercanos al sitio del hallazgo, a saber: una vulcanizadora y un taller situados al otro lado de la acera, unos 4 carriles y un camellón enfrente, o bien en la báscula para vehículos pesados, el puesto de carnitas estilo Michoacán que hay al lado, y ya, porque sólo unos 150 metros al norte está un supermercado nada más, y hacia el sur lo más cerquita era una gasolinera, a una distancia equivalente a dos cuadras.  Pero, ¿qué iban a decir: “no señor, fíjese que no es mío, siga usted buscando, buen hombre”…?  Por supuesto que una respuesta así era muy poco probable.  Había que actuar de otra manera, pero mientras lo pensaba mejor, y por no hacerse de delito, mi amigo hizo una cosa tal vez no buena, pero tampoco mala, que a los ojos de cualquiera sí lo pudo convertir en sospechoso.  Envolvió el teléfono móvil en el periódico que llevaba doblado a la diestra, y siguió su camino.

La mente comenzó entonces a realizar su tarea desde el instante mismo de dar el primer paso: ¿y qué tal si lo habían visto desde lo lejos hacer todo aquello y ya iba el dueño tras de él para reclamarle su proceder?  Peor aún: ¿y si era solamente un “cuatro” para atrapar incautos como potenciales víctimas de un secuestro exprés o cualquier otro acto delictivo? ¡¿Y si realmente era una nueva estrategia criminal, una especie de señuelo para hacer que cualquier persona se llevara ese dispositivo hasta su domicilio sin saber que contaba con sistema de posicionamiento global, y una vez ahí, en la tranquilidad de su casa, lo visitarían con facilidad los delincuentes?!  O más simple y práctico: el móvil podía ser, en efecto, un anzuelo, pero a la vez una herramienta para tener virtualmente cautiva a la potencial víctima, más o menos al estilo de una película de Hollywood.  ¿Y en qué consistía entonces el modus operandi de los que podían haber dejado semejante carnada a disposición de cualquiera?  Decir que en marcar para hacer que la persona contestara es un tanto absurdo y completamente ingenuo, puesto que difícilmente alguien que tomara el celular para sí atendería una llamada, imaginándose que se trataría del propietario del artefacto.  Pero la operación podía ser más sencilla y del estilo “big brother”: avistar, desde otro punto y a través de la cámara, en corto, a quien llevaba el celular en la mano y capturar su imagen en video.  Copiarlo, pues, con todo y su trayectoria, para luego simplemente seguirle el rastro con su huella impresa ya en la red.   Temeroso como el personaje animado de La Pantera Rosa en el episodio aquel donde se complica la vida entre ángeles y demonios, mi amigo no se atrevía ya, a esas alturas de su andar, ni siquiera a llegar a su casa: pensó en dar vueltas por la colonia para seguir pensando qué hacer, si llamar a algún contacto de los que ahí aparecieran, o simplemente sentarse en el parque para ver si sonaba y entonces sí decirle al dueño o dueña que viniera por su teléfono… pero, ¿y si quien llamaba era, en efecto, un criminal?  Hasta echar un vistazo a la carátula lo ponía nervioso, pues lo que no quería era ser captado por el minúsculo lente del celular, ante el terror psicológico que tal cosa le producía.  Con el aparato envuelto todavía en el periódico (me refiero al de telefonía, claro), mi amigo pensó en una solución extrema que no iba a ser precisamente el final más feliz para la infortunada persona que hubiera, después de todo, perdido ya ese objeto, si tal cosa era el caso: arrojar el móvil al primer bote o tanque de basura con el que se topara.  Pero entonces se percató de que bajo el sol que caía a plomo desde el cenit a esa hora, había mucha gente en la vía pública, a todo alrededor, y se le figuró que “todo mundo se daría cuenta de que arrojé un objeto extraño al bote de basura, correrían a ver y sabrían que es un celular”,  y que ahora sí lo tomarían por sospechoso.

En esas estaba y había llegado ya al interior de su rumbo, cuando sintió rumbar, vibrar el aparatito entre el periódico.  Pasando literalmente aceite, y cerciorándose de no sacar el celular de entre el bulto sin antes haber cubierto con la misma mano el punto donde suele estar la camarita, que es precisamente a lo alto de la estructura del teléfono, mi amigo hizo esa maniobra para contestar, en el nombre sea de Dios, la llamada entrante.  Con voz engolada y casi fingida soltó un “bueno”, sólo para escuchar la suave y casi suplicante respuesta, en idéntica frase, de una mujer, a quien ni siquiera dejó hablar adelantándose atropelladamente: “¡¿Usted extravió el celular que traigo a la mano, verdad?!  Fíjese que estaba tirado en plena calle y por más que esperé y busqué para ver si aparecía por ahí el dueño, nunca vi llegar a nadie, pero aquí ando cerquita”.  -¡Ay, pero qué bueno que una persona como usted se lo halló, es que yo oí que se me cayó algo pero ni cuenta me di, porque andaba con prisa por ir al “arteli” que está ahí cerca, pero dígame dónde está usted…!    Y todo lo demás.   En un cuarto de hora el celular extraviado el doble de minutos antes, si no es que más, había vuelto ya a las manos de su dueña.   Sin mayor trámite y costo, para ambas partes, que el terror psicológico auto-infligido: una pensando en manos de quién habría caído el dispositivo con toda la información  e imágenes suyas, y la otra quebrándose el coco en conjeturas  e intrigas imaginarias muy propias de un escritor de historias reales, acostumbrado ya ese tipo de tramas de la vida real… y también ficticias.

Continua leyendo
Pulsa para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

El Espejismo de las Cifras y el Desafío de la Desigualdad

Publicado

el

El Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del INEGI arrojó un dato que la administración de Tamaulipas celebra con entusiasmo, claro, marca un crecimiento económico anual del 3.3 por ciento en el segundo trimestre de 2025, el mayor repunte trimestral en casi tres años ¡ee-aa!

Y el resultado no es para menos, iba a ser imperdonable no atribuir este impulso al sector primario (6.8%) y al industrial (5.8%), sin destacar la política del gobernador Américo Villarreal que atrae inversión y consolida a Tamaulipas como un polo de desarrollo en el norte del país. Se mencionan 151 proyectos de inversión con una promesa de 20 mil millones de dólares. Estos números, al colocar a la entidad en el tercer lugar de crecimiento industrial, son, sin duda, un activo importante para la narrativa gubernamental.

No obstante, debemos movernos del mero registro estadístico a la evaluación política. Un crecimiento del 3.3% es valioso, pero su significado real se diluye si no permea en la calidad de vida de la raza. La gran lección económica a nivel nacional, y Tamaulipas no es la excepción, radica en que las cifras macro no garantizan la equidad. Un alto crecimiento industrial y una gran inversión pueden coexistir perfectamente con salarios estancados y ese marcado aumento en la informalidad y en la precarización de los servicios públicos.

La confianza en la inversión es esencial, pero el reto político actual no es solo atraer grandes capitales, sino diseñar mecanismos de distribución que eviten que ese crecimiento se quede encapsulado en los bolsillos de unos cuantos sectores y empresas. Los 20 mil millones de dólares de inversión deben traducirse no solo en empleos, sino en un mejor sistema de salud, una infraestructura urbana resiliente y, sobre todo, una reducción palpable de la inseguridad que sigue siendo el lastre social.

Las estadísticas del ITAEE son un buen inicio, pero la medición más importante para cualquier gobierno sigue siendo el termómetro ciudadano. El discurso de consolidación en el norte de México es ambicioso, pero para que sea creíble a nivel nacional, la administración del gobernador debe ser más enfatico en demostrar que este dinamismo económico transformadorse está convirtiendo en justicia social. Es ahí donde el gobierno estatal se juega su verdadera credibilidad.

En la intimidad… El diputado Humberto Prieto Herrera, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Tamaulipas, aprovechó la Sesión Itinerante en Tampico para fortalecer lazos fuera del ámbito legislativo.

La agenda en la ciudad, donde los diputados sesionan entre miércoles y jueves, comenzó con un encuentro institucional con la alcaldesa Mónica Villarreal Anaya en el Palacio Municipal. El diálogo sirvió para agradecer las atenciones de la presidenta municipal y subrayar el valor político de llevar el trabajo del Congreso a las distintas regiones de la entidad.

El itinerario del diputado Prieto Herrera, sin embargo, puso un énfasis particular en el contacto con la prensa. Sostuvo amenas conversaciones con Nora Castro de La Poderosa 96.9; con Lucero Arán, de El Elefante Blanco y dedicó tiempo al equipo de Profesionales Periodistas de Tamaulipas, así como a Mariela T. Macay de El Sol de Tampico. El propósito fue agradecer el espacio y difundir de forma directa la labor legislativa que se realiza día con día.

Antes de sumergirse de lleno en la agenda de la Sesión Itinerante, Humberto Prieto sostuvo una gran charla con la Red de Mujeres Periodistas de la zona sur, que lidera Cynthia Gallardo, acompañada por su dirigente estatal, Dora Alicia de la Cruz. La reunión abordó los desafíos y retos específicos que enfrenta el gremio, reafirmando el compromiso de la Junta de Coordinación Política de Tamaulipas para seguir trabajando de cerca con el sector periodístico.

davidcastellanost@hotmail.com
X: @dect1608

Continua leyendo

Opinión

Los que callan y los que perforan

Publicado

el

Resulta curioso, casi tragicómico, que ahora grandes empresarios del noreste de México se sientan lastimados porque Petróleos Mexicanos les debe algunos milloncitos. César Reyes, presidente del Clúster de Energía y Gran Industria de Tamaulipas (Cegistam), levantó la voz para revelar que Pemex tiene una deuda de 9 mil millones de pesos con al menos 66 empresas locales.

Ah, pero qué sensibles nos salieron los industriales. Hoy lloran por los ceros que no han visto reflejados en sus cuentas, mientras la sociedad llora —esa sí de verdad— por esa latente  inseguridad, la falta de servicios, infinidad de necesidades y los abusos de poder. Esos temas que nunca incomodan al empresariado porque prefieren mantenerse al margen, ocupados en sus asambleas con café importado y discursos de “compromiso social” que apenas alcanzan para llenar los minutos en un foro, foros que por cierto no impactan en la región por que son buenos para los números, pero, malísimos para comunicar.

En fin… el señor Reyes no es vocero de la Mesa de Seguridad, ni secretario de Seguridad Pública del Gobierno de Tamaulipas, pero, bien que podría ser un actor con más influencia que cualquiera regidor, diputado o jefe policiaco. Nadie más que los empresarios tienen la capacidad financiera para presionar a quienes gobiernan; sin embargo, cuando se trata de señalar las fallas que duelen al pueblo, optan por la discreción.

Hoy reclaman pagos, pero últimamente han callado ante la violencia y esa corrupción que “se barrió de arriba hacia abajo”, y si siguen mudos, mañana serán hombres en bancarrota, no sólo económica, sino moral.

Mientras tanto, el que sí trabaja, y lo hace con resultados tangibles, es el director general de Pemex, el doctor Víctor Rodríguez Padilla. En su comparecencia más reciente ante los diputados federales, no fue un encuentro de cortesías, sino un ejercicio firme y técnico en el que defendió con datos el rumbo de la empresa productiva del Estado. Explicó cómo, tras la reconfiguración para consolidar un solo Pemex, se lograron ahorros por 20 mil millones de pesos mediante la simplificación orgánica y el reordenamiento estructural.

Los resultados del tercer trimestre de 2025 son prueba de ese compromiso con la eficiencia y la sostenibilidad. Al 30 de septiembre, el saldo contable de la cuenta “proveedores” se situó en 517 mil millones de pesos, apenas 2.2% más que en diciembre de 2024, una variación mínima frente al volumen operativo de la empresa más grande del país. En los primeros nueve meses del año, Pemex ha desembolsado 299 mil millones de pesos en pagos a contratistas y proveedores, y gracias al Programa de Financiamiento de Inversión 2025, coordinado por Banobras, ya se liquidaron 2 mil 912 millones en septiembre y 26 mil 285 millones en octubre. Además, se proyecta el pago de otros 220 mil millones de pesos en los próximos meses.

Eso se llama responsabilidad institucional. Pemex no está de brazos cruzados, está ordenando la casa. Quizá no a la velocidad que algunos quisieran, pero sí con una disciplina financiera que pocas empresas privadas pueden presumir.

No quisiera pensar que estos empresarios del sur de Tamaulipas integran esas agrupaciones de adinerados que gustaban de disfrutar las épocas de bonanza sin rendición de cuentas. Si quieren recuperar lo que se les debe, que también asuman su parte en el compromiso de construir una sociedad más exigente, no sólo en las facturas, también con su fuerza y su voz.

En la intimidad… Mientras tanto, en los pasillos del Instituto Tecnológico de Ciudad Madero, la conversación gira en torno al futuro energético. La Secretaría de Desarrollo Energético (SEDENER) y el propio Tec Madero inauguraron el foro “Petrolíferos en México: Seguridad y Transición Energética”, un espacio donde estudiantes, académicos y especialistas debaten sobre los nuevos lineamientos que impulsa la presidenta Claudia Sheinbaum.

El secretario Walter Julián Ángel Jiménez destacó que estos foros, promovidos por el gobernador Américo Villarreal Anaya, forman parte de un proyecto integral para construir propuestas que serán presentadas en el Congreso Internacional de Energía Tamaulipas 2025, en la Expo Tampico.

Ahí estuvieron también el alcalde de Ciudad Madero, Erasmo González Robledo; la secretaria de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente, Karina Saldívar Lartigue; y el subsecretario de Hidrocarburos, Gobirish Mireles. Todos coincidieron en que Tamaulipas sigue siendo una tierra de talento, sostenibilidad y colaboración entre gobierno, industria y academia.

Entre discursos y apretones de manos, los jóvenes escuchaban atentos, imaginando el futuro, un futuro donde las decisiones energéticas se toman con visión.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

Continua leyendo

Opinión

Una alianza que huele a futuro

Publicado

el

En medio del ruido político y la polarización que a veces empañan los avances del estado, hay gestos institucionales que merecen más reflectores. La firma del convenio de colaboración entre la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y el Instituto Tecnológico de Ciudad Madero es uno de ellos. No se trata de un acto protocolario más, sino de un punto de inflexión en la relación entre dos de las casas formadoras más importantes del estado.

El rector de la UAT, Dámaso Anaya Alvarado, y el director del Tecnológico, Juan Dionisio Cruz Guerrero, estrecharon manos y compromisos en un documento que promete abrir nuevas rutas de movilidad académica, investigación aplicada y desarrollo tecnológico. En el papel, puede parecer un acuerdo más; en los hechos, representa la posibilidad de reactivar una agenda científica y educativa que llevaba años sin sincronizarse entre instituciones.

Juan Dionisio Cruz Guerrero lo resumió con claridad: este convenio “marca un antes y un después en la vinculación académica, científica y tecnológica”. Y tiene razón. Tanto la UAT como el Tec Madero han sido pilares en la formación de generaciones que sostienen el entramado productivo de Tamaulipas. Que hoy unan esfuerzos no sólo es simbólico, es estratégico: habla de madurez institucional y de una visión compartida sobre hacia dónde debe caminar la educación superior.

El acuerdo incluye el desarrollo de cursos de especialización, diplomados y posgrados, con el fin de actualizar a los profesionales que hoy enfrentan mercados laborales cada vez más exigentes. Pero lo más relevante quizá no está en los programas académicos, sino en el mensaje político-académico que envía: el sur de Tamaulipas también puede generar conocimiento, innovación y tecnología de primer nivel.

Con la presencia de representantes de la ANUIES, legisladores locales y autoridades universitarias, el acto no sólo celebró la firma de un documento, sino el inicio de una etapa de colaboración que, si se ejecuta con seriedad, podría convertirse en un modelo de cooperación interinstitucional para todo el país.

El futuro académico de la región depende, en buena medida, de que los acuerdos como éste trasciendan las fotografías oficiales y se traduzcan en proyectos concretos: investigación aplicada, transferencia tecnológica y movilidad estudiantil real.

En la intimidad… La restauración de la emblemática Casa Gándara avanza a paso firme. El inmueble, una joya arquitectónica que durante décadas formó parte del paisaje cultural tampiqueño, será convertido en un museo temático que rescate la memoria histórica del puerto y del país.

La museógrafa Angelini Vega, responsable del proyecto, detalló que los trabajos se realizan en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dada la relevancia patrimonial del edificio. El objetivo: rescatar la identidad de un espacio que, más allá de su valor arquitectónico, representa una parte esencial del relato urbano de Tampico.

La Casa Gándara se suma a una línea de proyectos que apuestan por la recuperación y transformación de espacios históricos. Ahí están el Museo de la Ciudad, instalado en la antigua Casa Fernández, y el Barco Museo del Niño, ejemplos claros de cómo la cultura también puede ser motor económico y social.

Si todo avanza conforme al plan, el 2026 verá renacer un pedazo del Tampico antiguo. Un espacio que no sólo contará su historia, sino que la volverá a poner en movimiento.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

Continua leyendo

Opinión

Tiempo, ¿Para qué y para quién?

Publicado

el

Por: Zaira Rosas

zairosas.22@gmail.com

¿Cuál es la razón por la que decides leer esto? ¿Es un momento personal de
esparcimiento o en realidad revisas las noticias por la necesidad de aprender y
entender más? Muchas veces nos envolvemos en el ritmo del exterior y nos
olvidamos de la necesidad de una pausa, de disfrutar el aquí y ahora.
En medio de una vida acelerada resulta complicado cuestionar el sentido de vida,
es más sencillo juzgar a quien no avanza al mismo ritmo o quien de repente
cambia todo por absurdo que parezca, sin embargo, es innegable que estamos
inmersos en una sociedad de cansancio que busca desesperadamente soluciones
para volver al centro.
No es casualidad que la industria del wellness esté en auge, aunque aún sigue
siendo un privilegio acceder a espacios de acompañamiento emocional. Aun así,
hablar abiertamente del cuidado de la salud mental sigue siendo tabú. Mientras
tanto, los datos duros no mienten: en México en 2024 se registraron alrededor de
9 000 suicidios, lo que representa una tasa de 6.8 por cada 100 000 habitantes.
En ese año, el 80.7 % de las muertes por suicidio correspondieron a hombres.
Entre jóvenes de 15 a 24 años, el suicidio se encuentra entre las tres principales
causas de muerte.
La tragedia de ver un cuerpo inerte, una joven de 20 años que se quitó la vida tras
denunciar un abuso, pone cara a estas estadísticas. Más allá del sistema de salud
público con deficiencias, como sociedad también fallamos al no colaborar:
estamos atrapados en ritmos acelerados, nos desconectamos y menospreciamos
la importancia de las conexiones humanas.
La conciencia humana es más que conexiones neuronales: existe una línea de
investigación emergente que demuestra los beneficios de la meditación, de
conectar profundamente con uno mismo, y de cultivar presencia. Estas
exploraciones tienen raíces ancestrales —desde las culturas mayas hasta las
tradiciones de India y Egipto— y apuntan a que el ser humano forma parte de un
todo mayor.
En el libro La ciencia del último umbral, el autor Álex Gómez‑Marín, físico teórico y
neurocientífico, invita a adentrarse en los márgenes de lo visible para examinar la
conciencia, la vida y la muerte desde una nueva óptica. Su propuesta sugiere que
el cerebro podría operar como filtro más que como generador de conciencia. Esta
visión abre preguntas esenciales: ¿qué ocurre cuando dejamos de vivir en
automático? ¿Cómo recuperamos el sentir en un mundo que favorece hacer?

Quizás ahí radica una clave: entender que la conciencia no se limita a pensar, sino
a sentir y estar presentes. Vivimos en una sociedad del cansancio, como describe
el filósofo Byung-Chul Han, una era donde el rendimiento y la productividad valen
más que el descanso o el silencio. Pero sin pausa no hay creación, sin
introspección no hay comprensión.
¿Qué podemos hacer entonces? Como sociedad, urge abrir conversaciones
honestas sobre salud mental, educación emocional y espiritualidad sin dogmas.
Promover espacios donde la pausa sea un acto de resistencia y no de culpa. En lo
individual, podríamos comenzar por lo más simple: respirar con conciencia,
observar sin juicio, reconectar con lo esencial.
Estar presentes no significa desconectarse del mundo, sino participar en él desde
otro lugar: desde la calma, la empatía y la coherencia. Quizás el verdadero
progreso no esté en hacer más, sino en ser más.
Porque el tiempo, al final, no es lo que pasa afuera, sino lo que somos capaces de
vivir adentro.

Continua leyendo

Populares