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Opinión

El infierno en busca del paraíso

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Por: Zaira Rosas

zairosas.22@gmail.com

Camino por el barrio de Santiago de la ciudad de Puebla, voy a visitar a una familia, son las 10:30 de la mañana, la ciudad está tranquila, el día soleado y mientras disfruto de los rayos de sol, un estruendo me hace detenerme, simplemente por instinto me quedo quieta, porque se escucha cerca, de inmediato al estruendo le siguen gritos, la voz de un hombre y de fondo muy suave se escucha una mujer diciendo ¡cálmate! ¡métete por favor!, el hombre grita de nuevo, lo hace más fuerte y dice que se iba pero que no lo hará, vuelve a lanzar cosas, groserías a la mujer, pega en algo metálico, grita más ofensas y la mujer de nuevo en tono suave repite ¡cálmate!

Sigo mi camino, pero los gritos no cesan, se escucha llanto de niños y ahora más gritos, llego a la casa que esperaba y no dejo de sentir el terror por lo que se escucha de fondo, le pregunto a la señora que me recibe sobre la situación y se lamenta conmigo, me describe que eso sucede toda la semana, que en la casa vive una pareja y dos niños, que la mujer es golpeada, que por los gritos los vecinos han llamado a la policía, sin embargo nada puede proceder porque al llegar la mujer dice que todo está bien. De igual forma me cuenta que los niños son encerrados en un cuarto al fondo, quizás en un intento de protegerlos, que el señor ha lanzado amenazas a otros vecinos, diciendo que los matará, etc.

Describe tal cual un total infierno del cual me bastó escuchar unos segundos para temer por mi propia seguridad.
Conozco al señor que grita, lo he visto en otras ocasiones mientras camino por la calle y aunque su semblante tiene mucha ira y enojo, las veces que lo he visto es amable, saluda cordial e incluso sonríe, jamás hubiera imaginado que esa misma amabilidad se transforma de tal manera, nunca pensé que los niños que llegan cantando felices eran los mismos que lloraban de fondo.

Quizás todo comenzó con la ilusión de una familia feliz, con una mujer enamorada que hoy aterrada dice que todo está bien, una mujer que seguramente añora una salida, pero no la encuentra, ya no logra vislumbrarla, se ha acostumbrado a las disculpas del día siguiente, se ha conformado con los instantes de amabilidad y muy probablemente su mayor temor sean sus hijos. Me atrevo a pensar que por ello los encierra, para evitar que también los maltraten.

El caso de esta familia es similar al de miles de mujeres, de acuerdo al registro del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre 2020 y mayo 2021, se registraron 326,634 casos de violencia de género. A su vez, la red nacional de Refugios reporta que tan sólo en los primeros 5 meses del 2021, más de 13,000 mujeres huyeron de casa con sus hijas e hijos debido a la situación de violencia que enfrentaban. Los números anteriores son el reflejo del maltrato creciente, pues además de estas estadísticas están las de aquellos casos que no se reportan y no se conocen.

¿Cómo se llega a ese punto de violencia? Antes creía que para evitarla bastaba con una buena educación, con estabilidad económica, pues falsamente creía que cuando el sostén económico es otro, cuesta más saber renunciar, poder moverse. Pero que equivocada estaba. Cualquier mujer es vulnerable, el problema es latente en cada estrato, su raíz está en nuestra cultura y la formación machista arraigada en las entrañas de nuestra nación, en un sistema cuyas leyes han sido creadas por hombres, pensando en su mayoría en el bienestar de los mismos.

El problema está en esas veces que aún escuchando los gritos no puedes hacer nada, porque no hay pruebas y porque el miedo gana, el temor te orilla a decir que todo está bien, a creer que algún día pasará. El problema inicia desde que le enseñamos a nuestras niñas a ser princesas, a llevar una casa desde los juguetes, el problema está en esos comentarios sin intención que les obligan a estar donde no se sienten felices, cuando normalizamos la violencia por mínima que parezca y la justificamos porque es hombre.

La violencia no se detiene sólo con la responsabilidad de la víctima, es también responsabilidad nuestra, en cada situación que está a nuestro alrededor, cuando nos preocupamos de formar buenas mujeres, pero olvidamos formar buenos hombres, cuando no construimos nuevas masculinidades. Lo que viven esos miles de hogares también es tarea nuestra.

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Opinión

El tiempo no espera a nadie

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En tierra fronteriza la amenaza no siempre llega en camionetas con blindaje artesanal. A veces, lo hace disfrazada de lluvia, viento y desbordamientos, con nombre y apellido asignado por el Centro Nacional de Huracanes. Por eso, celebro que el secretario de Recursos Hidráulicos para el Desarrollo Social, Raúl Quiroga Álvarez, se haya reunido con alcaldes y representantes municipales de la franja fronteriza para coordinar acciones frente al inicio de la Temporada de Ciclones Tropicales.

Este tipo de encuentros no deberían ser una excepción ni limitarse al calendario de huracanes. La prevención debe dejar de ser un eslogan para transformarse en una cultura institucionalizada. En esa mesa de trabajo se acordó algo tan lógico como vital: hacer simulacros, revisar drenes pluviales, inspeccionar canales y, sobre todo, trabajar en conjunto. La teoría parece estar clara, ahora toca ver si la práctica está al nivel del discurso.

“El primero de junio comienza la temporada”, advirtió Quiroga. ¿Y estamos listos? Esa es la pregunta que debiera martillar la conciencia de todos los niveles de gobierno. La coordinación no es solamente enviar oficios y levantar actas; es también asumir compromisos con los recursos y la voluntad política para evitar que la lluvia siga siendo una tragedia anunciada. Hay que decirlo con todas sus letras: muchas de nuestras ciudades están vulnerables porque la infraestructura es obsoleta, insuficiente o, peor aún, inexistente.

La ciudadanía ya no puede esperar que se actúe después de la tormenta. El agua no avisa, y los ciclones no tienen compasión. Si el objetivo es minimizar los riesgos, más vale que esos simulacros se hagan con rigor y no como mero trámite para la foto. La naturaleza no se detiene y nosotros, lamentablemente, todavía discutimos quién limpia qué dren.

En la intimidad… y mientras allá en Reynosa se traza la ruta de prevención, en el sur de Tamaulipas también se lucha por rescatar otra zona olvidada, aunque en distinto frente: el deportivo.

Armando Martínez Manríquez, presidente municipal de Altamira, se ha convertido en un verdadero promotor de la esperanza, al encabezar los esfuerzos para devolverle la vida al Complejo Deportivo del Sur, donde alguna vez jugaron con orgullo Los Estudiantes de Altamira.

No se trata sólo de cemento y pasto nuevo, sino de una visión: la de que el deporte puede volver a ser un punto de encuentro para la sociedad altamirense. “El doctor piñas” Armando no ha escatimado en energía ni en gestiones para lograr este sueño que, más allá del impacto físico, tiene un valor simbólico enorme. Devolverle ese espacio a la gente es devolverle también la memoria, la pasión y la posibilidad de un futuro más sano.

Pero —y aquí va el guiño amable— no se me raje, doctor. Usted prometió que iba a reabrir ese complejo con un partido del Club América. Hoy que los azulcremas van embalados rumbo al tetracampeonato, tiene usted la oportunidad de lucirse en grande. Sería un gol de media cancha para su administración. No le saque, doctor, que el América está en modo leyenda… y Altamira quiere ver ese espectáculo.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

Alianza estratégica para el desarrollo

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La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) ha demostrado, una vez más, su capacidad de vinculación y compromiso con el desarrollo estatal al integrarse en el ambicioso proyecto de Puerto Seco. Esta iniciativa, impulsada por el Gobierno del Estado en colaboración con el sector privado, pretende transformar a Ciudad Victoria en un núcleo logístico de gran relevancia, conectando estratégicamente el Golfo de México, la frontera norte y el centro del país.

El rector de la UAT, Dámaso Anaya Alvarado, al reunirse con la subsecretaria de Inversión de la Secretaría de Economía de Tamaulipas, Anabell Flores Garza, dejó claro que la universidad no solo está dispuesta a colaborar, sino que lo hará desde su mejor trinchera: la academia. La participación de la UAT en este proyecto no solo fortalecerá el aspecto educativo con la creación de programas académicos acordes a las nuevas necesidades laborales, sino que también reafirma el compromiso de la institución con el entorno productivo local.

El Puerto Seco, al consolidarse como un centro logístico interior con capacidad para recibir y despachar mercancías por vía terrestre, aérea y ferroviaria, es una oportunidad histórica para Ciudad Victoria. El reto es claro: formar recursos humanos capacitados que garanticen la operación eficiente de este complejo. Aquí es donde la UAT juega un papel fundamental, pues desde sus áreas de ingeniería, geolocalización, gestión ambiental y análisis territorial, puede aportar conocimiento, investigación y formación especializada.

Esta apuesta por la vinculación universidad-empresa-gobierno responde a un enfoque estratégico que en otros municipios tamaulipecos, como Nuevo Laredo, ya ha rendido frutos. La creación de la carrera de Autotransporte de Carga es un ejemplo de cómo la UAT ha sabido adaptarse a las demandas del mercado. Ahora, la historia se repite, pero con una visión más ambiciosa: colocar a Ciudad Victoria en el mapa logístico del país.

El desarrollo económico no solo depende de grandes proyectos de infraestructura, sino de un recurso humano altamente capacitado y comprometido con su entorno. Si la UAT mantiene este ímpetu de colaboración, Tamaulipas tendrá no solo un nodo logístico moderno, sino una comunidad preparada para sostenerlo y potenciarlo.

En la intimidad… Reynosa vivió una jornada llena de emoción y gratitud este domingo 18 de mayo, cuando Humberto Prieto Herrera, Diputado Presidente de la Junta de Gobierno del Congreso de Tamaulipas, en compañía de su esposa Verónica Garza, celebró a las mamás del distrito en la emblemática plaza Miguel Hidalgo. En el marco del mes dedicado a las madres, el legislador reconoció a las mujeres como el pilar fundamental de la familia y de la comunidad, destacando el importante papel que desempeñan en el desarrollo social. En medio de abrazos y sonrisas, Prieto Herrera expresó: “¡Ustedes son el motor de esta hermosa ciudad, muchas felicidades a todas las mamás!»

Este tipo de acercamientos reflejan no solo el reconocimiento a la figura materna, sino también el interés de los representantes públicos por mantener un vínculo directo con la ciudadanía. No cabe duda de que estos eventos, más allá de la celebración, se convierten en espacios de encuentro donde el discurso político se fusiona con el calor humano, algo que sin duda la gente de Reynosa agradece.

Sin embargo, el compromiso social de Prieto Herrera no se limitó a los festejos del Día de las Madres. En el mismo día, el legislador participó en el arranque del Mercado Tamaulipas, una plataforma impulsada por el Instituto de la Juventud de Tamaulipas (INJUVE) bajo la dirección de Oscar Azael Rodríguez Perales. Este espacio busca promover el talento y el emprendimiento juvenil, reafirmando el respaldo del gobierno estatal a las nuevas generaciones. Prieto Herrera dejó claro su apoyo a los jóvenes emprendedores, destacando el enfoque humanista del gobernador Américo Villarreal y alentando a los participantes con un optimista: «¡A darle, excelente domingo familiar!»

En una sociedad que demanda más oportunidades para el talento local y el fortalecimiento del núcleo familiar, es alentador ver cómo los líderes políticos combinan la celebración con la promoción del desarrollo económico. Humberto Prieto Herrera parece tener claro que la verdadera transformación social comienza con reconocer el valor de nuestras madres y alentar a los jóvenes a seguir sus sueños, consolidando así un Reynosa más fuerte y unido.

A todo esto; un luto que cruza fronteras

A veces, la realidad nos sacude de una manera tan brutal que las palabras se vuelven insuficientes para describir el dolor. Así sucedió con la trágica noticia que llegó desde el Puente de Brooklyn, donde la vida de una tripulación mexicana se extinguió en un instante, dejando tras de sí una estela de preguntas, recuerdos y heridas que tardarán en sanar.

Los familiares y amigos de estos compatriotas aún no asimilan lo sucedido. La espera se tornó desesperanza, y el eco de sus voces parece perderse en el inmenso ruido de una ciudad que nunca duerme. Cada mensaje sin respuesta y cada llamada truncada es una punzada en el corazón de aquellos que, desde tierras lejanas, intentan encontrar consuelo en el abrazo solidario.

Las imágenes de ese fatídico día siguen apareciendo en las pantallas de quienes buscan alguna señal de esperanza, un detalle que indique que tal vez fue un error, que en algún rincón aún respira la esperanza. Sin embargo, la fría confirmación ha golpeado sin piedad. La noticia es real, y el duelo apenas comienza.

Hoy, desde este espacio, nos unimos al dolor de las familias y amigos de quienes perdieron la vida en ese suceso. Nada devolverá a esos hombres y mujeres a casa, pero en la memoria colectiva permanecerá su valentía, su entrega y el inmenso vacío que dejan en la comunidad mexicana en Nueva York y en cada rincón de nuestro país. Que encuentren paz en medio de la tormenta y que la solidaridad se convierta en un puente para mitigar el dolor

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Natalia y la evolución del arte / Por: Zaira Rosas

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¿Qué puedo hacer ante el panorama del mundo actual? Es una de las preguntas
más recurrentes de quien añora transformar la realidad. Como sociedad existe el
anhelo de un mundo mejor, pero en ocasiones pareciera que esta tarea está
destinada solo a unos cuantos. Se nos olvida que el talento llega con la práctica y
que basta con ser fieles a nuestra autenticidad para verdaderamente incidir en el
mundo. Al menos así lo entiendo conforme sigo la trayectoria musical de Natalia
Lafourcade.
Comencé a escuchar a Natalia Lafourcade hace más de 20 años, cuando su estilo
era dinámico, vestía con pantalones holgados y se peinaba con dos chonguitos, a
la par de que coreaba una y otra vez la canción “En el 2000”, más de dos décadas
después su estilo es otro, aún fiel a su profunda creatividad y con igual
profundidad en cada una de sus letras, ahora visualizo en sus conciertos a
personas que ni siquiera habían nacido cuando salió su éxito “En el 2000”, pero
con el mismo entusiasmo corean cada una de sus canciones.
La canción, es el eje central de su nuevo tour: “Cancionera”, y además de ser un
homenaje a la música de distintas épocas, lo es también a su proceso creativo y a
todo lo que emana de ella pues con naturalidad involucra al público compartiendo
sus pasiones artísticas e incluso la conciencia social que la ha caracterizado al
pensar cada vez más en el impacto que tiene su música.
Natalia tiene una voz única, utiliza el arte como un medio de expresión, pero
también de crítica y reflexión. A lo largo de su trayectoria ha elegido con cuidado
las colaboraciones, visibilizado a artistas locales y desentrañado ritmos que no
tendrían que pasar al olvido. Sus canciones son un homenaje también a México a
los sabores profundos de sus regiones y resaltan la raíz de nuestra nación de tal
manera que incluso en otros idiomas corean canciones emblemáticas de la banda
sonora de algunas películas.
Sus presentaciones tienen una sencillez que resalta la armonía detrás de la
guitarra, no requiere de luces excesivas o escenografías en extremo elaboradas
porque basta con verla entrar en escena para despertar la emoción de un público
que se maravilla con sus cambios de personaje. “Cancionera” es el tour más
reciente y a la vez una manera de recordar orígenes musicales, mientras la
escuchas cantar es ineludible percibir una obra teatral magistral que solo sería
posible con la complicidad de su audiencia.
Ver a una artista con décadas de experiencia, fiel a su pasión y estilo es también
el recordatorio de que hay múltiples formas de cambiar al mundo, no todos los
héroes o heroínas requieren de capas, a veces sus instrumentos pueden ser mejor

arma, basta con seguir una vocación, profundizar, practicar y encontrar un estilo
propio que inspire a otras personas a hacer lo mismo desde sus áreas. En este
caso Natalia Lafourcade a través de los años se volvió una mujer medicina gracias
a la música.
Cada canción puede acompañarnos en distintas eras y ahí está la magia del arte,
puede hacerte sentir y reflexionar a través de cada pieza sobre distintos temas
como el amor, la libertad, la comunidad e incluso sobre el origen de nuestra
cultura y civilización. En medio de escenarios rápidos, digitales, también podemos
permitirnos ser acústicos, tomar una pausa y seguir creando nuevos mundos que
nos permitan ver surgir otras posibilidades.
Hoy puede ser una oportunidad para hacer una pausa en la rutina, dar un paseo,
escuchar música, ir a un museo y permitirte conectar con las reflexiones artísticas
de quienes ven el mundo bajo otras perspectivas, quizás así podamos conectar
mejor con otros y a partir de la empatía, mejorar el mundo.

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Opinión

Luna, nos cuidaba el corazón

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Nunca ladró de más. Nunca necesitó hacerlo. Bastaba su mirada, ese andar firme de tanque compacto, para dejar claro que ahí estaba: vigilante, pendiente, como si el mundo dependiera de su presencia. Luna, una Blue Heeler fue más que una mascota: fue parte de la familia, de la casa.

Aparecía cuando menos lo esperábamos, como si tuviera un radar emocional que detectara el silencio, la tensión, o simplemente la necesidad de compañía. Se acercaba con esa expresión suya —entre curiosa y protectora— como preguntando “¿pasó algo? ¿todo está bien?” Y con ese pequeño ritual cotidiano, nos acompañaba en cada partida o llegada, sin importar la hora.

No era grande, pero tenía presencia. Firme, determinada, con un don de mando que ni Dug, su inseparable compañero, se atrevía a discutir. Y si lo olvidaba, ahí estaba Luna para recordárselo con un par de mordiditas: más simbólicas que agresivas, más educativas que otra cosa. Dug seguramente hoy la extraña. Extraña sus regaños, sus carreras, era un delite verla tumbar al Dug con una técnica seguramente herencia de los pastores australianos ganaderos.

No le gustaban los baños. Había que negociar con ella como con una guerrillera atrincherada. Plantaba su cuerpo como una roca y había que hacer malabares para moverla. Un pequeño tanque de guerra, testaruda y dulce a la vez.

Luna y Dug compartían casa, pero no siempre techo, en épocas de lluvia y truenos alguien perdía su lugar y quedaba a la intemperíe, los mismo en el frío. Nunca supimos si Luna tenía problemas dentales, pero lo cierto es que no era aficionada a las galletas ni a nada que crujiera demasiado. El ganón siempre fue Dug, siempre al acecho de lo encontrado.

Para Víctor, Luna fue apoyo incondicional. Una presencia constante, sin pedir nada a cambio, más que cariño, más que lealtad. No era una mascota más. Era parte del paisaje, del día a día, del alma de todos.

Una escena que voy a atesorar por siempre ver a la Sra. Marcela en una muestra de su infinito amor hacia ellos, dándoles de comer, platicando y regañando a la vez a la Luna y Dug para que comieran, al final todos contentos, el mejor ejemplo de amor entre una persona y sus mascotas.

Hoy Luna ya no está. Pero basta cerrar los ojos para verla asomarse, escuchar sus pasos, sentir su energía fiel aún en la ausencia.

Con cariño, a la señora Marcela y a Víctor.

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