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Charly y su mujer no tuvieron problema alguno para inscribir a sus dos menores en una de las mejores escuelas públicas que hay no sólo en Tampico, sino en toda la conurbación: situada en la zona de esta ciudad que antaño se conocía como “ruta colonias”, a cinco minutos del centro y distante apenas dos o tres cuadras de la avenida Hidalgo, el plantel no está sobre-poblado, pero es una primaria de las que aportan los mejores resultados en las pruebas de medición del aprovechamiento escolar y en las llamadas “olimpiadas del conocimiento”. El ciclo escolar ya estaba muy avanzado (si acaso faltaban 2 meses y medio para su conclusión), pero a la familia, de origen venezolano, no le negaron en absoluto el ingreso del par de estudiantes. “Se puede decir que es como si estuvieran en un colegio de mi país: les enseñan cosas que allá para nada aprenden en una escuela pública, y las instalaciones son excelentes, tienen muy buena calidad educativa”, expresa el pater-familia, al compartir su testimonio con el autor de MÉXICO BRAVO.

La empresa donde trabaja desde hace apenas un año, de capital tamaulipeco, decidió apoyarlo para que se trajera a los integrantes de todo su núcleo familiar, y ahora viven aquí mucho mejor que en la complicada, económicamente restringida, racionada y cada vez más incierta Venezuela. Y sí: a sus patrones, el conocimiento y desempeño laboral que les aporta, sus habilidades todas, que cualquier profesional de esta zona podría estar fácilmente ejerciendo, los tienen bastante a gusto.

A la inversa: José y su esposa, nativos de Tampico y quienes llevan años trabajando en puestos gerenciales para una naviera trasnacional, fueron promovidos para su traslado a un país de centroamérica, cerca del canal de Panamá, desde que inició el sexenio peñanietista (por dar sólo alguna referencia cronológica). Por vivienda amueblada y escuela particular para sus dos parejitas de niñas y niños, el corporativo no reparó en apoyos. Aunque se mudaron un verano, para esperar a que los pequeños concluyeran sus estudios en Tampico, tuvieron que esperar hasta enero del año siguiente para que sus hijos pudieran iniciar un muy distinto ciclo escolar, y aún así mantuvieron su buen nivel académico. Y allá está haciendo su vida toda la familia. Él dice que, ciertamente, adaptarse a esa otra cultura parecería fácil, pero no todo son similitudes, empezando por los hábitos alimenticios: allá se come tortilla, pero no abundan las tortillerías, y el chile no forma parte de la dieta básica. Lo más diferente, señala, es la cultura laboral en general: a pesar de la dura auto-crítica, en México somos mucho más trabajadores y responsables que en aquella nación, donde incluso existe, en los centros laborales, una xenobia al revés de la que padecen muchos connacionales nuestros no sólo en el extranjero, sino dentro de empresas asentadas en territorio mexicano. Ahí, en el país centroamericano donde reside la familia tampiqueña, es la clase obrera la que ya está pre-dispuesta y a la defensiva ante algún superior de procedencia extranjera. Pero esa joven pareja de profesionales mexicanos ha sabido lidiar muy bien, y de forma pacífica, con tal situación: al fin de sangre mexicana, son cálidos y amables con los de otras nacionalidades dentro o fuera de su propio país.

La joven madre de familia protagonista de este tercer y distinto caso habita una de las zonas residenciales más exclusivas del sur de Tamaulipas: al desarrollo inmobiliario sólo se puede acceder después de que uno se reporta ante el vigilante de la caseta que hay en el único arco de acceso a ese lugar, circundado, todo, por una barda de entre 4 y 5 metros de altura. El mayor de sus hijos concluyó su educación primaria el año pasado, y decidieron, entre ella y él, que estudiaría el siguiente nivel en la secundaria más cercana a su domicilio, una escuela que no solamente es pública, sino además del tipo técnico. Y ahí hizo ya el primer grado sin mayor problema, por el contrario: con muy buenas calificaciones, con todo y que también sigue tomando las clases particulares de violín en las que lo inscribió su mamá cuando apenas iba en primaria. Su hermano, el de enmedio, había estado haciendo toda la instrucción básica en un prestigiado colegio, pero como empezó a padecer asedio dentro de su salón, al pasar a quinto grado la materfamilia optó por cambiarlo a otra escuela igual de buena, aunque más cerca de su casa y, en este caso, del sector público. El sábado pasado estuvo ella en la ceremonia de fin de cursos del tercero y más pequeño integrante de su familia, que terminó el preescolar en un kínder de paga. Irá a primero en el colegio al que acudía su hermanito, porque a la mamá le gustan los métodos de enseñanza y, principalmente, la muy estricta seguridad que hay en esa institución.

Nallely vivió casi toda su infancia, la adolescencia y buena parte de su juventud en Acapulco, Guerrero. Hasta hace relativamente poco, cuando se casó y debió mudarse al estado de México, en el que ahora es madre de familia y ama de casa. Ella, joven aún y con una pequeñita a la que en un par de años deberá llevar ya a la primaria, acaba de concluir su instrucción básica. Mediante el sistema de educación para los adultos es que lo logró, y verdaderamente feliz lo compartió a sus amigos en una red social. De espíritu noble y más bien pacífica, afable, gentil, Nallely ha expresado, por ese mismo medio, su apoyo a la causa del magisterio que se opone a la aplicación de la reforma educativa (y los cambios en la relación obrero-patronal que a ellos y al sistema educativo les representa), así como apoya también al activismo de otras organizaciones sociales y civiles que, vía redes, han estado manifestándose en contra del gobierno. Nallely no está a favor de la violencia. Nallely tampoco apoya la opresión de los trabajadores, sean estos del sector magisterial, de alguna otra dependencia o de la iniciativa privada. Ella jamás ha sido burócrata. En Acapulco llegó a vender artesanías, pero también a colaborar en un programa de televisión. Padeció la pobreza , y en su etapa más dura siendo ya una mujer adulta, cuando era el único sostén de un hogar que conformaban ella y una señora de muy avanzada edad. Nallely podrá no entender mucho de política, y con seguridad ni le interesa, pero sabe perfectamente una cosa, porque estuvo en el centro del problema y fue de los millones de afectados por esa situación que hay en todo México: el doble mal, pobreza extrema-falta de acceso a la educación, que en este momento tiene enfurecida a más de la mitad de nuestro país, son la más triste realidad en esa buena parte del territorio nacional que son estados como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, y Veracruz, además de Michoacán y otras entidades del sur, centro y norte de la república mexicana. Un doble mal, pobreza extrema-falta de acceso a la educación, que inevitable y fácilmente se ha convertido también en la causa enarbolada por cualquier clase de grupo, organización o partido, con motivaciones y propósitos cualesquiera.

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Opinión

Conocimiento, transparencia y salud pública

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Tamaulipas necesita menos discursos bonitos y más acciones bien fundamentadas, como las que esta semana marcaron un precedente de gran valor público. La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y la Auditoría Superior del Estado (ASE) firmaron un convenio de colaboración que no debe pasar desapercibido, no solo por su valor institucional, sino por lo que representa para la sociedad tamaulipeca.

Encabezada por el rector Dámaso Anaya Alvarado y el auditor Francisco Antonio Noriega Orozco, esta alianza se convierte en una herramienta de transformación real, no solo para formar profesionales capaces, sino también para empujar desde la academia una auténtica cultura de legalidad, transparencia y rendición de cuentas. En un estado donde la opacidad ha sido, históricamente, el camino más corto para el poder, este tipo de acuerdos representan una ruptura con la costumbre.

La UAT no solo busca formar técnicos o profesionistas, sino individuos con pensamiento crítico y compromiso ético. Esa es la diferencia entre instruir y educar. Y si la Auditoría Superior del Estado tiene claro que varios de sus cuadros más valiosos egresaron de la máxima casa de estudios tamaulipeca, entonces es momento de devolverle a la universidad el lugar que merece como motor del cambio estructural.
Este convenio tiene, además, una dimensión profundamente social.

En un estado golpeado por décadas de mala administración, de corrupción y de simulación burocrática, resulta alentador ver que dos instituciones tan importantes deciden unir esfuerzos para mejorar la calidad del servicio público. Porque aquí se trata no solo de eficientar, sino de humanizar la función pública.

Y si de buenas señales hablamos, vale la pena subrayar lo dicho por Dámaso Anaya: este no es solo un acto jurídico, sino un ejercicio de confianza mutua. Ojalá esa confianza se traduzca en resultados tangibles, porque Tamaulipas necesita más instituciones fuertes y menos figuras decorativas.

En la intimidad… La política se viste de coherencia cuando el discurso ambientalista no solo se pregona, sino se legisla. En este contexto, el diputado local Pepe Schekaiban dio un paso significativo al presentar una iniciativa de ley para eliminar el uso de desechables no biodegradables dentro del Congreso del Estado.

El legislador panista fue claro: si los cambios no empiezan en casa, difícilmente podrán exigirse afuera. Y tiene razón. Su propuesta, ya aprobada por el pleno, no solo plantea eliminar plásticos y unicel del recinto legislativo, sino que pretende generar una cultura de sustentabilidad que permee en todas las instituciones públicas.

Más allá de la retórica, el diputado Schekaiban entiende que las leyes deben ser el reflejo de una voluntad real de transformación. Su propuesta apunta a un cambio cultural, lento pero necesario, que nos obligue a pensar en el futuro desde las decisiones del presente. Porque hablar de sustentabilidad no es moda, es responsabilidad.

Y mientras la educación y la legislación avanzan con pasos firmes, la Secretaría de Salud del estado no se queda atrás. Esta semana instaló dispensarios médicos inteligentes en distintos puntos de Tamaulipas, incluyendo el Congreso del Estado, para realizar tamizajes cardiovasculares.

El secretario Vicente Joel Hernández Navarro explicó que esta estrategia permite alimentar una plataforma digital con datos clínicos en tiempo real, lo que permite identificar pacientes con riesgos cardíacos y brindarles atención inmediata a través de la aplicación Emergencias en Salud. En esta primera etapa se atendieron más de mil personas, y eso no es poca cosa.

Se trata de una política pública bien dirigida, con un enfoque preventivo y apoyada en la tecnología. Aquí no hay promesas huecas, sino acciones que literalmente pueden salvar vidas. Si esta dinámica se mantiene y se fortalece, podría convertirse en un modelo replicable a nivel nacional.

Estas tres historias —la educación, la legislación ambiental y la salud pública— nos recuerdan que sí se pueden hacer las cosas bien en Tamaulipas. Lo que falta es voluntad. Pero cuando esa voluntad se alinea entre instituciones comprometidas, los resultados se sienten, se miden y se celebran.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

Lo inédito también puede ser un retroceso

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Por Zaira Rosas
Durante décadas México ha tratado de consolidar un proceso democrático, que a
lo largo de los años ha sido duramente cuestionado, sin embargo, también
estudiado por otros países pues tenemos uno de los sistemas más adecuados
para votaciones a nivel global, todo ello gracias al trabajo que durante años ha
desempeñado el Instituto Nacional Electoral, este 1 de junio no ha sido la
excepción bajo un proceso histórico.

Pocos son los países que ponen bajo el voto popular la elección de jueces y
magistrados, pero ninguno como México que depositó en manos del pueblo la
elección de todos los poderes. ¿es verdaderamente una democracia? Claramente
no, si bien este es un proceso histórico, no significa que sea innovador ni
acertado, basta con escuchar a quienes pasaron horas en filas o buscando sus
casillas para entender que nadie entiende de qué se trata.

La elección constó de múltiples boletas donde las personas de manera general
requerían de acordeones o guías para poder entender sobre qué estaban
emitiendo una opinión, difícilmente alguien podría mencionar el nombre de al
menos 3 propuestas y ni hablar de la ignorancia colectiva que tenemos respecto a
las materias y ejes de atención de cada una de las propuestas.

¿Qué avance puede representar una elección aleatoria en la que compiten por
igual personas con carrera judicial y otras sin preparación? El proceso en sí es
una falla desde su propuesta, pero se vendió como una alternativa ante la
corrupción, sin embargo, es más propensa a propuestas desequilibradas y
candidaturas controladas.

Aunque se trata de un proceso electoral nunca antes visto, significa un retroceso
democrático, primeramente, se deja de lado el equilibrio de los distintos poderes,
que era uno de los mayores avances de México y en segundo no se está
contemplando la inequidad bajo la que surgieron y se promocionaron las distintas
candidaturas por lo que los resultados serán igualmente desiguales según los
recursos de sus postulantes.

La votación no tendrá la participación esperada, al menos en las casillas pocas
son las personas que entienden el proceso en el que están participando, otros
tantos van por anular su voto pues no vislumbran un proceso de confianza con
quienes podrían influir en la elección.

¿Qué pasa después del voto? El conteo tomará varios días pues no se realiza en
las casillas, será hasta el 15 de junio que conozcamos el total de resultados y
entonces comienza el tiempo para las impugnaciones.

La población nuevamente se encuentra dividida pues para algunos se trata de una
elección que no debería tener lugar y para otros una oportunidad de validar a
quienes imparten justicia en el país, sin importar la postura que tengamos es
innegable que se trata de algo único y que esta elección puede determinar el
futuro de la democracia de nuestro país.

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Opinión

La Historia que se escribe con votos

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Este domingo 1 de junio no fue un día cualquiera. En Tamaulipas se escribió una página inédita para la democracia mexicana: por primera vez, las y los ciudadanos eligieron de forma directa a quienes integrarán el nuevo Poder Judicial, tanto en el plano estatal como federal. Un acto que, más allá de su peso jurídico y político, simboliza la madurez que va adoptando nuestra cultura democrática.

El gobernador Américo Villarreal Anaya, acompañado por su esposa, la doctora María de Villarreal, presidenta del DIF estatal, llegó pasado el mediodía a la casilla 1593 básica, instalada en la Universidad Pedagógica Nacional. Ahí, con la serenidad de quien cree en la fuerza del pueblo, reiteró que en Tamaulipas todo marchaba bien. Votar era no solo un derecho, sino un deber histórico. “Salgan y sufraguen por los candidatos que consideren y conocen que pueden hacer un buen desempeño”, sentenció el mandatario antes de ingresar a emitir su voto.

Quienes conocen a Américo Villarreal saben que no es hombre de estridencias. Su llamado fue sobrio, sin estridencias protagónicas, y con un claro mensaje: “Que esa sea la expresión de su deseo democrático”. Sin duda, palabras que invitan a reflexionar sobre el peso del sufragio en tiempos donde se intenta resquebrajar la legitimidad de las instituciones desde la desinformación y el desinterés.

Por su parte, otro actor clave del movimiento de regeneración democrática en el estado, el diputado presidente de la Junta de Coordinación Política, Humberto Prieto Herrera, también se sumó al proceso electoral. Acompañado por su esposa Verónica Garza y sus hijos, Prieto Herrera ejerció su voto en la casilla 2160 de Reynosa. “Hoy elegimos al Nuevo Poder Judicial… sé parte de la Historia de la Democracia Moderna”, pronunció el legislador.

Y es que, más allá de posturas partidistas, este tipo de procesos son la esencia misma de un régimen que busca ser representativo, participativo y justo. Se votó en todos los municipios, como lo afirmó el gobernador, y eso debe celebrarse. En un país donde durante décadas la justicia era elegida entre pasillos oscuros y acuerdos de poder, hoy las y los tamaulipecos pudieron opinar con tinta indeleble quién debe impartir justicia.

La jornada electoral aún no concluye al momento de escribir estas líneas. Las casillas cierran a las seis. Pero más allá de los resultados, lo verdaderamente importante ya ocurrió: Tamaulipas eligió y lo hizo en paz. Eso es democracia. Eso es historia.

En la intimidad… Mientras la atención mediática y política se concentra en los comicios judiciales, desde el corazón científico de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, una joven agrónoma está gestando una revolución silenciosa, pero igual de trascendente. Su nombre es Paola Elizabeth Hernández Meléndez, y su causa es la tierra.

Paola, egresada de la carrera de Ingeniería Agronómica y actualmente estudiante de la maestría en Sistemas Agropecuarios y Medio Ambiente, ha desarrollado una fórmula herbicida natural que podría marcar el inicio del fin para los dañinos químicos que amenazan la salud del campo y de quienes lo trabajan. Su tesis, titulada “Actividad herbicida de extractos polifenólicos en pre y postemergencia sobre el cultivo de frijol”, ya fue reconocida como la mejor investigación de licenciatura por la Academia Tamaulipeca de Investigación Científica y Tecnológica.

Este proyecto, nacido del amor por la naturaleza y la ciencia, busca eliminar la maleza usando compuestos naturales extraídos de plantas como la gobernadora, el eucalipto, la hoja sen y la cáscara de nuez. Lejos del laboratorio frío, las pruebas fueron realizadas en el rancho “Las Águilas” de la FIC en Padilla, Tamaulipas. ¿El resultado? Prometedor: una alternativa viable, sustentable y efectiva frente a productos como Atrazina y Faena.

Respaldada por un sólido equipo académico, Paola se perfila como una de las nuevas voces de la agroecología mexicana. En tiempos donde el campo clama por justicia, su propuesta no es solo un avance técnico, es un acto de compromiso con la vida, con el medio ambiente y con la alimentación del mañana. Mientras algunos hacen historia desde las urnas, otros la escriben con ciencia y amor por la tierra. Y eso, también, es democracia.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

¿Votará este domingo? ¿Conoce a los candidatos?

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Este domingo 1 de junio de 2025, México vivirá un hecho histórico: las primeras elecciones judiciales donde la ciudadanía elegirá a los integrantes del nuevo Poder Judicial. Toda persona mayor de 18 años con credencial vigente del INE podrá votar por los candidatos que considere más aptos para estos cargos.

Ayer  finalizaron las campañas para cargos federales, como Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Magistrados del TEPJF, del Tribunal de Disciplina Judicial, Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito, así como cargos locales dependiendo el lugar de residencia de cada votante, como lo será en Tamaulipas.

Elegir entre tantas candidaturas será un reto, ya que las boletas varían según la región y la cantidad de opciones por boleta, complica que se emita un voto verdaderamente informado.

Esta Reforma Judicial en la que México está inmerso, ha generado controversia. Se ha cuestionado la idoneidad de algunos candidatos, con señalamientos sobre posibles nexos con el crimen organizado, según reportes en medios y redes sociales, su capacidad, experiencia o relación con el partido político en el poder.

Además, han circulado “acordeones” entre simpatizantes de Morena con instrucciones sobre por quién votar, lo que levanta dudas sobre la transparencia en este proceso.

Algunos grupos políticos han organizado lo que han llamado “reuniones informativas” para explicar el proceso, e incluso para sugerir por quienes votar, sobre todo los cargos nacionales, que son los que interesan a la clase política.

Pero la complejidad de marcar hasta 10 boletas con decenas de nombres desconocidos probablemente causará errores, aún y cuando algunos lleven su acordeón.

En el sur de Tamaulipas (Altamira, Tampico y Ciudad Madero), los votantes recibirán 10 boletas: 6 federales (con 15 a 81 candidaturas, según el cargo) y 4 locales (con 10 a 94 candidaturas, como las 94 para los 43 jueces de primera instancia).

Para la mayoría, estos nombres son desconocidos, por lo que será verdaderamente difícil emitir un voto razonado. Si en elecciones tradicionales los candidatos conocidos, después de votamos por ellos y ya están en el cargo a menudo nos decepcionan, resultan ser todo lo contrario a lo que pensábamos, imagine en estas elecciones, el riesgo es mayor al votar por desconocidos.

En conclusión, este proceso definirá el Poder Judicial por años (hasta 12 años para Ministros de la SCJN, 8 para jueces).

Realmente queremos que se logre lo que se pregona, el fortalecimiento de la justicia, pero el desconocimiento y las irregularidades que se han señalado nos obligan a ser vigilantes.

La justicia no puede quedar al azar; se requiere un cambio en el poder judicial pero debemos exigir un cambio positivo y transparente.

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