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La coalición “de palabra” entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en las elecciones estatales de 2011, consumaron el 30 de junio de ese año “el error de Guerrero” cuando Ángel Aguirre, llegó a la gubernatura y José Luis Abarca, por ser uno de sus principales financieros desde ese entonces, ya tenía la alcaldía de iguala. El resultado desalentador todos lo conocen pero el hambre de poder, sigue alimentando ese tipo de alianzas absurdas.

Tamaulipas, está entrando en su concerniente proceso electoral y existe una amplia posibilidad de que ambos partidos políticos vayan en unidad para intentar sacar al PRI del poder; así lo confirmó recientemente el dirigente estatal de los amarillos tamaulipecos, Alberto Sánchez Neri, quien aseguró los diálogos avanzan e informó que tienen hasta el día 20 de diciembre para hacer un convenio de coalición y hasta el próximo diez de enero para designar en que municipios y distritos van a ir en conjunto “considero que vamos bien», dijo en rueda de prensa Sánchez Neri.

Pero solamente un panista ciego y sordo (con todo respeto a las personas con esta capacidad diferente) podría ser partícipe de una alianza tan irracional. En primera, sencillamente porque el mismo presidente estatal del PRD, tiene familiares y amigos en la administración priista de Tampico que destina más de 100 mil pesos mensuales para algunos integrantes del Comité Directivo Municipal del sol azteca, incluidos hermanos de Sánchez Neri y del mismo Cuitláhuac Ortega Maldonado, ex dirigente estatal de este mismo partido político.

La segunda razón es aún más grave, ya que los ideales partidistas de ambos institutos son completamente distintos, son como el agua y el aceite. Querer fusionarse es claramente una ofensa al intelecto del electorado y hasta de sus mismos militantes; los panistas representan claramente la franja billetuda del Estado y los de izquierda a esas familias que simbolizan los cinturones de miseria más graves de la entidad; la aparente coalición llevara escrito en letras chiquitas la derrota del o la aspirante a la gubernatura.

Aquella participación histórica que de un jalón cobró la vida de 43, fue “Guerrero nos une”, por acá ya dicen la llamaran, “Coalición del Golfo” y es el plan “A” de Alberto Sánchez Neri, quien no da un paso, sin antes consultarlo con su menor Cuitláhuac Ortega, personaje bajo la ordenanza del Diputado local, Jorge Valdez, todos forjados por los ideales y valores del mismísimo, Rene Bejarano, líder nacional de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN) secta interna del PRD.

De concretarse la alianza con esas sociedades el PAN, estará dejado el camino libre para que el PRI se alce con la victoria; con ese tipo de coaliciones Acción Nacional, vera pasar su más grande oportunidad de llegar al poder pues el priismo tamaulipeco atraviesa por su peor momento y el mismo Alberto Sánchez Neri, les dora la píldora para destruirlos, permitiendo que sus patrones tricolores se mantengan en el poder, así él y su gente, puedan conservar el dinero proveniente de las administraciones priistas de Tamaulipas.

davidcastellanost@hotmail.com

Opinión

Vivir de la apariencia o por las apariencias

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

¿Qué tienen en común Fátima Bosch, Guillermo Herrera, los productos de belleza
coreanos, los procedimientos estéticos más solicitados e incluso el incremento del
reclutamiento a jóvenes por parte del crimen organizado? Su punto común son los
ideales estéticos y modos de vida que se han posicionado en la última década.

Durante años se ha vendido la idea de cómo tiene que lucir una mujer, no es
casualidad que en los 2000 se viviera una época de trastornos alimenticios pues
en las modelos y figuras de representación masiva veíamos una delgadez
extrema, lo cual cambió con el posicionamiento de nuevos estándares donde se
buscaba una mujer con curvas e incluso una supuesta diversidad se hizo presente
en grandes casas de moda presentando nuevos colores en maquillajes como
muestra de su apoyo a la diversidad ya existente en el mundo.

Sin embargo, el canon de belleza ha cambiado y ahora no solo aplica a mujeres,
sino a masas, la idea de que solo un grupo selecto puede verse elegante o tener
acceso a ciertos estilos ha cambiado con la democratización de la moda mediante
diseñadores alternos. No obstante, el clasismo sigue presente, de ahí que haya
quienes juzgaran duramente al influencer Guillermo Herrera por hablar de un estilo
de ropa elegante, pero a la vez usar el transporte público y si bien un tema no está
vinculado al otro, si es una muestra de cómo en México y seguramente en el resto
del mundo consideramos que atacar al otro detrás de una pantalla es algo válido.

Lo mismo ocurrió con Fátima Bosch, la mexicana que ganó Miss Universo pero
que al ser elegida como representante de México no recibió el mismo apoyo, su
triunfo tanto al interior del país como al exterior ha estado envuelto en polémicas,
primero por sus vínculos innegables con el poder. Fátima sin duda pertenece a las
élites mexicanas y aunque eso no le resta carisma ni méritos en la contienda, sí le
brinda puntos de ventaja pues su educación y panorama ya lleva de por sí un
privilegio. Aunque la belleza de Fátima ha sido elogiada tanto como la de sus
compañeras de concurso, lo destacable fue su participación en otro país, donde
alzó la voz. Podríamos verlo como un triunfo al feminismo, pero esta también
puede ser una nueva estrategia para posicionar marcas en un nuevo mercado
pues detrás de Miss Universo hay más que solo belleza, también hay contratos
millonarios con las distintas naciones.

De ahí que Raúl Rocha encontrara en este certamen una próspera idea de
negocios, pues sigue siendo un contexto donde se representa un ideal de belleza
que, aunque ha tenido modificaciones con los años sigue limitando a la mujer a
ciertos estándares, por otra parte, la popularidad de este certamen también es la
oportunidad de mostrar valores como los de Fátima: empoderamiento, empatía,

solidaridad y comunidad como se vio ante el abrazo colectivo de todas las
concursantes.

Vivimos en una era con exceso de información, donde cuesta distinguir lo real en
medio de tantos datos y avances tecnológicos, creemos fácilmente que una crema
puede brindar juventud eterna o que el dinero fácil a manos del narcotráfico puede
ser una salida ante problemáticas más complejas. El uso excesivo de dispositivos
móviles ha moldeado nuestro cerebro, pero también la percepción de la realidad,
al grado de considerar que la popularidad o los likes son equiparables al valor
personal.

El riesgo es evidente: cuando las apariencias se vuelven brújula, dejamos de
cuestionar y empezamos a imitar. Perdemos autonomía, entregamos criterio y
validamos modelos dañinos, discriminatorios o incluso peligrosos. La búsqueda de
una imagen ideal se convierte así en un mecanismo de control: de consumo, de
conducta y de pensamiento. Y aunque parezca un fenómeno superficial, sus
consecuencias son profundas en la autoestima, en las dinámicas sociales e
incluso en la vulnerabilidad de muchos jóvenes.

Frente a este panorama, no se trata de renunciar al deseo de vernos bien, sino de
preguntarnos para quién vivimos. Si lo hacemos para encajar en expectativas
ajenas, estaremos condenados a una insatisfacción permanente. La salida es
recuperar la autenticidad en una época que premia la ilusión: recordar que la
dignidad no depende del filtro ni del estatus, sino de la capacidad de habitar
nuestra identidad con honestidad. Solo así podremos dejar de vivir por las
apariencias y comenzar, al fin, a vivir de verdad.

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Opinión

El silencio que nadie debía escuchar

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A Matamoros le urgía una vitrina de gran formato, algo diferente a lo que nos tienen acostumbrados allá en el norte tamaulipeco. La tendrá el próximo 30 de noviembre, cuando se corra el Maratón Bicentenario 2025, el primero certificado en Tamaulipas y el único que sirve como pase clasificatorio a la “Carrera hacia Boston”. No es poca cosa.

Así, por fin la frontera se pone en el mapa del atletismo internacional con un evento que promete atraer competidores, familias y visitantes de ambos lados del río Bravo.
El Gobierno del Estado lo entiende así. Su apuesta por el turismo deportivo va en serio. La Secretaría de Turismo empujó con fuerza este proyecto para que la carrera no solo sea una fiesta deportiva, sino una oportunidad de promoción urbana para una ciudad que ha sobrevivido a oleajes económicos, migratorios y de inseguridad. Una oportunidad ideal para que el municipio mostrara músculo.

Sin embargo, en Tampico, durante la rueda de prensa previa, Matamoros terminó haciendo justo lo contrario, sí, exhibió un vacío.
Ahí, frente a medios de comunicación, la representante de la Secretaría de Turismo municipal, Myria Zeldin Leal Guajardo, no logró articular ni un esbozo de la oferta turística de su ciudad. Cuando se le lanzó la pregunta más básica —qué pueden encontrar y disfrutar los visitantes que asistirán al maratón—, su respuesta se limitó al cabrito y al taco de aguacate con queso. Un menú escueto para un municipio con uno de los acervos culturales más amplios de Tamaulipas.

El problema no es la gastronomía, sino la falta de una visión mínima. Matamoros es sede del Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas, con piezas y exposiciones de relevancia regional; alberga el Museo del Ferrocarril, que relata la historia económica que moldeó al noreste; guarda en el Museo del Agrarismo Mexicano una parte fundamental de la historia rural del país; y mantiene vivo el Museo Casamata, una fortaleza del siglo XIX que aún resguarda documentos, armas y vestigios que explican una parte de la identidad mexicana.

Pero nada de eso fue mencionado.
Tampoco la arquitectura del siglo XIX, la Casa Cross, ni la carga histórica que representan los episodios de la guerra México–Estados Unidos, estudiados incluso en universidades norteamericanas. Matamoros es la verdadera frontera histórica del país, pero el municipio presidido por Beto Granados, solo  decidió presentarlo como una parada rápida al cabrito.

La omisión no es menor. Con corredores provenientes de Texas, Nuevo León, Veracruz y Ciudad de México, esta era la mejor oportunidad para relanzar la imagen de la ciudad. El turismo deportivo no solo mueve atletas: mueve familias, derrama económica y narrativas positivas. Era el momento de presumir a la ciudad que guarda un patrimonio turístico cultural que otros municipios del estado, y del país, quisieran tener.

Pero la presentación dejó claro que Matamoros necesita más que un maratón, joder, necesita una estrategia turística profesional, políticos con altura de miras, no alcaldes y funcionarios que se creen guapos, funcionarios que tracen una propaganda basada en su riqueza real. El Gobierno del Estado ha hecho su parte. Ahora falta que el gobierno municipal aprenda a contar su historia.

El Maratón Bicentenario traerá deportistas, cámaras y atención. Ojalá también traiga el sacudón institucional que el municipio requiere para dejar de esconder su riqueza detrás de respuestas improvisadas, porque si no lo hicieron aquellas horas en las que el alcalde fue retenido por autoridades migratorias norteamericanas, pues, sabrá Dios que esperan esos matamorenses y sus carismáticas autoridades.

En la intimidad… Mientras Matamoros tropieza en la promoción, el municipio de Escobedo, Nuevo León, avanza con un empuje que se nota en cada cuadra. Andrés Mijes Llovera, alcalde reelecto para el periodo 2024-2027, gobierna con paso firme, respaldado por una administración que trabaja con velocidad de industrial neolonés y con la identidad tatuada de un tigre de corazón.

Escobedo vive una transformación acelerada, con inversión, infraestructura y una visión clara de crecimiento metropolitano. Quizá por eso no pasó desapercibido que Mijes se dejara ver en Tampico junto a un grupo de colaboradores, acompañando a la alcaldesa porteña, Mónica Zacil Villarreal Anaya, pues este fin de semana celebrarán el acto de hermanamiento entre ambas ciudades.

Tampico y Escobedo, dos polos estratégicos del noreste de México —uno industrial, otro logístico portuario— comienzan a tejer una relación que podría traducirse en desarrollo económico para Nuevo León y Tamaulipas. Mijes lo entiende y actúa. El hermanamiento no es solo un gesto diplomático: es una apuesta de futuro.

Y mientras algunos municipios olvidan contar su historia, otros la escriben todos los días, y entienden el papel de cada quien, claro, sin competencias absurdas, ni buscando una base extraterrestre.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Alejandro Fernández le pone un alto a la “normalización de la violencia”

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Alex Fernández hizo lo correcto. Y lo hizo en un momento en el que muchos prefieren seguir cantando como si nada pasara, como si México no estuviera cargando un luto que ya es “cotidiano”.

Alex decidió postergar su concierto del próximo 28 de noviembre en Uruapan, Michoacán, por respeto a la memoria del alcalde Carlos Manzo, asesinado hace apenas unas semanas durante la celebración del Día de Muertos. La indiferencia, la omisión, y la violencia arrebataron a un hombre que, con todas sus limitaciones institucionales, se había plantado frente al gobierno estatal y federal para exigir ayuda ante el desbordamiento criminal, que, vale decirlo, no es exclusivo de Michoacán, no, claro que no, el país se le va de las manos también a  los de morena, solo que estos, son señalados de ser aliados de criminales. 

Lo de Alejandro, no se trató de una cancelación por conveniencia ni una jugada administrativa. Fue un acto de sensibilidad. Fernández entendió que presentarse en el municipio que aún llora a su alcalde habría sido un gesto de desconexión absoluta con la realidad. Su responsabilidad como figura pública lo llevó a un mensaje sobrio, respetuoso y necesario;  México está de luto y se necesita un respiro, un espacio para reflexionar.

El artista tenía pactada su presentación como parte del «Voz de mi sangre Tour» en el Salón Los Telares. Uruapan esperaba una noche de música y fiesta, pero la tragedia que golpeó a la comunidad terminó imponiendo un silencio obligado. Miles ya habían salido a marchar para exigir justicia para la viuda de Manzo, Grecia Quiroz, y para los dos hijos que quedaron marcados por una violencia que no distingue puestos ni apellidos.

Alex Fernández se sumó a ese sentimiento colectivo. Reconoció el clima de violencia que sacude Michoacán y comunicó que el concierto será reprogramado. Fue un gesto que honra la memoria del alcalde y acompaña a una comunidad que necesita tiempo para procesar el miedo y la rabia.

Fernández, en su comunicado, extendió un llamado a la calma, al respeto y a la reflexión sobre la crisis que enfrenta el país. No fue un mensaje grandilocuente. Fue una postura firme que lo coloca como ejemplo para otros artistas, empresarios y organizaciones camarales que suelen mantenerse al margen, viendo la tragedia desde el escenario o desde el palco. Su decisión demuestra que la industria del entretenimiento también puede solidarizarse y que la música, antes de ser espectáculo, es un puente hacia la empatía.

Alejandro Fernández eligió el camino correcto: detenerse, mirar, escuchar el dolor ajeno y respetar. Ojalá más voces públicas tengan esa misma claridad ¡ojalá!

En la intimidad…. Lo siguiente es más que curioso; Durante recorridos de seguridad en la colonia Palmas Diamante, en Reynosa, elementos de la Guardia Estatal fueron abordados por un hombre que logró escapar de sus captores. Estaba maniatado y relató que había sido privado de la libertad a bordo de una camioneta y posteriormente trasladado a una casa donde permaneció cinco días retenido.

Los oficiales se dirigieron al domicilio señalado. Al ingresar encontraron a un segundo hombre en la misma condición, con los brazos atados y debilitado tras ocho días de cautiverio. En el lugar se aseguró un arma larga, tres cargadores y 45 cartuchos útiles.

Las víctimas fueron canalizadas para recibir atención médica, mientras que los indicios quedaron bajo resguardo y fueron puestos a disposición de la Unidad de Investigación de la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas. Ambos sobrevivientes ahora forman parte de una carpeta que deberá reconstruir los días de violencia que vivieron, en una ciudad donde la inseguridad sigue siendo un recordatorio permanente de lo que aún falta por resolver.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Generación sexta o solo una mala idea mal planeada

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La reciente movilización bautizada como protesta de la “Generación Z” terminó exhibiendo más torpeza que músculo social. No fue una radiografía del ánimo juvenil del país, sino un ejemplo claro de cómo una causa potencialmente válida puede diluirse cuando quienes la convocan no tienen un mínimo entendimiento del contexto, del calendario ni de la lógica social. Es decir, están en una vida paralela que los evidencia.

Aunque les duela, ahí les va. El primer error fue elemental, me refiero al haber convocado  en una fecha totalmente inconveniente. Hacer una marcha en pleno fin de semana largo, cuando el país está volcado al descanso, al consumo y a la derrama económica del Buen Fin, era garantizar que la conversación pública estaría lejos de temas políticos. Sin duda alguna, la mayoría de las personas estaba dedicada a aprovechar ofertas, viajar o convivir, no a revisar redes sociales con la intensidad habitual, mucho menos a sumarse a un movimiento cuya logística nunca quedó clara.

Ese desinterés natural se agravó con otro yerro de cálculo, sí, suponer que la ciudadanía, en días de asueto, iba a estar pegada al celular siguiendo contenido político. Las dinámicas digitales cambian en fechas festivas. Los hábitos se relajan.

Los organizadores ignoraron algo básico, que un movimiento que pretende irrumpir en el panorama nacional necesita que la gente esté atenta, no desconectada, incluso, que los burócratas estén en sus oficinas metidos en el trabajo, no pensando en sus vacaciones de fin de semana.

A ello se suma otro factor que, en regiones como la zona metropolitana de Tampico, era absolutamente previsible. Las protestas que presumen ser impulsadas por juventudes terminan fracasando cuando carecen de liderazgos jóvenes realmente genuinos. La convocatoria no prendió entre los sectores juveniles más activos de la zona. Y era lógico, esos jóvenes han demostrado, una y otra vez, que no siguen causas improvisadas ni proyectos sin estructura, es más, andan en otro mundo. El vacío lo llenaron adultos, opositores tradicionales, voces ya conocidas, lo cual terminó por romper la idea de una expresión auténticamente generacional, sí, mi tía Laura allí andaba y eso que ya le batalla para caminar, pero, como sea, le reconozco su valentía y empuje por amor a México.

En otras palabras, los organizadores quisieron presentar una irrupción juvenil, pero entregaron un acto dominado por adultos que, además, llegaron sin una narrativa cohesionada y sin capacidad para capitalizar políticamente el momento. No hubo claridad en las demandas, no hubo método, no hubo conducción. Una protesta sin brújula se convierte rápidamente en ruido blanco. Y eso fue.

La falta de logística se hizo evidente desde antes del arranque. No hubo estructura, no hubo planeación territorial, no hubo un mapa mínimo de operación. La protesta se fue inflando digitalmente, pero sin sustancia organizativa detrás. Y cuando un movimiento nace sin estructura, cualquier actor político puede absorberlo, distorsionarlo o utilizarlo para justificar lo que convenga. Ahí es donde entran personajes como los maromeros de Morena, expertos en convertir las fallas ajenas en excusas para refrescar sus narrativas y justificar sus propios excesos y abusos de poder. Les dejaron el camino demasiado fácil.

Es necesario decirlo con franqueza: esta protesta dejó ver un hartazgo social, hay deseos de cambio, hay jóvenes que quieren hacer algo distinto, pero, los organizadores desperdiciaron una oportunidad importante. En vez de incomodar al sistema, le regalaron una válvula de escape. En lugar de presionar, permitieron que se respirara. Cuando un movimiento no logra convertirse en un punto de quiebre, termina siendo un despresurizador que, lejos de tensar, relaja al poder.

Manifestarse no es una ocurrencia, es una estrategia. No es un hashtag, es una operación. No es un impulso, es una responsabilidad. Si se pretende construir un movimiento que represente a una generación completa, se necesita algo más que entusiasmo. Se requiere método, logística, inteligencia, una lectura fina del contexto y sobre todo la capacidad de convertirse en un verdadero contrapeso.

En la intimidad… Mientras unos improvisan protestas sin rumbo, otros sí están construyendo espacios de reflexión y diálogo con impacto real. Los días 6 y 7 de noviembre, la Universidad Autónoma de Tamaulipas, en coordinación con la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, el Gobierno del Estado y diversas instituciones, fue sede de los Diálogos sobre la Reforma Electoral. No fue un evento menor. La UAT abrió simultáneamente sus espacios físicos y virtuales en Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Ciudad Victoria, Mante y Tampico para un ejercicio plural que reunió autoridades, especialistas y comunidad universitaria.

El resultado fue contundente: más de tres mil propuestas recabadas y más de cinco mil asistentes. Un documento académico ya fue elaborado como testimonio de este esfuerzo colectivo.

El rector Dámaso Anaya Alvarado destacó la relevancia histórica del ejercicio para la Universidad, señalando que este proceso consolidó a la UAT como referente nacional en la formación de ciudadanía crítica y pensamiento democrático. Subrayó que la institución abrió sus puertas como nunca antes para un análisis profundo del sistema electoral mexicano, permitiendo que la ciudadanía reflexionara sobre los pilares que sostienen la vida democrática del país.

El rector reconoció la visión de la presidenta Claudia Sheinbaum por impulsar una reforma electoral incluyente y agradeció al gobernador Américo Villarreal Anaya la confianza depositada en la capacidad académica y social de la institución. Extendió también su reconocimiento al INE, al IETAM y a todas las instituciones públicas y privadas que respaldaron esta jornada cívica.

Mientras algunos movimientos sociales se desinflan por falta de método, la Universidad, desde la academia, está marcando ruta: abrir espacios, escuchar, debatir, construir y aportar. Esa es la diferencia entre la improvisación y la transformación.

davidcastellanost@hotmail.com
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