Este domingo 1 de junio no fue un día cualquiera. En Tamaulipas se escribió una página inédita para la democracia mexicana: por primera vez, las y los ciudadanos eligieron de forma directa a quienes integrarán el nuevo Poder Judicial, tanto en el plano estatal como federal. Un acto que, más allá de su peso jurídico y político, simboliza la madurez que va adoptando nuestra cultura democrática.
El gobernador Américo Villarreal Anaya, acompañado por su esposa, la doctora María de Villarreal, presidenta del DIF estatal, llegó pasado el mediodía a la casilla 1593 básica, instalada en la Universidad Pedagógica Nacional. Ahí, con la serenidad de quien cree en la fuerza del pueblo, reiteró que en Tamaulipas todo marchaba bien. Votar era no solo un derecho, sino un deber histórico. “Salgan y sufraguen por los candidatos que consideren y conocen que pueden hacer un buen desempeño”, sentenció el mandatario antes de ingresar a emitir su voto.
Quienes conocen a Américo Villarreal saben que no es hombre de estridencias. Su llamado fue sobrio, sin estridencias protagónicas, y con un claro mensaje: “Que esa sea la expresión de su deseo democrático”. Sin duda, palabras que invitan a reflexionar sobre el peso del sufragio en tiempos donde se intenta resquebrajar la legitimidad de las instituciones desde la desinformación y el desinterés.
Por su parte, otro actor clave del movimiento de regeneración democrática en el estado, el diputado presidente de la Junta de Coordinación Política, Humberto Prieto Herrera, también se sumó al proceso electoral. Acompañado por su esposa Verónica Garza y sus hijos, Prieto Herrera ejerció su voto en la casilla 2160 de Reynosa. “Hoy elegimos al Nuevo Poder Judicial… sé parte de la Historia de la Democracia Moderna”, pronunció el legislador.
Y es que, más allá de posturas partidistas, este tipo de procesos son la esencia misma de un régimen que busca ser representativo, participativo y justo. Se votó en todos los municipios, como lo afirmó el gobernador, y eso debe celebrarse. En un país donde durante décadas la justicia era elegida entre pasillos oscuros y acuerdos de poder, hoy las y los tamaulipecos pudieron opinar con tinta indeleble quién debe impartir justicia.
La jornada electoral aún no concluye al momento de escribir estas líneas. Las casillas cierran a las seis. Pero más allá de los resultados, lo verdaderamente importante ya ocurrió: Tamaulipas eligió y lo hizo en paz. Eso es democracia. Eso es historia.
En la intimidad… Mientras la atención mediática y política se concentra en los comicios judiciales, desde el corazón científico de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, una joven agrónoma está gestando una revolución silenciosa, pero igual de trascendente. Su nombre es Paola Elizabeth Hernández Meléndez, y su causa es la tierra.
Paola, egresada de la carrera de Ingeniería Agronómica y actualmente estudiante de la maestría en Sistemas Agropecuarios y Medio Ambiente, ha desarrollado una fórmula herbicida natural que podría marcar el inicio del fin para los dañinos químicos que amenazan la salud del campo y de quienes lo trabajan. Su tesis, titulada “Actividad herbicida de extractos polifenólicos en pre y postemergencia sobre el cultivo de frijol”, ya fue reconocida como la mejor investigación de licenciatura por la Academia Tamaulipeca de Investigación Científica y Tecnológica.
Este proyecto, nacido del amor por la naturaleza y la ciencia, busca eliminar la maleza usando compuestos naturales extraídos de plantas como la gobernadora, el eucalipto, la hoja sen y la cáscara de nuez. Lejos del laboratorio frío, las pruebas fueron realizadas en el rancho “Las Águilas” de la FIC en Padilla, Tamaulipas. ¿El resultado? Prometedor: una alternativa viable, sustentable y efectiva frente a productos como Atrazina y Faena.
Respaldada por un sólido equipo académico, Paola se perfila como una de las nuevas voces de la agroecología mexicana. En tiempos donde el campo clama por justicia, su propuesta no es solo un avance técnico, es un acto de compromiso con la vida, con el medio ambiente y con la alimentación del mañana. Mientras algunos hacen historia desde las urnas, otros la escriben con ciencia y amor por la tierra. Y eso, también, es democracia.
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