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En  “Ojos Bien Cerrados “ (Eyes Wide Shut), el décimo tercero y último largometraje de Stanley Kubrick (1999, con Tom Cruise y Nicole Kidman), el protagonista se ve inmerso, dentro del primer tercio de la trama, en una lujosa mansión donde hombres y mujeres se entregan a todo tipo de instintos y deseos carnales en una bacanal, ataviados únicamente por una máscara y, si acaso y tratándose de una que otra fémina, un coqueto par de zapatillas.  Lo que cualquier adulto identifica clara y simplistamente como una orgía, bien podría ser la sátira del paraíso perdido a la inversa: en vez de la pareja original, múltiples apareamientos y sobre-apareamientos.  En lugar de hombre y mujer, cualquier diversidad de relaciones (sí, justo como lo exige una buena parte de la sociedad actual que alega ser progresista).   En vez de ir a multiplicarse, multiplicar para venir… sí.  Y en lugar de llevar cubiertas las partes más pudendas para ocultar su vergüenza, tapan sus rostros con máscaras y antifaces para no tener decoro, recato alguno, en su desvergüenza al desnudo.  Al ficticio personaje que estelariza esa historia nadie lo llevó a la fuerza a ese lugar, a ese ostentoso y enorme palacete donde lo mismo cabe la misa negra de una cofradía ocultista, que innumerables alcobas para la práctica de los placeres menos imaginados.  Un sitio donde no es necesario fajarse… más que unos a otros.

Algo totalmente distinto a lo que le pasó, en una noche negra también, pero con nada en común con el filme, al futbolista victorense del club Olympiacos, de Grecia, Alan Pulido, quien no solamente hubo de sufrir el hecho de que una velada festiva se tornara en tragedia por su propio secuestro casi a la medianoche del sábado pasado, sino que además y después de toda aquella odisea en la que él mismo debió ser quien se librara de sus captores con auténtica ayuda de la Divina Providencia, ahora y apenas iniciar la mañana de la actual semana hábil, ha tenido que embuchacarse toda suerte de burlas, especulaciones, críticas, falsas teorías, incredulidades e incluso envidias de una multitud de opinadores, columnistas, entrevistadores y usuarios de redes sociales que, activistas como son de escritorio, han puesto en entredicho así, a la ligera, ya no digamos sola y llanamente la versión oficial de las autoridades, sino también el testimonio de él mismo, el de su hermano y su familia entera.  El muchacho, que para poder huir de su cautiverio debió fajarse bien los pantalones para fajarse a golpes con el “cuidador” que se encargaba de vigilarlo en aquella casa de seguridad (exactamente lo contrario a la mansión de “Ojos Bien Cerrados”), parece no terminar su calvario, pues apenas al atardecer de este martes, el día después del juicio, deliberación y sentencia de las redes sociales que lo condenaron culpable, ha sido enterado oficialmente de que fue el concubino o esposo de su propia prima el que “lo puso” a sus secuestradores: el que les dio el pitazo, pues, para que fueran por él la noche de la fiesta previa a su rapto.

Ah, no: pero a Alan Pulido, el jugador de futbol profesional, ahora cualquier fulano, hijo de tal por cual, puede ahora juzgarlo y poner en duda sus palabras, su privación ilegal de la libertad sufrida en carne propia, su calidad de víctima, tan sólo porque “ya nadie cree en las instituciones ni en los políticos”…?  ¡Qué sabrosos salimos!  ¿Entonces qué: para poder creerle al último de los famosos secuestrados que, a diferencia de la mayoría, logró salir casi ileso, vivir para contarla, debió ser no un futbolista, sino un boxeador, luchador, karateca, taekwondoín o practicante de las artes marciales mixtas…?  Sepámoslo: para llevar los pantalones bien puestos, un hombre no necesita llevar sus piernas cubiertas mientras descansa o realiza su profesión.  Bien puede ser un futbolista, un hombre que se gana la vida en pantalón corto, casi en calzoncillos, pero tenerlos más fajados que cualquier bocón de barrio.  Y no necesita mostrarles a los demás, ningún hombre que lleve sus pantalones bien fajados como en el caso de Alan Pulido, que es capaz de enfrentar a sus enemigos para que todo mundo esté a gusto y le crea.  ¿O qué: debió entonces tomarse la “selfie” con su verdugo sometido, como trofeo paquidérmico de monarca español, para que todos le creamos?  ¿Debió autograbarse en video con el mismo celular del que despojó al criminal mientras corría para que nadie anduviera hablando de él a lo… “heróico”?

Opinión

Generación sexta o solo una mala idea mal planeada

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La reciente movilización bautizada como protesta de la “Generación Z” terminó exhibiendo más torpeza que músculo social. No fue una radiografía del ánimo juvenil del país, sino un ejemplo claro de cómo una causa potencialmente válida puede diluirse cuando quienes la convocan no tienen un mínimo entendimiento del contexto, del calendario ni de la lógica social. Es decir, están en una vida paralela que los evidencia.

Aunque les duela, ahí les va. El primer error fue elemental, me refiero al haber convocado  en una fecha totalmente inconveniente. Hacer una marcha en pleno fin de semana largo, cuando el país está volcado al descanso, al consumo y a la derrama económica del Buen Fin, era garantizar que la conversación pública estaría lejos de temas políticos. Sin duda alguna, la mayoría de las personas estaba dedicada a aprovechar ofertas, viajar o convivir, no a revisar redes sociales con la intensidad habitual, mucho menos a sumarse a un movimiento cuya logística nunca quedó clara.

Ese desinterés natural se agravó con otro yerro de cálculo, sí, suponer que la ciudadanía, en días de asueto, iba a estar pegada al celular siguiendo contenido político. Las dinámicas digitales cambian en fechas festivas. Los hábitos se relajan.

Los organizadores ignoraron algo básico, que un movimiento que pretende irrumpir en el panorama nacional necesita que la gente esté atenta, no desconectada, incluso, que los burócratas estén en sus oficinas metidos en el trabajo, no pensando en sus vacaciones de fin de semana.

A ello se suma otro factor que, en regiones como la zona metropolitana de Tampico, era absolutamente previsible. Las protestas que presumen ser impulsadas por juventudes terminan fracasando cuando carecen de liderazgos jóvenes realmente genuinos. La convocatoria no prendió entre los sectores juveniles más activos de la zona. Y era lógico, esos jóvenes han demostrado, una y otra vez, que no siguen causas improvisadas ni proyectos sin estructura, es más, andan en otro mundo. El vacío lo llenaron adultos, opositores tradicionales, voces ya conocidas, lo cual terminó por romper la idea de una expresión auténticamente generacional, sí, mi tía Laura allí andaba y eso que ya le batalla para caminar, pero, como sea, le reconozco su valentía y empuje por amor a México.

En otras palabras, los organizadores quisieron presentar una irrupción juvenil, pero entregaron un acto dominado por adultos que, además, llegaron sin una narrativa cohesionada y sin capacidad para capitalizar políticamente el momento. No hubo claridad en las demandas, no hubo método, no hubo conducción. Una protesta sin brújula se convierte rápidamente en ruido blanco. Y eso fue.

La falta de logística se hizo evidente desde antes del arranque. No hubo estructura, no hubo planeación territorial, no hubo un mapa mínimo de operación. La protesta se fue inflando digitalmente, pero sin sustancia organizativa detrás. Y cuando un movimiento nace sin estructura, cualquier actor político puede absorberlo, distorsionarlo o utilizarlo para justificar lo que convenga. Ahí es donde entran personajes como los maromeros de Morena, expertos en convertir las fallas ajenas en excusas para refrescar sus narrativas y justificar sus propios excesos y abusos de poder. Les dejaron el camino demasiado fácil.

Es necesario decirlo con franqueza: esta protesta dejó ver un hartazgo social, hay deseos de cambio, hay jóvenes que quieren hacer algo distinto, pero, los organizadores desperdiciaron una oportunidad importante. En vez de incomodar al sistema, le regalaron una válvula de escape. En lugar de presionar, permitieron que se respirara. Cuando un movimiento no logra convertirse en un punto de quiebre, termina siendo un despresurizador que, lejos de tensar, relaja al poder.

Manifestarse no es una ocurrencia, es una estrategia. No es un hashtag, es una operación. No es un impulso, es una responsabilidad. Si se pretende construir un movimiento que represente a una generación completa, se necesita algo más que entusiasmo. Se requiere método, logística, inteligencia, una lectura fina del contexto y sobre todo la capacidad de convertirse en un verdadero contrapeso.

En la intimidad… Mientras unos improvisan protestas sin rumbo, otros sí están construyendo espacios de reflexión y diálogo con impacto real. Los días 6 y 7 de noviembre, la Universidad Autónoma de Tamaulipas, en coordinación con la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, el Gobierno del Estado y diversas instituciones, fue sede de los Diálogos sobre la Reforma Electoral. No fue un evento menor. La UAT abrió simultáneamente sus espacios físicos y virtuales en Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Ciudad Victoria, Mante y Tampico para un ejercicio plural que reunió autoridades, especialistas y comunidad universitaria.

El resultado fue contundente: más de tres mil propuestas recabadas y más de cinco mil asistentes. Un documento académico ya fue elaborado como testimonio de este esfuerzo colectivo.

El rector Dámaso Anaya Alvarado destacó la relevancia histórica del ejercicio para la Universidad, señalando que este proceso consolidó a la UAT como referente nacional en la formación de ciudadanía crítica y pensamiento democrático. Subrayó que la institución abrió sus puertas como nunca antes para un análisis profundo del sistema electoral mexicano, permitiendo que la ciudadanía reflexionara sobre los pilares que sostienen la vida democrática del país.

El rector reconoció la visión de la presidenta Claudia Sheinbaum por impulsar una reforma electoral incluyente y agradeció al gobernador Américo Villarreal Anaya la confianza depositada en la capacidad académica y social de la institución. Extendió también su reconocimiento al INE, al IETAM y a todas las instituciones públicas y privadas que respaldaron esta jornada cívica.

Mientras algunos movimientos sociales se desinflan por falta de método, la Universidad, desde la academia, está marcando ruta: abrir espacios, escuchar, debatir, construir y aportar. Esa es la diferencia entre la improvisación y la transformación.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

La economía y los pueblos mágicos 

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La economía, como concepto y como ejercicio cotidiano, suele parecer un territorio para especialistas. Sin embargo, cuando una institución pública decide abrir sus puertas a la discusión global, es posible apreciar que detrás de cada indicador, cada gráfica y cada decisión de política pública, hay implicaciones directas para la vida de los ciudadanos. La Semana Internacional de la Economía, organizada por la Facultad de Comercio y Administración Victoria de la UAT, dejó claro que Tamaulipas requiere de más diálogos como este: conversaciones serias, informadas y sin triunfalismos, que permitan comprender hacia dónde se mueve el país y cuáles son las rutas que podrían mejorar el futuro inmediato de la región.

Durante cinco días, del 10 al 14 de noviembre, académicos e investigadores de organismos nacionales e internacionales se presentaron ante estudiantes que, quizá sin saberlo, están siendo testigos de un momento crucial para México. El panel inaugural, dedicado a la transición energética y al nearshoring, reunió a voces que han seguido de cerca fenómenos que ya impactan a la industria, el comercio y las finanzas en la frontera noreste.

El Dr. Rafael Alejandro Vaquera Salazar, la Dra. Yolanda Villegas González y la Dra. Ruth Azucena Bordallo Favela expusieron un panorama en el que México y Tamaulipas enfrentan tanto oportunidades de inversión como desafíos regulatorios. La transición energética, más que un concepto aspiracional, se ha convertido en un reto inmediato que exige visión, infraestructura y decisiones responsables. El nearshoring, por su parte, continúa atrayendo movimientos corporativos que redefinen cadenas productivas completas y que obligan a las regiones a estar preparadas técnica, administrativa y laboralmente.

En otra jornada, el especialista del Banco de México, Dr. Leonardo Torre Cepeda, recordó algo que suele quedar rezagado en las narrativas políticas: sin productividad no hay crecimiento real. Su análisis regional sobre el periodo 2006-2025 evidenció que la mejora de salarios, la competitividad y la estabilidad económica dependen de manera directa del rendimiento laboral y de la capacidad para generar valor. Lo que expuso no es un pronóstico, sino una advertencia: la productividad debe asumirse como un proyecto de Estado, pero también como una responsabilidad social que involucra a empresas, gobiernos y universidades.

A lo largo de la semana se sumaron actividades que permitieron a los estudiantes contrastar experiencias e investigaciones con enfoques diversos. Desde el conversatorio con alumnos de intercambio, hasta el Panel de Egresados, la UAT mostró una comunidad académica que dialoga con el mundo y que busca ampliar sus horizontes. El Dr. Jorge Omar Moreno Treviño abordó la relación entre transporte público y brecha de género en el mercado laboral, mientras que el Dr. Nahuel Oddone, de CEPAL, habló de políticas de desarrollo productivo en México, un tema que sigue siendo un pendiente nacional.

El cierre incluyó un análisis subnacional de políticas productivas, a cargo del Dr. Ramiro Esqueda Walle y del Dr. Francisco García Fernández, y un taller peculiar pero necesario: “Economía que se entiende”, una introducción a la lengua de señas que representa el tipo de inclusión educativa que debería ser constante.

La Semana Internacional de la Economía no fue un acto protocolario; fue un ejercicio de actualización académica que resalta la importancia de que la UAT continúe vinculándose con organismos que tienen mucho que aportar al desarrollo regional. En un estado que enfrenta desafíos complejos, eventos como este permiten abrir el diálogo y preparar mejor a quienes estarán involucrados en la toma de decisiones públicas y privadas durante la próxima década.

En la intimidad…El sur de Tamaulipas vive un momento de reposicionamiento turístico. En Pachuca, durante la séptima edición del Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos, la alcaldesa de Tampico, Mónica Villarreal Anaya, recibió la estafeta para que la ciudad sea sede en 2026 de uno de los eventos más relevantes de promoción turística del país.

Ante representantes del sector, Villarreal Anaya destacó la ubicación estratégica de Tampico, que funge como punto de conexión natural con la Huasteca y con los destinos emblemáticos de Tamaulipas, como Tula y Ciudad Mier. La alcaldesa aseguró que la edición 2026 permitirá consolidar la oferta turística de la zona sur, detonando la derrama económica para hoteleros, restauranteros, transportistas y prestadores de servicios.

Acompañada por Karime Cámara Chaín, titular municipal de turismo, la alcaldesa puntualizó que su administración ya trabaja con las instancias federal y estatal para garantizar condiciones de logística, movilidad y seguridad. El reto es considerable, pero también lo es la oportunidad: más de 170 pueblos mágicos del país confluirán en un mismo punto, llevando consigo cultura, identidad y comercio.

Tampico se prepara para recibirlos. Y esta vez, la responsabilidad no es solo organizar un evento, sino demostrar que el sur de Tamaulipas tiene la capacidad y la visión para consolidarse como un referente turístico nacional.

davidcastellanost@hotmail.com

@dect1608

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Opinión

Entre el desencanto y la oposición

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

Carlos Manzo fue uno más de los alcaldes que se sumó a la lista de ejecutados y
abatidos por el crimen organizado, sin embargo, su muerte no quedó como un
titular más, desde el pasado 1 de noviembre, después de recibir múltiples balazos
en medio de un evento público, frente a su familia y la comunidad, su muerte
resuena como una señal de desencanto ante la constante inseguridad del país.
Su trayectoria era una oposición en sí, pues, aunque formó parte de Morena por
corto tiempo, también mostraba una clara oposición a estrategias de seguridad,
pues su vida estuvo ligada en todo momento a múltiples eventos trágicos como la
pérdida de familiares y toparse constantemente con cuerpos inertes a manos de
grupos armados. Su propia historia fue la motivación para desear un espacio
distinto para nuevas generaciones, la seguridad era su prioridad y sabía el riesgo
que conllevaba.
Ahora su muerte es el símbolo de procesos de reclutamiento juvenil por parte del
crimen organizado, quien le disparó ni siquiera cumplía con la mayoría de edad,
prueba constante de cómo el crimen organizado busca múltiples maneras de
adiestrar a niños y jóvenes, quienes de igual forma terminan perdiendo la vida.
Carlos conocía las formas de operar, sabía que Michoacán era un terreno fértil
agrícola, pero también para la delincuencia y de ahí que sea un territorio constante
en disputa por los cárteles. Quien fuera alcalde de Uruapan había mostrado
públicamente su desencanto con el gobierno en turno y tenía su propio
movimiento, el del sombrero, mismo que hoy en día surge como una posible
oposición. En 2024 demostró que las candidaturas independientes podían vencer
al movimiento de regeneración nacional que, si bien había ganado fuerza a lo
largo y ancho del país, también hubo al menos 11 alcaldías independientes en
México que buscaban nuevas alternativas.
Recién celebrada la llamada marcha de la generación Z, esta surge como un
nuevo llamado de hartazgo sobre la violencia y la inseguridad, utilizó el sombrero
como símbolo de esperanza, pidió a las autoridades justicia sobre el asesinato de
Carlos Manzo, uno más de tantos servidores públicos que son abatidos a manos
del crimen organizado, sin embargo, en la marcha no solo hubo jóvenes
integrantes de la generación Z, la marcha fue multigeneracional, pues el llamado
de atención fue colectivo.
¿Fue una marcha organizada por la oposición? Es posible que sí, un espacio
aprovechado por partidos que llevan años queriendo retomar el rumbo y
aprovechan cualquier oportunidad para señalar las fallas del gobierno en turno,
pero también es cierto que la respuesta al llamado no es por desinformación, es

por la necesidad de un gobierno mejor que parece no presentarse bajo ningún
color. Hay un desencanto colectivo de quienes veían esperanza en un gobierno
del pueblo y que al igual que los anteriores solo se ha servido del pueblo,
principalmente en los niveles locales donde el pueblo viste Carolina Herrera,
derrocha opulencia en lugar de austeridad y con sobrada soberbia se saben
protegidos por un partido más.
La marcha del fin de semana tendrá su interpretación según el cristal con que se
mire, desde la represión que días antes acordonó la capital o de quienes se
quedan con disturbios generados por personas que incluso podrían no haber sido
realmente partícipes de una marcha o quizás representa un llamado de ayuda de
un porcentaje que vive en total amenaza por crímenes que no se resuelven y en
medio de un país donde persiste la impunidad.
Si incluso la presidenta es víctima de acoso ante los ojos públicos, si la seguridad
de quien cuida del país también está amenazada ¿no debería ser un llamado de
auxilio para todos?, la marcha puede pasar como una más, al igual que lo pudo
ser el asesinato de Carlos Manzo, sin embargo, de pequeños eventos suceden
grandes cambios y mientras haya quien se sume a la lucha quizás el desencanto
se pueda transformar en una verdadera acción de cambio.

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Opinión

El eco de Michoacán y la advertencia del norte

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Otra vez Michoacán. Otra vez el gobierno federal con el uniforme de la esperanza y el gesto de la autoridad. En 2006, Felipe Calderón bajó de un helicóptero para anunciar el “Operativo Conjunto Michoacán”, y con él, la famosa —y sangrienta— “guerra contra el narcotráfico”. Hoy, Claudia Sheinbaum presenta su “Plan Michoacán por la Paz” como la primera gran prueba de fuego de su administración.

Cambia el discurso, cambia el tono… pero el escenario es el mismo: un crimen que desafía al Estado, un gobierno que promete paz y un país que escucha, escéptico, los tambores que dicen no ser de guerra.

La presidenta evita cuidadosamente las palabras que marcaron la época calderonista. No habla de enemigos ni de “combates frontales”, prefiere hablar de reconstrucción, justicia y tejido social. Pero el lenguaje no cambia la geografía de la violencia: Michoacán sigue siendo el epicentro del temblor nacional, ese punto donde la realidad se impone a la retórica.

Y aunque el nombre del plan suene conciliador, en el terreno la narrativa se diluye. Los despliegues militares se multiplican, los retenes se endurecen, las operaciones llevan consigo la misma fragancia del pasado: la del poder que busca imponer orden sin entender que el miedo, en México, se volvió un idioma que todos dominamos.

Mientras tanto, el norte del país empieza a vibrar en una frecuencia muy parecida a la que en otro tiempo destruyó la estabilidad de Tamaulipas. En las carreteras que conectan los ductos y las terminales, los transportistas de combustibles han comenzado a vivir bajo amenaza. En los patios de carga, los hombres duermen dentro de las cabinas, cuidando más su tanque que su vida. El robo, la extorsión y los bloqueos son ya parte del paisaje cotidiano.

Y el murmullo crece.
El de los choferes, los empresarios, los sindicatos que empiezan a coordinarse, discretamente, cansados de pagar piso y de enterrar compañeros. Se oyen rumores de un paro en cadena, de una maniobra calculada para frenar el flujo de combustible… incluso del que surte a los aeropuertos. Un movimiento así —si ocurre— no sería solo una protesta: sería una sacudida económica capaz de poner a prueba la estabilidad de un gobierno que presume paz mientras su infraestructura energética se tambalea.

Tamaulipas ya conoce ese libreto. Lo vivimos cuando las carreteras se volvieron territorios prohibidos, cuando los policías locales dejaron de servir a la ley y empezaron a servir a sus verdugos. La historia se repite con la frialdad de quien no teme ser descubierta. Hoy, en las comandancias de algunos municipios fronterizos, se respira ese mismo tufo que precede a la infiltración: el silencio cómplice, las patrullas que desaparecen a ciertas horas, los informes que nunca llegan.

Sheinbaum promete no caer en los errores del pasado, pero las señales no son alentadoras. La “guerra” ya no se llama guerra, se llama plan; los soldados ya no son ejército, son Guardia Nacional; y las cifras, en lugar de cuerpos, son porcentajes cuidadosamente alineados en las conferencias de prensa.

En Palacio Nacional parecen convencidos de que las gráficas bastan para contener la realidad. Que mientras los números bajen, el país respira. Pero allá afuera, en las carreteras del norte, los transportistas saben que la estadística no frena balas ni impide cobros de piso. Y los michoacanos —esos que ya vieron este ciclo antes— saben que los planes por la paz suelen nacer de la guerra que se niega a ser llamada por su nombre.

Tamaulipas, durante el calderonismo, fue la advertencia que nadie quiso leer. Hoy vuelve a asomar su sombra: una frontera en tensión, policías divididos, crimen que se adapta más rápido que la política.

Quizá el gobierno no quiera escucharlo, pero el país entero siente ese rumor incómodo, el que anuncia que algo grande se está gestando bajo la superficie. Y cuando los camiones de combustible se detienen, cuando el rugido de los motores calla en señal de protesta, el eco no solo se escucha en las terminales o los aeropuertos: retumba en el corazón del poder.

Porque a veces, la historia no se repite por destino… sino porque el poder se empeña en no aprender de su propio espejo.

En la intimidad…  El rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Dámaso Anaya Alvarado, visitó la Escuela Preparatoria No. 3 con el propósito de extender el vínculo con su comunidad estudiantil, académica y administrativa, además de constatar los avances en infraestructura y desarrollo académico que impulsa este plantel universitario.

Durante su recorrido, realizado en el marco del programa “Un día con tu rector”, Dámaso Anaya fue recibido por la directora del plantel, Maribel Soberón García, junto con docentes y estudiantes, quienes compartieron los logros, proyectos y experiencias que distinguen a esta preparatoria.

El rector destacó la importancia de mantener un contacto directo con la comunidad universitaria escuchando de primera mano sus inquietudes y acompañando sus avances, como parte de una administración cercana y comprometida con todos los programas educativos de la UAT.

Como parte de su visita, constató el avance de la construcción de la techumbre en la explanada central, que servirá para actividades sociales, culturales y deportivas, y que forma parte del compromiso institucional de mejorar los entornos educativos y promover la convivencia estudiantil.
Asimismo, recorrió el centro de cómputo, recientemente modernizado con 40 nuevas computadoras de última generación y tres pantallas interactivas instaladas tanto en el área de cómputo como en aulas del plantel.

Durante su estancia, el rector conoció al grupo del programa bilingüe, una de las principales fortalezas académicas de la Preparatoria No. 3, que permite a los jóvenes cursar diversas asignaturas en inglés, fortaleciendo sus competencias lingüísticas, comunicativas y de liderazgo desde el nivel medio superior.

El rector expresó su reconocimiento al trabajo de los docentes y al esfuerzo de los estudiantes que participan en este programa, reiterando su interés en fortalecer la enseñanza del idioma inglés y en promover el desarrollo integral del estudiantado de este nivel educativo.

En otro punto del recorrido, sostuvo un diálogo cercano con el personal docente que participa en el curso de homologación de Unidades de Enseñanza-Aprendizaje, quienes compartieron sus experiencias y reflexiones sobre los procesos de enseñanza en el nivel medio superior. Asimismo, visitó las aulas, el laboratorio de ciencias, estands de emprendimiento estudiantil y diferentes espacios del plantel, donde convivió con alumnos destacados, reconociendo su entusiasmo, talento y compromiso con la comunidad universitaria.

Con esta visita, el rector reafirma su compromiso de impulsar una educación media superior de calidad, cercana y transformadora, centrada en el crecimiento académico, humano y social de sus estudiantes, fortaleciendo con ello la misión institucional de servir con excelencia a la sociedad tamaulipeca.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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