Tampico Tamps.- «Viajo por el mundo y los siete mares, todos están buscando algo… uno de ellos quiere abusar de ti, uno de ellos quiere que abusen de sí…», rezaban algunas de las muy repetitivas estrofas de aquella melodía con la que, en enero de 1983, el dúo británico «Eurythmycs» se lanzó al mercado y tuvo éxito, para empezar, justamente con ese sencillo.
«Sweet Dreams (Are made of this)» fue el título del track que, dentro del entonces naciente género synthpop, sonó fuerte en la radio, las discotheques y grabadoras de los adolescentes y jóvenes en aquella década de los 80, y todavía siguió siendo escuchada por más de una década en los salones de baile de todo el mundo.
El videoclip hecho para esa canción en específico muestra a una vocalista luciendo un macabro tono rojizo en su cabello con corte varonil, y vistiendo de hecho un traje y corbata obscuros, mientras entona: «De esto están hechos los dulces sueños, ¿quién soy yo para estar en desacuerdo…?».
Sin embargo, lo escalofriante del video, hoy en día, no es en sí la apariencia de su protagonista, sino los muy singulares elementos abstractos o surrealistas que ahí se puede observar, y que coinciden en algo con la realidad actual: una persona utilizando un teclado de computadora mientras en la pantalla del monitor que tiene instalado se puede ver un mundo dando vueltas, y el cable que conecta a ambas partes del dispositivo no es otro que el conductor enroscado que entonces empleaban los teléfonos.
En el audiovisual se puede ver también dos tipos de bestias: vacas, que sólo sirven para producir (leche o carne) y se la pasan rumiando con las cabezas regularmente hacia el suelo (justo como andan hoy muchas personas debido a los dispositivos móviles); y un asno, animal de carga, nacido sólo para el trabajo.
«Uno de ellos quiere usarte, uno de ellos quiere ser utilizado…», continúa diciendo la letra de esa canción a la que separan tres décadas y media de nuestro tiempo presente: una época en la que viajar por el mundo y los siete mares frente a un artefacto que sirve también para comunicarse telefónicamente es no sólo de lo más usual, sino incluso imprescindible para casi todo el planeta.
En esos lejanos días de 1983 la computadora era apenas un aparato presente únicamente en oficinas y escuelas, y en la transmisión de datos alcanzaba si acaso para la escritura alfanumérica mediante sofisticados lenguajes codificados: la internet empezó a popularizarse en todo el orbe sólo unos quince años más tarde, y los dispositivos móviles que hoy en día conocemos como «androids» llegaron al mercado global un decenio después.