Los seres humanos tendemos a mentalizarnos en muchas circunstancias, cuando las cosas no van bien mucho depende de nosotros que no nos afecte demasiado la situación que estamos atravesando, nuestra actitud es la que nos ayuda a salir de nuestros problemas de una forma más rápida.
La actitud siempre ayuda, y no sólo en cuestión de problemas o circunstancias difíciles, sino que existen también algunos factores que influyen en la vida de muchas personas. Como la fe, esa que muchas veces depositamos en un dios, en una religión o en otra persona. Mucha gente, la mayoría, suele creer en los milagros, incluso muchas veces es tan grande su fe que de alguna forma se convierten en realidad.
Cual ley de la atracción, si somos positivos nos ocurrirán cosas buenas, si sabemos llevar los problemas siempre con una mirada enfocada en un desenlace feliz, ocurrirá. Somos como una máquina que trabaja día a día para crear cierto objeto, sólo que en nuestro caso se llama objetivo. Trabajamos día con día para llegar a una meta.
Ninguno aspecto de nuestra vida queda libre de esto, mucho hemos escuchado hablar del arte del autoengaño; el más común recae en la medicina, cuando tomamos una pastilla y confiamos en que nos quitará un dolor, de forma casi mágica sucederá. A eso le llamamos “efecto placebo”, uno forma de convencernos tanto de que algo va a suceder, o como muchos le llaman: decretar, hasta que ocurre.
Personas que ven el vaso medio lleno, medio vacío y otras que simplemente se toman el contenido, actitudes hay muchas. Y es que ser positivos no significa que no sientas tristeza, no, se trata de saber lidiar con el dolor.
México siempre se ha caracterizado por reírse de su desgracia, pero ¿será una característica exclusiva de los mexicanos? Ojalá y no, el mundo está en una situación dolorosa en muchos aspectos, guerras, hambruna, crisis, fraudes, homicidios, feminicidios y muchas formas que nos hace dolientes desde distintas perspectivas, pero sí hay un mal que casi todo el mundo comparte es la apatía.
Ese pensamiento de no pasa nada mientras a mí no me toque sufrir en carne propia los problemas del mundo, muchas veces desviamos la mirada, nos olvidamos de lo que le pasa al vecino y nos enfocamos en lo lineal, no volteamos, porque si nos fijamos a los lados, seguro nos dolerá. Nos volvemos ciegos ante los problemas locales y sobre todo ante los problemas mundiales.
Nos tomamos una pastilla que nos hace sentir bien sólo a nosotros y a los que están cerca, esos que sentimos protegidos y que protegemos… no tomando en cuenta que tarde o temprano el dolor nos alcanzará y que no es la apatía lo que lo hará más ligero, sino nuestra actitud de cambio y solidaridad. Saber que todo está mal, pero que de nosotros también depende que podamos atenuar los problemas, porque cuando estamos solos es fácil caer, pero juntos resistimos.