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“Payaso de rodeo” (Va por ustedes: vaqueritas).

Los cuernos de la luna son también peligrosos para la salud: si aquello se satura de entusiastas pasajeros, como una banana inflable en la playa, o la defensa trasera de un camión de redilas, o el estribo de un viejo microbús, tarde que temprano alguien, si no es que varios o incluso muchos, acabarán por caerse.  Porque una cosa es “la bestia”, el largo y pesado tren de carga al que se trepan los migrantes en su travesía por la costa este del país para tratar de llegar a Estados Unidos, y cuyo último territorio estatal en recorrer es precisamente Tamaulipas, y otra muy distinta subirse al lomo de bestias mucho menores, aunque más violentas y vivas como, digamos: las vaquillas o reses, lo cual representa un riesgo cuando el brío, la broncura e impulso del animal son difíciles de controlar.  Claro: si lo que se le trepa a la vaca en cuestión es un toro, éste podrá ser pateado en numerosas ocasiones, pero al final cumplirá su cometido y acabará haciendo, con la hembra bovina, lo que con los toreros cuando estos no logran evadir una de sus embestidas.  Y a no ser también que el semoviente a montar sea un buey, el que posiblemente no oponga resistencia a la trepada de un jinete, lo más seguro es que, si uno intenta subirse al torito, éste acabe por arrojar hacia el aire –y por consiguiente al suelo- al eventual valiente, o que por lo menos aquello se convierta en una suerte de rodeo, si es que quien está arriba aguanta los reparos y violentos tironeos del astado.  Tampoco un buey aguantaría tanto si intentara hacer aquello con una vaquilla, y de hecho la imagen misma resulta incluso ilógica: los bueyes no son para montarlos en terneras, no sirven para eso, como los sementales.

Así que si un buey no sirve para montar vacas, y si acaso puede llegar a ser sólo útil para que lo monten a él, o como bestia de carga, uno no esperaría jamás que ese animalito saliera bien librado de una violenta patiza, o en el menor de los casos que azotara, cual res al fin, por intentar irse trepado en los lomos de un agresivo cornudo, por más que otros: personas y animales, puedan lograrlo.  Y en el caso de un ser humano, éste tendría que andar bastante “pacheco”, o de plano ser muy “wey”, como para atreverse a montar un embravecido toro de lidia, o de rodeo.  Por cierto:  aquí cabe a la perfección un chiste que últimamente han estado repitiendo a través de redes sociales, referente a una persona que se queja de haber salido lesionada porque, siendo inexperta en la monta de animales, se le ocurrió un día subirse a uno, el cual la arrojó por los suelos y la tuvo en rastra dando varias vueltas hasta que a un alma caritativa se le ocurrió frenar el carrusel aquel en cuyo piso yacía la víctima del cuento.  Claro, porque simplemente hay gente que no sirve ni para subirse siquiera a un caballito de palo, ya no se diga al toro mecánico, y a la primera de cambios termina besando el suelo.  Y si, encima, lleva cauda o cola en ristre, como en el juego de “la víbora de la mar”, la eventual cabeza de ganado, en la que se atreva  a irse montado el improvisado vaquero, enviará a éste derechito a morder el polvo con todo y su lastre.

Y es que no es lo  mismo ser capitán de una nave, aunque sea de agua dulce, o “de perdida” marinero, y andar haciendo olas todo el tiempo, que de repente creerse “cowboy”, calzarse botas, ponerse un sombrero al estilo del ratón vaquero, y querer montársele en el cuello a un vaquetón, por más que lo agarre por los cuernos.  Peor para él si enfrente lleva a una persona maestra en las artes tanto de torear como de trepar, trepar… y trepar.  La competencia simplemente acabará por perderla, cuando no termine, en una de esas, hasta convertido en payaso de rodeo.  Para estos casos lo mejor sería levantarse y salir corriendo cuanto antes del ruedo mientras llegan los “monosabios”  a  hacerle el quite, a fin de que, una vez fuera de la competencia, se sacuda tranquilamente el polvo y… ¡a lo que sigue!  Ah, pero si el obstinado recibe un golpe tan duro en la caída que el trauma lo deja creyéndose “He-Man”, con toda seguridad devendrá precisamente en lo que se mencionó ya líneas arriba: en un arlequín de esas graciosas lides que continuará haciendo payasadas, para no decir el ridículo, cuando el astado esté ya lo suficientemente alejado de él, lo mismo que la persona que lo haya superado en esa competencia de monta de cornudos.  Cuando tanto la cabeza de la vaca, como la figura maestra del ruedo, ni siquiera se acuerden ya de aquel.

 

 

 

 

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Opinión

El delicado equilibrio del litoral tamaulipeco

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Mientras los destinos de playa en Tamaulipas se preparan para recibir a miles de visitantes durante los próximos meses, otro fenómeno, silencioso pero trascendental, se manifiesta con puntualidad ancestral: el arribo de la tortuga lora. Esta especie, símbolo natural del litoral tamaulipeco, comienza su ritual de vida y esperanza al desovar en playas como La Pesca, Tepehuajes, Altamira, Miramar y Matamoros.

Con el hallazgo reciente de 342 nidos y más de 30 mil 800 huevos, la Comisión de Parques y Biodiversidad del Estado reafirma su compromiso por proteger a este quelonio, el más emblemático del Golfo de México y, también, uno de los más amenazados. Loable y necesario es el despliegue permanente de vigilancia en los campos tortugueros, particularmente en temporada vacacional, cuando el desove de las tortugas coincide con la marea humana que se vuelca sobre las costas.

Este encuentro entre naturaleza y recreación, si bien es inevitable, exige una convivencia respetuosa. La labor del personal de la Comisión no sólo se centra en proteger los nidos o en mantener operativos los corrales de conservación, sino también en educar. Aún falta mucha conciencia: turistas que se acercan demasiado, cámaras que destellan sin clemencia, música a todo volumen y basura regada por doquier siguen siendo parte del paisaje. 

Es momento de que como sociedad asumamos una responsabilidad compartida. Cuidar a la tortuga lora no debe ser solo una tarea de las autoridades ambientales, sino de cada visitante que pisa la arena. Porque, al final, la supervivencia de esta especie no solo habla de biodiversidad; habla también del respeto que tenemos por nuestra propia casa.

En la intimidad…  Tomás Yarrington no regresó a Tamaulipas como un hijo pródigo, sino como un hombre que deberá rendir cuentas.

El ex gobernador, deportado desde Estados Unidos el pasado 9 de abril tras cumplir una sentencia de siete años de cárcel, recibió esta semana un auto de formal prisión en México por delitos que aún lo persiguen, como sombras que jamás se disipan.

La Fiscalía General de la República fue clara: Yarrington es acusado de delitos contra la salud, específicamente por colaborar con organizaciones criminales durante su mandato.

La historia no es nueva, pero sí relevante, porque evidencia el largo brazo de la «justicia» y su implacable memoria. Aquello que no se resolvió hace más de una década, hoy vuelve a ocupar titulares, audiencias judiciales y, por supuesto, la opinión pública, sin embargo, en quellos años el Cártel del Golfo, y los Zetas, eran un mismo grupo antagonico, por eso, acusarlo de «colaborar» con dos cárteles, esta fuera de tono.

Según la autoridad mexicana Yarrington habría posibilitado operaciones del Cártel del Golfo (los otros eran una extensión del ya mencionado), y de Los Zetas, según revelaron labores de inteligencia entre México y Estados Unidos.

Y esa presunta colaboración no es solo un delito técnico, es una traición política: utilizar el poder del Estado para servir al crimen organizado no solo desmorona la confianza institucional, también hiere profundamente al tejido social de una entidad ya golpeada por la violencia.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

El puente que une más que caminos

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En política, como en infraestructura, no todo lo que se promete se construye. Por eso, cuando una obra se concluye, cobra sentido hablar de realidades y no de discursos. La reciente inauguración del Puente de la Esperanza, en Altamira, así lo demuestra.

No solo se trata de un distribuidor vial moderno y funcional, sino de un gesto político y social que, en plena Semana Santa, conecta a Tamaulipas con su futuro inmediato: uno donde sí se hacen las cosas.

Con una inversión superior a los 293 millones de pesos, esta construcción no es solamente una vía de tránsito, sino un símbolo: el de un gobierno que decidió terminar lo que otros dejaron a medias, y hacerlo en el momento justo. La temporada vacacional trae consigo miles de turistas, pero también un aumento significativo en el flujo de transporte de carga hacia el Puerto Industrial de Altamira. Este puente, con sus 900 metros de longitud, carriles amplios y bases sólidas, llega a tiempo y con sentido estratégico.

El gobernador Américo Villarreal Anaya no solo cortó un listón; dio paso a una nueva narrativa. Una en la que las buenas noticias no son la excepción, sino la meta. Y es que mientras en otras regiones del país la movilidad colapsa, aquí se habla de inversión, planeación y resultados. El simbolismo no se improvisa: bautizar la obra como La Esperanza tiene peso y contexto.

Acompañado por los alcaldes de Altamira, Madero y Tampico, el mandatario envió un mensaje de unidad regional. En su caminata sobre el puente antes de abrirlo al tránsito vehicular, saludó a familias enteras que lo veían pasar con una mezcla de sorpresa y gratitud. Porque sí, aunque parezca raro, hay veces en que la política sí responde.

La Secretaría de Obras Públicas fue clara: esta obra no es un parche, es una base para el desarrollo. Con altura suficiente para el paso de unidades de carga, este puente reduce tiempos, mejora la seguridad vial y aligera el tránsito pesado. Y eso, en plena Semana Santa, no solo se agradece: se aplaude.

En la intimidad… El evento también fue escenario del banderazo al Operativo Semana Santa 2025, que moviliza a más de 5 mil elementos de 13 dependencias, bajo la expectativa del arribo de 2.3 millones de visitantes al estado. 

Como parte del fortalecimiento de la seguridad, los gobiernos municipales de Altamira, Madero y Tampico entregaron 30 patrullas a la Guardia Estatal, en un gesto que habla de coordinación más allá del discurso. 

El gobernador recordó que Tamaulipas es hoy el estado más seguro de la frontera norte, y la zona conurbada se posiciona como la tercera más segura del país, según cifras del INEGI. 

Además, el secretario de Turismo, Benjamín Hernández Rodríguez, confirmó la instalación de 10 módulos de atención turística, con 537 vehículos, 71 ambulancias, tres embarcaciones y seis helicópteros. Todo esto con una derrama económica prevista de 2 mil 116 millones de pesos.

Hoy, la esperanza tiene forma de puente. Y Tamaulipas, rumbo. 

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Rectitud y honradez

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A dos semanas de haber arrancado formalmente la campaña rumbo al histórico proceso electoral judicial del próximo 1° de junio de 2025 —una jornada sin precedentes que permitirá a la ciudadanía elegir Ministros, Magistrados y Jueces Federales—, se comienzan a trazar con mayor nitidez las intenciones, los estilos, y sobre todo, los perfiles que participan en este ejercicio democrático.

Y entre tanto colorido, tanto video viral, y tanta saturación mediática disfrazada de «campañas innovadoras», emerge con serenidad, pero con fuerza, un nombre que representa la esperanza de que no todo está perdido en el aparato de justicia: Gerardo Gustavo Alemán Lara.

Tamaulipeco por nacimiento y convicción, Alemán Lara no necesita montar un espectáculo para que su voz se escuche. No ha salido a cantar, ni a disfrazarse, ni a recitar frases grandilocuentes. Su mejor carta es su historial. A sus 39 años, acumula más de 15 dentro del Poder Judicial, y más de una década como Secretario de Tribunal. Su candidatura para ocupar el cargo de Magistrado Federal en Materias Penal y de Trabajo en Tamaulipas no solo es técnicamente sólida, sino éticamente inspiradora.

Es un jurista con vocación, sí, pero también un formador de generaciones, un pedagogo del derecho que no se conforma con conocer la ley: la enseña, la explica, la humaniza. A través de cápsulas informativas que publica en redes sociales, lejos de la banalidad, se enfoca en transmitir conocimiento útil, con sustancia, con sentido social. No hay promesas vacías en su campaña, sino propuestas claras. No hay show, hay sustancia.

Alemán Lara representa la seriedad en un proceso que por momentos amenaza con trivializarse. En él convergen el rigor técnico, el compromiso ético y la voluntad de seguir sirviendo desde la justicia. En tiempos donde las togas se usan como disfraces de campaña, encontrar a alguien que la honre con decoro es un verdadero acto de esperanza.

Porque como él mismo lo ha dicho: “De un Magistrado no debemos esperar chistes, sino la certeza de que sabrá decir el derecho”. Y eso, en esta contienda, vale oro.

En la intimidad…  La Semana Santa no solo llena las costas tamaulipecas de turistas y sombrillas, también trae consigo un espectáculo natural digno de reverencia: la anidación de la tortuga lora, una de las especies marinas más emblemáticas y tristemente en peligro de extinción.

Durante estos días, el litoral de nuestro estado se convierte en refugio y cuna de vida. Ahí, en la arena caliente, estas tortugas inician su proceso de desove, depositando sus huevos con precisión milenaria. Cada una que llega representa una historia de supervivencia, una esperanza para la biodiversidad marina.

La Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (SEDUMA), consciente de la importancia de este fenómeno, ha hecho un llamado enérgico, pero respetuoso, a quienes visitan las playas: actuar con conciencia ecológica. No tocar los nidos, evitar las luces, mantener distancia prudente, y lo más básico: no dejar basura. Cada acción cuenta.

“Cada huevo representa esperanza para la especie”, declaró Karina Lizeth Saldívar Lartigue, titular de la SEDUMA. Y tiene razón. La tortuga lora no es solo un símbolo ambiental, es testimonio viviente de que la naturaleza aún resiste… pero no sola. Necesita de nosotros, y esta Semana Santa es la oportunidad de demostrarlo.

Así que, antes de subir la selfie o levantar el dron, vale la pena detenerse, mirar con respeto a esa madre tortuga que cava su nido y preguntarnos: ¿qué huella quiero dejar yo en esta playa?

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

El desaire a Tampico 

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La llegada de la Semana Santa sin Obispo en la Diócesis de Tampico, provocó el enojo en los católicos profundamente dolidos por el abandono espiritual, la indiferencia y el desdén con el que el Vaticano trata a una región que hoy clama por guía, por justicia y por fe.

Han pasado semanas desde la partida del obispo José  Armando Álvarez Cano, y la silla episcopal sigue vacía, acéfala, sin rumbo. Para muchos feligreses, mientras en Roma se toman su tiempo en la diplomacia del incienso y la burocracia eclesiástica, aquí en el sur de Tamaulipas se pudren las raíces mismas de la sociedad con unos índices de violencia ligeramente a la alza en clara muestra de una emergencia espiritual.

La diócesis de Tampico no es una oficina que pueda esperar a que le asignen gerente. Es una iglesia herida, por supuesto, por los escándalos que han manchado el hábito sacerdotal con la podredumbre del abuso.

Herida por una política publica cínica, sinvergüenza, donde la corrupción es regla y no excepción. Herida por un pueblo que ha perdido el miedo a Dios porque ha perdido contacto con Él, porque no hay quien lo pastoree.

La Fe en la zona metropolitana de Tampico, no ocupa de un administrador interino que venga y se vaya. Los feligreses quieren un pastor de tiempo completo, con autoridad moral, con carácter, con vocación de lucha. Un obispo que no tema meter las manos en el fango de esta crisis, que defienda a los inocentes, que denuncie al corrupto, que consuele al fiel, y que reprenda al hipócrita.

El tiempo de la espera ya pasó. ¡La diócesis de Tampico necesita ya un obispo que sea voz de Dios entre tanta oscuridad!

Si bien es cierto que no se vive una crisis de inseguridad como la experimentada entre 2007 y 2014, queda claro que no se puede pastorear con indiferencia desde Roma cuando en Tamaulipas  el rebaño se dispersa entre lobos. ¿O acaso van a seguir permitiendo que la entidad  sea un desierto espiritual mientras se decide entre nombres en una carpeta?

Hoy la crisis está en el ejercicio público, y la Iglesia no puede seguir actuando como si nada pasara; urge la llegada de un obispo con carácter, ya.

En definitiva la iglesia católica en el sur de Tamaulipas es una oveja sin pastor.

En la intimidad…  Es cierto que este vacío espiritual podría verse como una oportunidad para que la comunidad católica de Tampico se una en oración y reflexión, fortaleciendo su fe y cohesión como comunidad.

Además, la presencia de Monseñor Tamez Villarreal como Administrador Apostólico asegura que las actividades diocesanas continúen sin interrupciones significativas, y aunque la estructura eclesiástica se mantiene activa y comprometida con el servicio pastoral, no deja de ser urgente la llegada de un nuevo obispo titular.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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