Por: Zaira Rosas
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La corrupción es uno de los males más profundos en México, no podríamos detallar su origen, pero sí su expansión al vincularse con el crimen organizado. Es esa misma corrupción la que se ha teñido en todos los colores la que se ha retratado en ficciones donde los grandes gobernadores señalan los actos de unos, pero ocultan los propios cuando piden beneficios personales bajo los puestos a su cargo. La corrupción existe, sigue latente en los pasillos de gobierno en distintos niveles.
Se disfraza de solidaridad forzada cuando bajo un color piden a colaboradores de gobierno donar de manera voluntariamente obligatoria su quincena, también está latente en cada fin de semana que estos funcionarios se disfrazan de afiliados a un color, de igual manera se presenta cuando la oposición de queja de estas prácticas como si durante décadas no hubieran sido maestros del mismo mal. He ahí la razón de este cáncer, que señalamos solo aquello que no nos afecta, pero durante décadas hemos fingido que no está mal cuando somos los obreros de
esta edificación.
La corrupción comienza cuando buscamos un beneficio personal, cometemos una infracción y preferimos ofrecer una mordida que no afecte nuestro bolsillo, pero sí pueda persuadir a la autoridad, se hace presente todas esas veces que por 5 minutos nos estacionamos en lugares prohibidos, cuando queremos evadir una fila o mandamos a alguien más en nuestra representación. Con esos vicios de carácter comienzan a formarse defectos mayores que después terminan en absolutismos donde pareciera que sólo es corrupción cuando lo comete el otro, cuando la visión nos permite juzgar al otro sin recordar los actos propios.
Hemos llegado a un punto donde las perspectivas importan, aunque las y los involucrados nos quieran hacer creer que no. Importan y es necesario conocer toda la verdad, no solo fragmentos de la misma, de lo contrario la opinión pública está coartada por esos fragmentos y quien tiene mayor exposición. Así ocurre con casos como el de María Amparo Casar, donde el exhibir que lleva casi 20 años cobrando una pensión de manera irregular, solo abre más preguntas que respuestas.
¿Es esta una lucha contra la corrupción o es una venganza del partido en turno?, pues días antes la organización que dirige Casar había publicado investigaciones que aludían al patrimonio de Claudia Sheinbaum. Por lo que actualmente la dirigente de la organización ha declarado que la publicación de sus datos personales alude a una persecución política como otras veces ha hecho el presidente con quien parece oponerse a su actuar.
No obstante, las preguntas de la muerte del esposo de María Amparo Casar van más atrás, no solo sobre el cobro de pensión, sino el momento en el que se hacen las acusaciones y señalamientos contra la viuda de Carlos Márquez Padilla. Este caso no es distinto de muchos otros donde las posiciones de poder otorgan beneficios, ya sean contratos millonarios o puestos estratégicos que puedan favorecer a más personas.
Los casos de corrupción son la especialidad de la organización que dirige María Amparo Casar: Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, misma que ha ventilado otros casos como el de la Estafa Maestra en la administración de Enrique Peña Nieto o contratos que vinculan a los hijos de Andrés Manuel López Obrador con la realización del Tren Maya, de ahí la fuerza de los señalamientos del actual director de PEMEX, pues tachan de corrupta a quien lucha contra la corrupción.
Y es que nuevamente volvemos al mismo punto, la corrupción es incómoda solo cuando el beneficio es para otros y no con uno.
Mientras tanto un juzgado ya ordenó que se reintegre el pago de pensión a María Amparo Casar, para dar seguimiento al caso. Esto también pone en mira al Poder Judicial y se suma a muchas declaraciones donde han existido diferencias entre el poder en turno y la Suprema Corte, aunque estas en más de una ocasión son necesarias como un punto de equilibrio y contrapeso. Ya solo el tiempo nos dará más elementos para saber si realmente es posible un México sin corrupción.