Botánicos en tierras santas constantemente han debatido sobre de qué pudo haber estado hecha la corona de espinas, puesta a Cristo, como tortura durante la crucifixión, teniendo dos especies que pudieron haber sido utilizadas.
Investigaciones indican que la primera de ellas pudo haber sido la comúnmente conocida espina Siria de Cristo, mientras una segunda propuesta se conoce como la espina de Cristo.
Estas plantas aunque similares en su nombre, son distintas especies, por lo cual a simple vista las dos podrían ser candidatas para la corona en cuestión.
Sin embargo un gran grupo de botánicos se han puesto por el lado de la especie de la espina Siria debido a la distribución geográfica ya que esta era la más abundante en la región de Jerusalén hace 2000 años.
En ambas especies los tallos pueden ser manipulados de tal forma que se podría hacer una corona fácilmente que pudo haber dado la sensación de dolor a dos nervios mayores puestas en una cabeza humana, señalando que encontrar un punto en la cabeza que no siente dolor al cortar esta espina es prácticamente imposible.
También se indica que a pesar de las representaciones, la corona no era un círculo como tal sino como un pequeño casco que cubrió la cabeza de Cristo desde la frente hasta la coronilla recorriendo todo su cráneo, indicando que cualquier movimiento de la cabeza o mandíbula habría lastimado una y otra vez los receptores de dolor.