El título de la entrega de hoy es algo que todos los integrantes del círculo rojo saben. También lo tienen presente desde alcaldes hasta presidentes, pasando por gobernadores, candidatas, candidatos y todas aquellas personas que aspiran a un cargo de elección popular.
Las encuestas las gana quien las paga, hablando de empresas de dudoso origen, porque aparecen “casas encuestadoras” como hongos, demeritando el trabajo serio de compañías con años de experiencia, sin que eso signifique el éxito de sus servicios.
Estos ejercicios indagatorios no son sinónimo de triunfo en una elección.
Desde hace más de tres décadas es muy común el uso de este tipo de herramientas en el ámbito de la política, a la par o como parte de la mercadotecnia al servicio de los partidos y en la administración pública del país.
Si bien en un inicio los resultados de los ejercicios demoscópicos se tomaban en serio por el grueso de la opinión pública, su exagerado uso comenzó a resultar contraproducente.
Un gran sector de la sociedad comenzó a analizar el uso y la confiabilidad de las encuestas. Tampoco se puede negar que otro sector sucumbe al bombardeo de ese tipo de información y su percepción es moldeable, el objetivo final de este tipo de trabajos.
En los últimos días he platicado con una candidata y un candidato (no oficiales como se autodenominan) y aceptaron no creer en las encuestas, al menos en ese tema fueron honestos, pero su uso es un “mal necesario”, (opinión personal).
También hay en la zona sur otros actores políticos, presidentes municipales y más personajes que creen a ciegas en los resultados que los colocan en los cuernos de la luna. Grave error de cara al 2024 porque es probable se topen con un escenario totalmente diferente al que viven actualmente y del cual las encuestas pagadas no les advirtieron.
Así que en los próximos meses veremos nacer a más casas encuestadoras cuyo principal objetivo será continuar con la manipulación de la opinión pública.