Por: Zaira Rosas
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En cualquier historia sea real o de ficción todo mal tiene un origen, no comienza con el asesino serial, ni con el sicario que secuestra persona, el móvil de sus actos no es el motivo central que da explicación a la violencia que vivimos en la actualidad. La mayoría de veces se trata de un contexto que lleva a las personas a un cambio total de personalidad, donde si analizamos cada historia a profundidad, gran parte de los victimarios también son víctimas.
Una idea similar explica Francisco de Roux, quien colaboró en el proceso de pacificación de Colombia como presidente de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, a través de esta instancia se encargó de recopilar miles de testimonios de paramilitares, el gobierno y civiles, para tratar de entender la situación de conflicto que durante décadas vivió Colombia con las FARC, narcotraficantes y el mismo gobierno.
Después de recopilar tantas historias, una de las principales conclusiones es que todas las personas eran víctimas, que incluso los guerrilleros que habían acabado con vidas inocentes, habían sufrido la violencia en sus propios hogares desde temprana edad, habían perdido a familiares y esa era su motivación para sumarse a las filas de quienes les ofrecieran justicia.
Otras historias de horror nos hablan de niñas y niños forzados a tomar las armas, formados en medio del caos donde el trauma de pasar entre sus manos la cabeza de sus compañeros rebeldes les hizo prevalecer en medio de estos conflictos únicamente por sobrevivir.
Los horrores de la guerra, donde aparecen cuerpos desmembrados, las estrategias de inmersión de los cárteles que implican el asesinato de personas incluso cercanas, los mensajes de terror para la población y la exhibición pública de cuerpos inertes, no son narrativas ajenas a lo que vivimos en México. Por ello durante más de 15 años se han buscado soluciones que busquen combatir los contextos de violencia, mismos que hasta ahora han implicado más violencia y que las cifras de pérdidas y dolor únicamente se incrementen.
Y al final no es sólo responsabilidad del sexenio en turno, sino de toda la ciudadanía, pues ante los titulares que antaño podrían considerarse amarillistas hoy nos parece normal hablar de 43 personas desaparecidas, de personas desmembradas o mujeres asesinadas de manera cotidiana, pareciera que la realidad no nos atañe hasta que no nos toca algo verdaderamente personal y más allá de entender que esta puede ser la historia de cualquiera, deberíamos
comprender que aunque todo esto pueda parecer que es parte de un contexto lejano, es en realidad parte de todo lo que vivimos.
La violencia de otros estados que puede aún no vivirse en el nuestro, es un espejo que nos invita a la pronta acción, lo mismo cuando pensamos en lo suscitado en otros países, es un aviso para poner un alto y no sólo desde el gobierno en turno, sino también desde la participación social. Pues las estrategias actuales de seguridad dependen del poder económico detrás y en eso los grupos armados llevan bastante ventaja. De ahí que comencemos a considerar entender primero la violencia para después erradicarla.
Muchos de los sicarios surgen por necesidad, otros por un ideario de gloria y bienestar que se promueve incluso desde temáticas de ficción donde se glorifica la cultura del narco, es ahí donde entra la sociedad, creando nuevas propuestas de entretenimiento, buscando alternativas de formación como en Colombia la Comuna 13, un espacio que era conocido por la violencia, la precariedad y el comercio de drogas, hoy es uno de los principales atractivos turísticos de Medellín, gracias al esfuerzo de su comunidad donde socialmente desarrollaron arte y transformaron el espacio.
Los esfuerzos colectivos donde las víctimas encuentran un lugar seguro y principalmente una comunidad a la cual pertenecer son un elemento claro para revertir las estadísticas que vivimos en la actualidad, donde la violencia no sólo depende de nuestros gobiernos, en realidad hemos sido partícipes todas y todos.
Por eso ahora nos toca considerar también qué nos toca hacer en el día a día para comenzar un país con otras perspectivas.