A poco menos de medio año de que se cumpla el 30 aniversario de la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), hoy más que nunca se percibe una debilidad total del movimiento defensor de los indígenas.
Nadie se iba a imaginar que los rebeldes zapatistas iban a vivir de rodillas y en silencio durante el sexenio obradorista, aunque seguro ellos tendrán otros datos.
Hace dos días el Congreso Nacional Indigena (CNI), emitió un comunicado, es decir, a más de un mes después de que se denunciaran los ataques del grupo paramilitar ORCAO contra comunidades bases de apoyo zapatistas registrados el 22 de mayo, el CNI informó de su contraataque.
En el mensaje difundido en su plataforma oficial refieren que apenas el pasado 8 de junio, organizaciones de México y del mundo se movilizaron en 72 geografías distintas del planeta para denunciar los ataques del grupo paramilitar ORCAO del 22 de mayo contra comunidades bases de apoyo zapatistas. En este ataque, que se prolongó durante cinco días, resultó herido de bala el compañero Jorge López Sántiz, quien presenta graves secuelas debido a que su intestino quedó muy afectado.
El CNI informó que las movilizaciones arriba mencionadas fueron la respuesta organizada de miles de personas que ven con alarma cómo crece la violencia contra las comunidades zapatistas y contra los pueblos de Chiapas y de México.
“Nuestro llamado de alto a la guerra llegó a muchos oídos y corazones, pero no al Estado mexicano y su clase política”, (¡ups!), ese fue el señalamiento más directo, franco y guerrillero que pudieron sostener en el comunicado digital.
Pero aunque le debilidad del EZLN sea evidente, nos corresponde informar que según el mismo CNI del 19 al 22 de junio, este grupo paramilitar continuó con el asedio a las bases de apoyo zapatistas.
Y que con la anuencia o inacción de los tres niveles de gobierno, se ha buscado escalar la guerra atacando con armas de fuego de manera continua y coordinada en tres poblados zapatistas: Emiliano Zapata, San Isidro y Moisés y Gandhi, ubicados en el municipio de Ocosingo, Chiapas.
El saldo fue de más de 800 detonaciones de armas de fuego de alto y bajo calibre dirigidas a las casas, escuelas y clínicas autónomas, además de la quema de las parcelas en las que trabajan las familias bases de apoyo zapatistas.
A consideración del EZLN estas agresiones forman parte de una estrategia de guerra paramilitar contra el movimiento zapatista que data de 1994, y ahora se enmarcan en un contexto de creciente violencia, fomentado por la crisis económica en la que los pueblos no zapatistas viven; sin más recursos, dependientes y subordinados a las prebendas de programas sociales como Sembrando Vida. Pueblos no zapatistas se ven en la necesidad de intercambiar dinero por hectáreas de tierra, lo que ha llevado a organizaciones paramilitares como la ORCAO a realizar más de 100 ataques de 2019 a la fecha con el fin de despojar territorios.
Curiosamente sin siquiera mencionar el nombre de Andrés Manuel, el CNI subrayó que en su conferencia matutina del 23 de junio, el titular del ejecutivo federal, acompañado de la secretaria de Gobernación, del secretario de la Defensa Nacional y del gobernador de Chiapas, minimizó los ataques contra las comunidades zapatistas y la grave y ampliamente documentada situación que se vive en el estado de Chiapas. Además, lanzó descalificaciones contra organizaciones y personas defensoras del territorio, de los derechos humanos y organizaciones que documentan y denuncian la violencia.
Para el movimiento en el sureste de México esa actitud presidencial les parece alarmante, “nos preocupa que pueda tratarse del preámbulo de un ataque físico y/o mediático todavía mayor. Minimizar la violencia incentiva a los grupos paramilitares al cobijarlos con el manto de impunidad. En nuestra memoria quedaron bien grabadas las palabras que se dirigieron contra el compañero Samir Flores Soberanes previo a su asesinato, crimen que al día de hoy permanece impune”.
En la intimidad… Parece que los zapatistas tuvieron que sufrir el desaire y ataque obradorista para reaccionar, ahora sí, claman denunciar las violencias contra las comunidades zapatistas, contra los pueblos de Chiapas y de México, y hacer frente al negacionismo con que se brinda impunidad a los grupos paramilitares.
Convocar a las personas de buen corazón de todas las geografías a presentar reclamos por escrito ante las representaciones diplomáticas mexicanas.
Acompañar, en la medida de las posibilidades de cada colectivo y persona, las acciones que se irán anunciando en los próximos días, así como organizar las propias.
Responsabilizamos a los titulares del ejecutivo federal y estatal por las agresiones que puedan sufrir las comunidades zapatistas, las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, periodistas y organizaciones solidarias acompañantes.
davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608