Por Ramón Durón Ruíz
La siguiente historia de la Madre Teresa de Calcuta me encanta: “Cierta noche, un hombre vino a nuestra casa y me dijo: — Hay una familia con ocho niños. No han comido durante días.
Tomé algunas provisiones y fui a verlos. Cuando llegué con esa familia, vi las caras de los niños desfiguradas por el hambre. No se reflejaba ninguna aflicción ni tristeza en sus caras, sólo el profundo dolor del hambre. Le ofrecí arroz a la madre. Ella dividió el arroz en dos y salió, llevando consigo la mitad.
— ¿A dónde fue? –le pregunte cuando regresó.
— Con mis vecinos, –fue su respuesta– ¡Ellos también tienen hambre!
No me sorprendió su acción, porque la gente pobre realmente es muy generosa. Pero si estaba sorprendida de que supiera que también ellos tuvieran hambre.
Por regla general, cuando nosotros somos los que estamos sufriendo, nos enfocamos en nuestras necesidades y no tenemos tiempo para los demás.”1
El huracán ‘Patricia’ uno de los más grandes que ha afectado a nuestro país, ha tenido la magia de despertar el aliento solidario de los mexicanos, que tengamos tiempo para los demás, para que como hermanos apoyemos como uno sólo a los damnificados.
Es impresionante la solidaridad que desde todas las regiones del país, ha despertado éste fenómeno hidrometeorológico, que ha logrado unir –sin egoísmos o falsas posturas políticas–, a niños, adultos, hombres y mujeres, que ajenos al individualismo, nos reivindicamos empáticamente, poniéndonos en el lugar de los afectados.
La enseñanza que a su paso deja el huracán ‘Patricia’, nos dice que cuando los mexicanos abrimos nuestro corazón para que emerja el inigualable valor de la solidaridad que poseemos, entonces el dolor ajeno no nos es extraño y nos vemos como hermanos… nuestro país se transforma en extraordinario.
La solidaridad, hace que frente a la tragedia que sufren miles de hermanos damnificados, nos convirtamos en héroes de nuestra propia historia, siendo capaces de ayudarnos sin pedir nada a cambio, entregando nuestro mejor esfuerzo, siendo solidarios los unos con los otros, dando todo, sin medias tintas, demostrando al mundo lo maravilloso que somos cuando frente a la devastación, fraternalmente somos uno.
Solidaridad, es que los mexicanos unamos nuestras fuerzas en un sólo rumbo, en una sola dirección; es detonar la rica participación ciudadana, para que demostremos a nuestra partidocracia, que si se puede construir una mejor sociedad, cuando nos damos la oportunidad para construir un andamiaje fraterno que nos aleje del inmovilismo, la descalificación, la confrontación estéril y nos una entorno a un proyecto que le de viabilidad al conjunto.
Solidaridad, es frente al problema de la devastación, ser parte de la solución, enfrentando ésta crisis con el espíritu renovado, lleno de la mexicanidad que poseemos, permitiéndonos que brote el amor incondicional, para tender la mano a quien en éste momento lo necesita.
Resulta que “en cierta ocasión un ciclón impactó en las costas tamaulipecas, dejando a su paso una estela de destrucción, el Gobernador en turno se organizó con Protección Civil para apoyar a los damnificados, entre una de las estrategias era enviar un representante a cada municipio del litoral del Estado.
A Soto La Marina, envió al afamado y bien querido Diputado ‘Tin Turru’, que con un grupo de colaboradores llego al poblado La Pesca, en el mismo instante en el que estaba saliendo una lancha con víveres para entregar a distintas comunidades afectadas.
Levantando la mano le dijo:
— ¡Perate tantito!, ¿qué llevas?
— Mil litros de agua embotellada, 500 kg. de maseca, 100 litros de aceite comestible, mil piezas de pan, mil litros de leche, 500 latas de frijol…
— Súbanle 500 litros de agua, 500 latas de frijol, 100 cajas de fideo y arroz…
— Disculpe mi Diputa’o, pero la lancha va al tope, si le suben todo eso… ¡SOSOBRA!
— Po’s más vale que sosobre… ¡Y NO QUE FAFALTE!”