Opinión

El Filósofo de Güémez / ¡Aquí mando yo!

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Por Ramón Durón Ruíz

Frente a la temporalidad, fragilidad, belleza y armonía de la vida, el viejo Filósofo es un ingenuo personaje rural, que pleno de buena fe y sentido común, busca cautivarlo a usted querido lector, con reflexiones simples, pero en el fondo lógicas y sencillas, coloquiales y directas, en la que trato de trasmitirle pensamientos y frases plenas de sentido de vida, aprendidas con los abuelos de los pueblos del noreste del país, que son una biblioteca llena de sabiduría.

La cuestión es muy sencilla, he aprendido a vivir plenamente el presente, –el ayer quedó atrás, el mañana llegará después–, cada mañana me doy tiempo para conectarme con mi Maestro Interior, escuchar la voz de mi alma, entonces me dejo guiar por mis corazonadas, la innata intuición y las enseñanzas que los años me van dejando.

En cada comentario de éste campesino de ‘allá mesmo’, aplico la máxima que he escuchado en la voz de mi pueblo: “No hay buen cocinero, sino es buen salsero”, es decir no hay buen sentido del humor, sin que vaya espolvoreado de esa sana picardía, con la que jamás busco agraviar, sino agradar.

Trabajo con el humor provinciano, sabiendo que “Ni una inteligencia sublime, ni una gran imaginación, ni las dos cosas, juntas forman el geni1; […el amor es el alma que nutre y hace que brote esa vena popular que sustenta el genio y el ingenio]” haciendo que emerja esa fina picardía y el buen sentido del humor que el Filósofo posee.

Sé que cada nuevo amanecer, es eso un “Ama Nacer”, es decir, amo la oportunidad que se me da de gozar la luz del nuevo día, invierto mi tiempo y energía aceptando y a la vez enfrentando los problemas con una actitud mental positiva, sabiendo que los problemas no son míos, son de la vida, y que no es casualidad que lleguen a mi, si están presentes, es para enseñarme una lección que he olvidado o que debo aprender.

“Aquellos que no aprenden nada de los problemas y adversidades que llegan a su vida, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario, para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te trasforma”

En un mundo contradictorio, marcado por la violencia y el desaliento, en el que educamos a los niños bajo el paradigma de que el éxito es llegar a ser ricos, en vez de instruirlos para que vivan para ser felices; buscamos vida en Júpiter; invertimos millones de pesos en una carrera armamentista y olvidamos practicar la solidaridad con la vida de millones de hermanos, que sufren porque carecen de lo indispensable.

El Filósofo de Güémez cree, que así como es necesario ‘el pan nuestro de cada día, también lo es el humor nuestro de cada día’, humor que para algunos es algo secundario, para el Filósofo es una postura de vida, que con ese toque mágico que posee, siempre es una buena nueva, que nos invita a apoyar a los que menos tienen, a la vez que nos ayuda a desdramatizar los problemas, a quitarles poder y hallar la cuadratura al círculo.

La vida se nos ha dado no para que la razonemos, ni para que vayamos a contra corriente, sino para que fluyamos con el universo, para que sintamos su rica tersura, para que dejemos de sobrevivir y aprendamos a vivir, a dar, crear, creer en nosotros mismos, trabajar, perdonar, amar, ser amados, evolucionar espiritualmente, crecer físicamente, soñar, trascender y tener mil una razón para ser felices y sonreír.

Este campesino entiende que vivir, se resume en un sólo instante, en el AQUÍ Y EL AHORA; sabio es el que aprovecha la totalidad de su conciencia, –cuidando los pequeños y grandes detalles– para construir su historia y darle un final feliz. Así, el humor del mexicano, siempre dispuesto a “tener la gracia de saber reír una broma” y con ello gozar del milagro diario de la vida, nos dice: “¿Sabes por qué Cristóbal Colón pudo descubrir América? Por una sencilla razón: ¡Era soltero! Si Cristóbal Colón en su hazaña de descubrir América hubiese tenido esposa, habría tenido que oír una retahíla de cosas como las siguientes:

— Sólo te pregunto una cosa: ¿Y por qué tienes que ir tú? ¿Y por qué no mandan a otro ‘abrón?, no me salgas con la ‘inche idea esa que machacas como loco, de que todo lo ves redondo. ¿Estás tonto o te haces?, ¡no conoces ni a mi familia! pero el señor va a descubrir una nueva ruta hacia las Indias…De seguro vas a llevar pirujas, a poco piensas que te creo el cuento de que van puros hombres. ¿Crees que soy ‘endeja?, ¿y se puede saber por qué no me llevas si tú eres el jefe? ¡Eres un auténtico ‘abrón que ya no sabe qué inventar para estar fuera de casa! Si te atreves a cruzar la puerta me voy con mi madre! Además, ¿me puedes decir quién es esa tal María? ¿Qué Pinta? Y la muy piruja… ¡se hace la Santa!, ¿y dices que es una Niña?… ¡Vete a la &@%$… ¡Todo lo tenías bien planeado con tus amigotes!, vas a encontrarte con unas indias golfas. ¿Tú crees que a mí me vas engañar? quesque la Reina Isabel va a vender sus joyas para que viajes… ¿Crees que soy estúpida o qué?, ¿qué tienes que ver con esa vieja zorra? ¿Sabes una cosa? ¡Ni creas que te voy a permitir que vayas a ningún lado! Bien decía mi mamá: ese hombre en fin marinero, tiene muchos amores. ¿Y sabes una cosa?, no va a pasar nada si el mundo es plano. Así que, tú serás Cristóbal Colón, pero… ¡aquí mando yo! y ni te vistas… ¡porque de aquí no sales ‘abrón!´”

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