«Pon uno», parece decirle el antaño popular jueguito de la pirinola al partido que hasta hoy se sigue presentando en Tamaulipas como, precisamente, el más tocayo del juego aquél (al menos así se ha de ver frente al espejo múltiple que lo rodea para halagarlo, más al estilo casa de la risa que caleidoscopio). Que ponga uno de entre todos los que quieren las muchas, docenas de candidaturas que estarán en juego el año entrante, incluida la más codiciada de la comarca: la postulación para gobernador del estado. Pues si estamos hablando de que tan sólo para este último abanderamiento hay como una decena de aspirantes al interior del mismo instituto político, entonces entre los que quieren ser candidatos a presidente municipal en cada una de las 43 ciudades, y aquellos que anhelan ser designados para pelear por una curul en el congreso local, habrá mínimo unos doscientos o trescientos militantes del PRI haciendo «su luchita» por obtener el nombramiento a buscador oficial del hueso en los comicios constitucionales del 2016. Y vaya que no estamos tomando en cuenta a suspirantes por «la pluri» (por ser incluidos en la lista de propuestas para diputado de representación proporcional), ni a quienes quieren, dentro del Revolucionario Institucional, integrar la relación de posibles miembros del cabildo, porque puestas las cosas así tendríamos que añadir otro cero, o un par más de ellos, a la cantidad de gente que se considera y cree merecedora de portar el escudo priísta en campaña y con la investidura de aspirante oficial.
Pero limitémonos a mencionar tan sólo a los que sueñan o mejor dicho: ya ni duermen por estar pensando en llegar a la gubernatura bajo la bandera del tricolor, para que se dé usted una idea y vea que uno no exagera cuando habla de precandidatos por millares, por montones en el priísmo de nuestros días en estas tierras tamaulipecas: hay, en este preciso momento, muchos más políticos con cualquier puesto de servidor público que están convencidos de tener no sólo las tablas y merecimientos, sino hasta el capital político, el económico y las posibilidades para ser postulados, de los que hubo registrados al final en la única contienda interna que ha habido en territorio tamaulipeco para hacer tal designación por parte del PRI: la de 1998. En aquel entonces fueron, si las cuentas no nos fallan, apenas cuatro, entre ellos un tampiqueño (Toño Sánchez Gochicoa), y el ganador fue Tomás Yárrington, hoy a salto de mata. Por cierto que de aquellos el que vuelve a decir «yo también quiero» es el rendereado Marco Bernal.
Pero ahora, señoras y señores, hay como mínimo 6, para no dobletear la cifra, que están queriendo y haciendo lo posible por ser «tomados en cuenta» por el «dedulce» (antes dedo a secas), y sin dar hasta ahora un paso atrás: el ya mentado Bernal, de gira para tales efectos por el estado y compadre de Manlio Fabio, líder nacional priísta; Alejandro Guevara, del circulo cercano al presidente de México (en otros tiempos el único capaz de hacer el nombramiento en juego); Enrique Cárdenas junior, hijo de exgobernador ya difunto; Alejandro Etienne, también de los herederos del priísmo encumbrado en la entidad, pero en su nueva edición y, dicen, delfín del gober; Ramiro Ramos, otro de la misma camada y líder de los legisladores locales de esa filiación política; Baltazar Hinojosa, ni tan viejo ni tan joven, pero cercano al nacional dirigente y colmilludo sonorense, como Bernal (que de todos, parece el más vetarro); y un comodín o comodina, para que la suma quede en el cabalístico 7: Paloma Guillén, única representante de la equidad de género, también próxima al mandatario Peña, por haber sido de su gabinete (como Guevara Cobos), pero con trayectoria y experiencia suficiente tanto en el estado como en el país como no la tiene ni Bernal. Y con el valor agregado de haber logrado recientemente un triunfo electoral, aunque muy regional, de carácter federal.
Todos, todos ellos quieren, y parece ser que nunca en la historia del priísmo tamaulipeco había habido tantos destapados por sí solos, puesto que en la mayoría de los sexenios, y hasta en aquel que hubo la única elección interna, la disciplina era lo que seguía imperando. Pero nuevos tiempos, nuevos vientos soplan en el PRI, y ahora lo que está en boga, de moda, es el aventarse como «El Borras»… como «El Bronco». Más de uno de los anteriormente nombrados amaga hoy con hacerlo, aunque sea sólo para espantar. Y sí, los tiempos son otros: del «toma todo» de ayer en cada votación, la consigna esta vez parecería ser «pon todo» dentro del PRI. ¿Pon uno…? Si de todos ellos se hace uno, el encargado de hacerlo en ese partido no la tendrá tan complicada.
El Consejo de Instituciones Empresariales del Sur de Tamaulipas (CIEST) ha sido, históricamente, un pilar fundamental en el desarrollo económico de nuestra región. Fundado hace más de 37 años, este organismo ha representado la voz unificada del sector empresarial, impulsando iniciativas que han fortalecido nuestra economía local.
Sin embargo, en los últimos años, el CIEST ha experimentado una preocupante pérdida de influencia y presencia en la opinión pública. Lo que alguna vez fue una entidad vigorosa y proactiva se ha convertido en un espectador pasivo de los abusos y atropellos gubernamentales, actuando más como un elegante receptor de elogios que como un defensor activo de los intereses empresariales.
La reciente toma de protesta de Alejandro Manuel Sobera Biotegui como presidente del CIEST para el periodo 2025-2026 representa una encrucijada crítica para la institución. La nueva mesa directiva, integrada por Lorena Rivera como vicepresidenta, César Reyes como tesorero, Jorge Charles como vocal, y Fernando Martínez, de Secretario enfrenta el desafío de resucitar a un consejo en agonía o, por el contrario, terminar de sepultarlo en la irrelevancia.
Sobera Biotegui no es ajeno al liderazgo empresarial. Su destacada trayectoria incluye la presidencia de la Asociación Mexicana de Agentes de Seguros y Fianzas (AMASFAC) a nivel nacional entre 2019 y 2021, además de su participación en otras encomiendas dentro del CIEST.
Su intelecto y experiencia son innegables, pero la pregunta persiste: ¿será capaz de revertir la tendencia decadente del consejo o simplemente añadirá su nombre a la lista de líderes que permitieron su declive?
La importancia de una región con empresarios activos y vigilantes del actuar gubernamental no puede subestimarse. Cuando el sector empresarial asume su rol con firmeza, se convierte en un contrapeso esencial que promueve la transparencia y combate la corrupción. Ser testigos del progreso implica más que observar; requiere acción, denuncia y propuesta. El sur de Tamaulipas necesita un CIEST que retome su papel protagónico, que deje de ser un espectador y vuelva a ser un actor clave en el desarrollo regional.
En la intimidad… Es notable cómo, en menos de una década, la AMASFAC ha ganado espacios en organizaciones no gubernamentales de relevancia, llegando a presidir el CIEST. Han demostrado habilidad para integrar a los tres municipios del sur de Tamaulipas, consolidando su influencia en la región. Por ello, la elección de Sobera Biotegui no sorprende; más bien, refuerza la tendencia de liderazgo efectivo que la AMASFAC ha venido consolidando. Ahora, queda por ver si esta experiencia y dinamismo serán suficientes para revitalizar al CIEST y devolverle la relevancia que tanto necesita… Dicho sea de paso, Fernando Martínez es Director de Distrito Noreste en AMASFAC.
Por cierto, el secretario de Desarrollo Energético, José Ramón Silva presidió la primera sesión ordinaria del Comité de Control y Desempeño Institucional (COCODI) correspondiente al año 2025, donde se presentaron los objetivos alcanzados durante el ultimo trimestre del año 2024.
En la sesión, se dieron a conocer informes detallados sobre el Análisis de Desempeño de la Institución y la MIR del Programa Presupuestario de la secretaría.
En su intervención, Silva Arizabalo señaló la importancia del control y el desempeño institucional para la consolidación de una cultura organizacional basada en la rendición de cuentas, la eficiencia y el servicio público de calidad.
Además, comentó que el trabajo no se limita a la supervisión y evaluación de procesos, sino que también implica generar propuestas de mejora, promover la innovación y fortalecer los mecanismos que nos permitan alcanzar mejores resultados.
Este próximo sábado 15 de marzo, el gobernador de #Tamaulipas Américo Villarreal Anaya, presentará su III Informe de Actividades en el Centro de Convenciones y Exposiciones de #Tampico
Se espera una jornada cargada de cifras alentadoras, logros presumibles y una narrativa gubernamental optimista. Sin embargo, la verdadera interrogante no está en lo que el Ejecutivo estatal dirá, sino en la indiferencia con la que la ciudadanía tamaulipeca suele recibir este tipo de eventos.
Tamaulipas ha sido testigo de administraciones que, con mayor o menor acierto, han transitado por el ejercicio del poder sin que la población ejerza una vigilancia real sobre sus gobernantes. Más allá de los discursos que el próximo sábado se escuchen, la pregunta fundamental es: ¿hasta cuándo la sociedad dejará de ser una espectadora pasiva de la vida pública?
La rendición de cuentas no es una concesión del poder, sino una obligación. No obstante, un informe de gobierno es, en esencia, un ejercicio unidireccional si la ciudadanía no lo acompaña con un escrutinio serio. Tamaulipas necesita una sociedad crítica que exija resultados tangibles, que cuestione y demande que la administración no se limite a presentar números fríos, sino que transforme realidades.
No se trata de deslegitimar los avances que Villarreal Anaya presentará. La expectativa es que el gobernador exhiba un documento cargado de proyectos, de desarrollo económico, de mejoras en seguridad y de inversiones en infraestructura. Pero el verdadero termómetro de su gobierno no está en el discurso, sino en la manera en que la población percibe estos avances en su vida cotidiana.
La cercanía entre gobernantes y gobernados no debe ser un mero recurso de propaganda. La participación ciudadana es la clave para que cualquier administración se mantenga en un ejercicio de mejora constante. Si la población no exige, el gobernante no siente la presión de mejorar. Si la crítica y el debate político no forman parte de la cultura social, entonces el poder se ejerce con comodidad, sin contrapesos reales.
En la intimidad… En un Estado con profundas necesidades y retos latentes, la mayor amenaza no es un gobierno con deficiencias, sino una sociedad apática que le permite actuar sin exigencias. El informe de Villarreal Anaya puede estar repleto de aciertos, pero de nada servirán si la ciudadanía sigue mirando desde la barrera, sin involucrarse en el destino de su propio territorio.
Entramos al OBSERVATORIO y ajustamos las lentes para observar el movimiento ocurrido en este tercer año del gobierno de Américo Villarreal Anaya, pues este fin de semana será el informe y la sede estará en Tampico, en la zona sur de Tamaulipas.
El lema que el Gobierno del Estado mueve para este tercer año es que Tamaulipas avanza en la transformación con el liderazgo de Américo Villarreal, y al checar los números en las obras y acciones realizadas esto se confirma claramente.
La educación es uno de los temas más importantes para el gobernador tamaulipeco y la inversión para este sector es de notarse.
Tan solo en lo que corresponde a becas escolares, se han destinado 277 millones de pesos, para beneficiar a casi 11 mil estudiantes y además se les entrega apoyo en útiles escolares por 340 millones de pesos, para poco más de 600 mil alumnos.
Otro de los programas que se están destacando es el de Transformando Familias, en el que en coordinación con el Sistema DIF Tamaulipas, participan diferentes instituciones en diferentes puntos del estado para llevar apoyos de distinta índole.
Lo que se busca es mejorar las condiciones de salud, sociales, culturales y económicas de familias tamaulipecas de condiciones de marginación o de escasos recursos, lo que ha traído grandes beneficios en su calidad de vida, programa en el que se han entregado poco más de 1.4 millones de paquetes alimentarios.
Además de hoy en día se cuenta con el respaldo total del Gobierno Federal y tan solo basta ver que en programas federales se aplican más de 20 mil millones de pesos, que llegan realmente a los tamaulipecos.
Esta es la parte sensible, humana de los programas de gobierno, pero además se atienden temas de seguridad e inversión pública y privada para el desarrollo de la entidad.
Se han aplicado más de 19 mil millones de dólares en proyectos de inversión extranjera directa, con lo que conlleva al desarrollo de empresas locales y la generación de miles de empleos.
Uno de los casos de inversión a destacar es el de Walmart, que en este año tuvo un crecimiento en Tamaulipas, con la aplicación de 2 mil 500 millones de pesos, para la instalación de 20 nuevas sucursales.
Esto habla de la confianza y certeza que se tiene en la entidad para la inversión tanto nacional como extranjera.
Esto habla de que efectivamente, el liderazgo de Américo Villarreal, ha logrado que Tamaulipas avance en su transformación.
Seguiremos de cerca el desarrollo del informe este sábado en la Expo Tampico y recomendamos que lo siga a través de redes sociales.
Llegó el 8M, el primero que se conmemora con una mujer al frente de la presidencia de México, la primera vez que tenemos en Veracruz a una mujer como gobernadora, la primera vez que salen más de 200 mil mujeres en la marcha de la CDMX, la primera vez que madres marchan con sus hijas, que amigas se acompañan y gritan al unísono distintas consignas bajo un mismo punto: ser mujer. En medio de este día mostramos pañuelos morados, las calles se vislumbran desde los drones como si se llenaran de jacarandas, pero en realidad son mujeres compartiendo memorias de dolor, porque si hay una motivación detrás de cada mujer que sale en 8M con pancartas y gritos es la de pedir un mundo más justo, seguro y digno para el presente y futuro. ¿por qué es necesario realizar una marcha? Porque al menos en este día nos unimos bajo una misma petición, visibilizarnos, al menos en este día clamamos en conjunto ¡JUSTICIA!, por los feminicidios, por las dobles jornadas, por las desaparecidas, por la violencia que durante décadas hemos normalizado y también por los derechos que con las luchas se han alcanzado, sin dejar de reconocer todo lo que aún falta. Las marchas no son una forma de dividirnos entre mujeres y hombres, son una expresión pública para recordar nuestra existencia y que también no se borre la de quienes ya no están. El grito de justicia resuena fuerte porque, aunque tenemos mujeres al frente en puestos de toma de decisión siguen sin recibir atención las madres buscadoras, siguen sin esclarecerse los casos de quien no llegó a tener un caso mediático y aún pasan al olvido miles de historias. Pero el 8M también es un recuerdo de esperanza, donde resuena la palabra sororidad, donde sin importar nuestras perspectivas nos volvemos aliadas bajo un mismo género e intención, con el anhelo de que más allá de este día sepamos reconocer esta valía día con día, que la sororidad no se limite a marchar bajo un mismo propósito en una fecha particular, sino que se muestre en el apoyo cotidiano, aún cuando nuestra forma de pensar pueda no ser igual. La sororidad se muestra en el reconocimiento de esfuerzos que han permitido que nuestro país y algunos estados estén liderados por una mujer, pero también en la exigencia por una escucha atenta ante lo que aún está pendiente. Mientras haya mujeres sin oportunidades, comunidades donde las niñas dejan de serlo por verse forzadas a un matrimonio, mientras exista acoso, violaciones y feminicidios, seguirá una lucha y demanda constante que requiere dejemos de lado la apatía y la indiferencia.
No se requiere ser una víctima para reconocer la realidad, de ahí la necesidad de que el privilegio no nuble la empatía, pues no se tiene que vivir un daño para ser solidario. Las mujeres hoy más que nunca necesitamos formar una comunidad y no solo entre mujeres, sino una comunidad en humanidad, donde sumamos aliados que reconocen la necesidad de un mundo más equitativo para que podamos desprendernos de roles y etiquetas. Y si de avances se trata comencemos con pequeñas acciones, salarios justos y tratos dignos si tenemos personas a cargo, dejar de categorizarnos y respetar las diferentes creencias que tenemos aún en un mismo género, entender que no todas buscamos ejercer los mismos roles, pero sí los mismos valores: respeto, justicia y libertad. Que las decisiones que tomemos sean por elección y no por imposición. Que el 8M no quede en un día, que sea una muestra constante del punto al que queremos llegar, para que las memorias que resuenen ya no sean de dolor, esa empatía que compartimos en la marcha, sea la que mostremos en cada espacio, hagamos un pacto, cada día cuidémonos todas con la misma fuerza que lo hacemos en las calles, con el mismo valor, aunque en el resto de los días no tengamos un mismo color. Como último punto hago un llamado a nuestras autoridades, a nuestras líderes mujeres, a la presidenta Claudia Sheinbaum, a la gobernadora de Veracruz Rocío Nahle y a la titular de la Secretaría de Educación de Veracruz, Claudia Tello, pues como mujeres es su obligación dar respuesta a los más de 700 docentes que siguen en espera del pago de su seguro institucional, un derecho que desde gobiernos anteriores han detenido, dejando sin poder cubrir gastos médicos a múltiples docentes, entre ellos también muchas mujeres. Esa también es una lucha pendiente de la que seguiremos hablando hasta obtener justicia.