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«Sí pública se le llama a una mujer ‘de la calle’, ¡vayamos a saber entonces qué cosa es la república…!»

Ignoro quién acuñó tan reflexiva frase de la sabiduría popular, pero recuerdo perfectamente que la escuché por vez primera hace poco menos de dos décadas, en mi alegre primera juventud, de la áspera cuanto atractiva y dulce voz de la abuelita de un muy buen amigo mío, entendida ella, como lo fue, en cuestiones filosóficas y de cultura general, cual correspondía todavía en aquellos años a la mayoría del magisterio, del personal docente y catedráticos de las instituciones públicas del país.  De ascendencia española directa, doña Amarintia, que en paz descanse, ofrecía siempre auténticas lecciones de civismo, historia, literatura, mitología, matemáticas, y hasta del más complicado asunto político y económico de actualidad, como plática de sobremesa, fuera que las dirigiera a sus invitados, como tuve la fortuna de serlo en múltiples ocasiones gracias a su anfitrionía y la de mi amigo Paco y la maestra Pati Castañeda, o a ellos mismos: su familia.  Me acordé de esa máxima, y por supuesto de ella, a propósito de las peculiares condiciones de singular desventaja en las que, paradójicamente frente a los que cometen delitos, nos ha dejado nuestro flamante y nuevo sistema de justicia penal.

Hoy en día, es más fácil que un ciudadano honesto, con cero historial en los estrados o tribunales (ya no digamos delictivo), sea llevado en vilo a la caja de una camioneta como las que desde hace años son usadas en calidad de patrulla dentro del territorio nacional, por el simple hecho de que le ganaron las ganas de hacer «pipí» al aire libre a mitad de la noche cuando iba manejando de regreso a su casa, a que un delincuente de verdad toque siquiera la barandilla, cuando han pasado apenas minutos de que cometió una fechoría, si es que, al ser encarado por los uniformados y la gente que lo señala, alega entre los muchos argumentos no sólo sus derechos como persona y ciudadano, sino además el factor de la falta de flagrancia, porque, ante una simple acusación, sea ésta individual o masiva, le asiste ahora como principio básico y primer criterio a favor, el beneficio de la duda en su calidad de presunto «inocente».  Ante la nula aparición oportuna de los policías como para sorprender a esa persona «in fraganti», será siempre la sola palabra de otro, u otros, contra la suya, pero en igualdad de circunstancias, y para ello entonces deberá de seguirse un procedimiento legal como el que señala nuestro nuevo sistema de procuración e impartición de justicia acusatorio.  Sabiendo hacer valer su defensa al cien por ciento, el acusado bien puede, con o sin abogado y desde el comienzo, evitar incluso su detención.  Y he aquí lo irónico: que «viendo siempre por las garantías civiles, por los derechos fundamentales de todo ciudadano mexicano, los representantes precisamente de la ciudadanía en los órganos legislativos federal y estatales que modificaron los códigos penales correspondientes, acabaron otorgando casi plena inmunidad, y en consecuencia entera libertad para actuar con toda posibilidad de completa impunidad, a los criminales, desde los más comunes hasta los más feroces y peligrosos a nivel global.

Así la cosa, resulta lógico entonces que en una conurbación, como la del sur de Tamaulipas, un día una banda delincuencial asalte a la vista de todos a un matrimonio que acaba de hacer sus compras con sus hijos, en el interior mismo de una tienda de autoservicio de la colonia Ampliación Unidad Nacional, y que una pareja de ladrones rompa a patadas, frente a la calle Diez, la cristalera de una farmacia sin que llegue para atender a tiempo el llamado de auxilio de los vecinos del lugar la mal llamada «Fuerza Tamaulipas», que sólo se apersona casi una hora después para regañar al ciudadano que se atrevió a telefonear por el hecho de haber sido impaciente con quien respondió la llamada entonando la melodiosa y chocante cantaleta (en vías de extinción ya): «Emergencias ceroséis seeeeis».  O que unos saqueadores de viviendas entren y salgan a su antojo de cuantas casas quieran burlándose de los vecinos que les observan asustados, sin un solo elemento policial a la redonda, en la colonia Guadalupe de Tampico, o que en la Tamaulipas otra pandilla de maleantes robe impunemente un hogar amenazando a la familia que lo mora, y que se ha refugiado encerrándose en una habitación bajo llave mientras «los amantes de lo ajeno» vacían su domicilio.  O que una joven empleada del ayuntamiento porteño haya sido asaltada a la luz de la mañana en el centro de la ciudad antes de llegar siquiera a su lugar de trabajo para iniciar la jornada, a comienzos de esta semana.  Para no hablar de los espectaculares «bancazos» y asaltos a negocios perpetrados también en estos días con una monumental y auténtica impunidad republicana.

Opinión

El poder no se presta, ni se comparte, ni se renuncia

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El poder que otorgan las urnas tiene un peso indelegable. No es título honorífico, ni bálsamo para repartir privilegios; es responsabilidad directa, decisión propia, liderazgo inequívoco. Cuando un personaje político lo confunde con un préstamo, lo comparte sin transparencia o lo cede a terceros ajenos al mandato, el electorado pierde, la juridicidad se resquebraja, y la historia juzga sin miramientos.

Francisco Javier García Cabeza de Vaca forjó su llegada al poder como primer panista en gobernar Tamaulipas, un estado complejo por su posición estratégica y su exposición al crimen organizado, tráfico ilegal y otros flagelos. Su gobierno acumuló aciertos: seguridad, inversiones, promoción energética. Pero su gran error personal fue permitir que su poder fuera “administrado” por otros, en particular sus hermanos. El público veía decisiones tomadas por figuras cercanas, pero no electas, decisiones que repercutían en lo político y lo público. Esa pérdida de mando directo cobró factura: la oposición, los morenistas, lo siguen usando como bandera, como ejemplo de un poder compartido mal entendido, que engendra impunidad y confusión.

María Magdalena Peraza Guerra, “la maestra”, es otro caso. En su primera administración municipal, como alcaldesa panista, tuvo una gestión reconocida —con fallas, como cualquier gobierno— pero con autoridad propia. En su segundo mandato, recargó muchas decisiones en su sobrino Luis Peraza Basáñez y en el tesorero Edgar Ánimas Del Ángel. No fueron electos para liderar, pero asumieron roles de poder ejecutivo informal. Cuando los errores cometidos por estos terceros se reflejan en resultados deficientes, la ciudadanía ve a la alcaldesa, no a ellos, como responsable. En su afán, quizá, de multiplicar apoyos o extender el control familiar, Peraza dejó de asumir directa y públicamente la responsabilidad de cada tropiezo. Eso le pasó factura. El pueblo no votó por los allegados, votó por ella.

Ejemplos hay muchos: Enrique Peña Nieto con Luis Videgaray; Vicente Fox Quesada con sus hijastros; Felipe Calderón y el peso de decisiones de otros; Andrés Manuel López Obrador, al final, siendo vehemente crítico, terminó defendiendo decisiones de colaboradores con conflictos o cuestionamientos profundos. En todos ellos se repite el patrón: cuando el titular del poder delega demasiado, cuando permite que quienes no fueron electos medien con el mando, se diluye la rendición de cuentas.

Ahora pienso en Tampico. En la alcaldesa Mónica Zacil Villarreal Anaya recae un momento histórico: ser la segunda mujer presidenta municipal de Tampico, con expectativas enormes, con ojos que la juzgarán como a pocas. Por ningún motivo debe compartir su poder, ni siquiera de broma, ni permitir que decisiones clave se tomen en despachos ajenos al suyo o mediadas por familiares, allegados, que no enfrentaron elecciones pero pueden terminar marcando la gestión.

Los aciertos y los errores quedarán inscritos bajo su nombre. No habrá exención. Lo bueno, si fue suyo, será reconocido; lo malo, también. No basta con articulados discursos ni promesas electorales; el liderazgo real se muestra en las decisiones propias, en la responsabilidad directa, en la capacidad de defender cada obra, cada servicio, cada política pública. Tampico merece autoridades que asuman, que se hagan cargo, que no permitan sombras ni intermediarios con poder real.

En la intimidad… Comparte el rector logros y proyectos con estudiantes de la Facultad de Derecho Victoria.
Al encabezar un recorrido en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Victoria, el rector Dámaso Anaya Alvarado dialogó con estudiantes, docentes y directivos para informar sobre los logros recientes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, y para escuchar las necesidades de la comunidad universitaria.

En la jornada ‘Un día con tu rector’, fue recibido por el director Edy Izaguirre Treviño y titulares de coordinaciones. Se mostró decidido a reforzar el proyecto institucional, generar mayores oportunidades para la juventud estudiantil.

Reafirmó compromisos con las licenciaturas de Derecho, Ciencias de la Comunicación, Negocios Internacionales y Turismo; con los posgrados y la investigación de la Facultad. También expuso logros académicos, científicos y de vinculación, incluyendo proyectos con el Gobierno del Estado, convenios con la UNAM, con universidades de España y Colombia. Se presentó el Congreso Internacional de Turismo y Gastronomía Rural AMESTUR 2026 que se realizará en Ciudad Victoria, 7 y 8 de mayo.

Durante su recorrido, visitó aulas, centro de cómputo, el centro gastronómico. Aprovechó para convivir con estudiantes, darles la bienvenida a los de nuevo ingreso, y motivarlos a aprovechar los servicios universitarios. Mostró interés en conocer directamente sus inquietudes, y dejó claro que crecimiento institucional en matrícula y diversificación de oferta siguen siendo ejes de su gestión.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Dámaso y el músculo sindical

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La firma del Contrato Colectivo de Trabajo 2025 entre la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y el Sindicato Único de Trabajadores (SUTUAT) no es simplemente un acto administrativo, sino un mensaje político, institucional y de gobernabilidad interna. El rector Dámaso Anaya Alvarado, al estampar su firma junto con la del secretario general sindical José Luis Castañón Ramos, no sólo selló un documento, selló también un compromiso que le asegura estabilidad operativa a la Universidad y certeza laboral a su planta trabajadora.

En el papel se habla de mejoras salariales, prestaciones y condiciones laborales. Pero en la realidad, lo que se refrenda es un pacto de confianza mutua que permite a la administración central de la UAT mantener una relación directa, sin fracturas, con la estructura sindical, tan influyente como necesaria para el buen curso académico y administrativo de la institución.

La inclusión del secretario de Trabajo y Conflictos del SUTUAT, Juan Gabriel Puga Limón, así como de representantes sindicales de las zonas norte, centro, sur y Mante, no es menor. Fue una firma respaldada por toda la estructura territorial del sindicato, lo que fortalece aún más la imagen de unidad que el rector busca proyectar en su gestión. Junto a su equipo de colaboradores —María Concepción Placencia Valadez, Eduardo García Fuentes, Ismael Quintanilla Acosta y Jesús Francisco Castillo Cedillo—, Dámaso Anaya dejó claro que la rectoría no improvisa, y que hay planeación y rumbo en la conducción de la universidad.

Este tipo de acuerdos son, además, parte de una estrategia más amplia: blindar a la UAT de conflictos internos en momentos donde el país y el estado avanzan en procesos de transformación política, educativa y social. Lo que pasa en la universidad pública más importante de Tamaulipas siempre tiene repercusiones fuera de sus aulas, y el rector parece tenerlo muy claro.

En la intimidad… A la mitad del camino de su gobierno, Américo Villarreal Anaya no sólo mantiene el rumbo, sino que reafirma una conducción de Estado basada en principios de justicia social, respeto a los derechos humanos y una visión profundamente humanista. Su mensaje, reciente y firme, da cuenta de un liderazgo sereno, pero decidido, con resultados tangibles que han impactado la vida pública de Tamaulipas.

No es menor haber reducido los delitos de alto impacto en más del 50 por ciento. No es casualidad que la pobreza extrema haya disminuido como no se había visto antes en la historia del estado. No es retórica el decir que Tamaulipas ha recuperado su lugar en el escenario nacional gracias a finanzas sanas, infraestructura estratégica y políticas públicas con rostro humano.

Américo ha devuelto a la política su sentido ético. Hoy en Tamaulipas se respira una gobernanza distinta, donde las instituciones están al servicio de la ciudadanía y donde las decisiones se toman con responsabilidad social, no desde la imposición ni el autoritarismo. Su administración ha sumado a todos los sectores, ha respetado la pluralidad y ha puesto énfasis en los que menos tienen, sin simulaciones.

El acompañamiento del Poder Judicial y el Poder Legislativo en su reciente informe es un símbolo de equilibrio republicano, y la mención de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México no fue un gesto político, fue un acto de coherencia ideológica con el proyecto nacional de transformación.

Tamaulipas tiene rumbo. Tiene liderazgo. Y tiene gobernador. Uno que, lejos del espectáculo, trabaja. Uno que, en silencio, ha comenzado a reconstruir el pacto social, devolviendo dignidad, paz y esperanza a un pueblo que por años fue rehén de intereses ajenos al bien común.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Justicia bajo voto, democracia bajo sospecha

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Los Estados Unidos Mexicanos, se tambalean; la república parece estar en peligro. El estado de derecho, llora -desconoce si es de alegría o tristeza-.

Al mismo tiempo Tamaulipas acaba de escribir una nueva página en su historia. En un acto inédito y sin precedentes en el país, el gobernador Américo Villarreal Anaya atestiguó la toma de protesta de 147 juezas, jueces, magistradas y magistrados que ahora integran un nuevo Poder Judicial, surgido del voto directo y “secreto” del pueblo.

El discurso oficial califica este suceso como un parteaguas, como la consolidación de una nueva era de legalidad y justicia, donde los tres Poderes del Estado gozan —al fin— de legitimidad democrática.

El mandatario estatal no escatimó en palabras al hablar de refundación histórica, fortaleza institucional y del entrelazamiento entre ley y justicia. Incluso afirmó que Tamaulipas ha hecho lo correcto al ser pionero en someter el Poder Judicial al escrutinio ciudadano, un paso que pocos estados del país se han atrevido a dar.

Pero entre las ovaciones, el aplauso fácil y la narrativa del cambio, persiste una sombra que muchos prefieren ignorar. La alineación entre los tres poderes del Estado —ejecutivo, legislativo y ahora judicial—, más que fortalecer la democracia, levanta sospechas sobre la verdadera independencia de la justicia en México, y Tamaulipas.

Es preocupante cuando quienes deben vigilarse entre sí operan en sintonía política y económica. En este nuevo entramado, el diputado Humberto Prieto Herrera, presidente de la Junta de Gobierno del Congreso y quien tomó protesta a las y los juzgadores, comparte una alianza política con el propio gobernador. Este dato, no puede ni debe ser ignorado en una lectura objetiva de la coyuntura, ahora, el legislador está en una vitrina más amplia y robusta, una que va más allá de un cargo municipal.

Mientras tanto la nueva magistrada presidenta Tania Gisela Contreras fue enfática en su compromiso de no tolerar corrupción ni impunidad, y sostuvo que el nuevo Tribunal de Disciplina será implacable. Sus palabras, aunque contundentes, tienen que ser respaldadas con acciones sostenidas en el tiempo, especialmente ahora que el Poder Judicial se convierte en actor principal dentro de un esquema que más bien parece un sistema cerrado de lealtades políticas.

La participación ciudadana en la elección de los juzgadores es sin duda un ejercicio novedoso. Sin embargo, cuando la estructura misma que facilita esa participación está dominada por los mismos intereses que gobiernan desde el poder ejecutivo y el legislativo, se pierde el equilibrio. La legitimidad, como bien advirtió el propio Humberto Prieto, no es un privilegio, es una responsabilidad que debe ejercerse con independencia, no con obediencia al poder que la posibilitó.

Este nuevo Poder Judicial arranca su vida con el peso de una gran expectativa, pero también con el miedo legítimo de quienes ven cómo el Estado de Derecho podría haber sido sustituido por el derecho del Estado. Porque cuando los tres poderes se alinean bajo una sola voluntad, la democracia se convierte en un trámite, y la justicia en un espejo de quien la ejerce, no de quien la necesita.

En la intimidad… En medio de los ecos políticos y el nuevo rediseño institucional en Tamaulipas, la Universidad Autónoma de Tamaulipas sigue trabajando desde el territorio. En su reciente gira de trabajo en la Facultad de Enfermería de Nuevo Laredo, el rector Dámaso Anaya Alvarado firmó un convenio con el Sistema DIF de este municipio, encabezado por Claudette Canturosas Villarreal.

El acuerdo permitirá que estudiantes de Enfermería realicen prácticas profesionales en centros comunitarios, estancias infantiles y programas de salud, fortaleciendo su formación académica y humana. Durante su visita, el rector recorrió las instalaciones, conversó con estudiantes, personal docente y grupos estudiantiles involucrados en proyectos de salud comunitaria.

El programa “Un día con tu rector” se ha convertido en una ventana de diálogo directo con la comunidad universitaria. La Facultad de Enfermería en Nuevo Laredo destaca por su sólida planta docente, proyectos de responsabilidad social y programas que integran a los jóvenes en actividades que impactan positivamente a la comunidad.

Este tipo de iniciativas académicas muestran que aún existen espacios donde el compromiso social se mantiene vivo, y donde la formación de profesionales se vincula directamente con el bienestar de las familias tamaulipecas. Mientras en los altos círculos del poder se reconfiguran los equilibrios, en las aulas y laboratorios de la UAT se construye, silenciosamente, el futuro del estado.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

La certeza jurídica también es bienestar

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Tampico comenzó a convertirse en el municipio que sabe a dónde VA. La más reciente muestra se dio en la Trigésima Séptima Sesión Ordinaria de Cabildo, donde se aprobaron acuerdos con visión de futuro, orientados a fortalecer el patrimonio municipal y garantizar el uso adecuado de los espacios públicos en beneficio de la ciudadanía.

Bajo la conducción de la alcaldesa Mónica Villarreal Anaya, se autorizó la celebración de un contrato de comodato con la Oficina de Representación Estatal de la Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar, con vigencia hasta 2027. Esta decisión no solo refleja sensibilidad social, sino también una gestión pública que apuesta por la educación como vehículo de transformación.

Pero lo más relevante fue la desincorporación y donación de dos predios municipales al INFONAVIT y al IMSS. Esto representa un paso decisivo para impulsar el desarrollo habitacional y fortalecer los servicios de salud. Es decir, el municipio deja de ser un simple administrador del territorio para convertirse en un agente activo del desarrollo urbano y humano.

Aquí es justo reconocer el trabajo técnico, discreto pero fundamental, de Carlos García Porres y su equipo. Aunque los reflectores apuntan a la alcaldesa, quien encabeza con firmeza y compromiso estos procesos, detrás hay un equipo operativo que entiende la importancia de otorgar certeza jurídica a los bienes del municipio. Y es en ese marco donde García Porres ha dado muestra de profesionalismo, visión administrativa y orden patrimonial.

En esta sesión, también se incorporaron diversos espacios educativos, sociales y comunitarios al patrimonio municipal: un jardín de niños, un parque, una iglesia y la Casa del Adulto Mayor, entre otros. Dejar en claro la propiedad legal de estos predios no es una cuestión burocrática; es, ni más ni menos, asegurar que su destino será siempre el servicio a la ciudadanía.

La alcaldesa informó que ya son 28 los predios municipales que cuentan con escrituras: plazas, parques, el Mercado Municipal, el Cementerio, espacios deportivos y múltiples áreas verdes. Esto significa que Tampico no solo protege sus espacios, sino que los consolida como parte de su identidad y patrimonio colectivo.

Este tipo de acciones permiten, como bien lo dijo Mónica Villarreal, ordenar, proteger y dar certeza legal a espacios de uso social y comunitario. Porque cuando un predio tiene escrituras a nombre del municipio, no hay manera de que el beneficio se desvíe; se garantiza su conservación, su cuidado y su uso correcto. Esa es la diferencia entre una administración reactiva y una con rumbo.

En estos tiempos donde los gobiernos locales andan preocupados por sus campañas financiadas por dinero ilícito, lo que ocurre en Tampico es un recordatorio de que sí se puede trabajar con orden, estrategia y responsabilidad. El desarrollo no siempre está en las grandes obras visibles; a veces, está en los procesos internos que consolidan el rumbo de una ciudad.

En la intimidad… La comunidad universitaria de Nuevo Laredo vivió una jornada especial con la visita del rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Dámaso Anaya Alvarado.

Acompañado de la presidenta municipal Carmen Lilia Canturosas Villarreal, encabezó la ceremonia de honores a la bandera y entregó la nueva techumbre en la Facultad de Comercio, Administración y Ciencias Sociales.

La obra no solo embellece el campus, también lo transforma. Con esta nueva infraestructura, más de 2 800 estudiantes contarán con un espacio digno para actividades académicas, culturales, deportivas y cívicas. El rector lo dijo claro: esta techumbre es un símbolo de lo que se puede lograr con colaboración institucional.

Carmen Lilia Canturosas, firme en su compromiso con la educación, reiteró su respaldo a la UAT. Reconoció el liderazgo de Anaya Alvarado, quien ha sabido conducir a la universidad con un enfoque humanista y de resultados tangibles.

Durante la jornada universitaria “Un día con tu rector”, Dámaso Anaya recorrió instalaciones, dialogó con estudiantes, escuchó inquietudes del personal docente y administrativo, y conoció de cerca las nuevas carreras que ya son una realidad. También se destacó la rehabilitación de la Clínica Dental UNE, ubicada frente a la Facultad, que brindará atención a bajo costo tanto a estudiantes como a la comunidad.

Así, entre hechos concretos y un diálogo abierto, la UAT reafirma su compromiso con una educación de calidad, incluyente y cercana. Y en ese mismo espíritu, la ciudad de Nuevo Laredo sigue apostando por su capital más valioso: su gente joven.

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