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En septiembre de 1991, cuando este columnista inició su carrera en los medios informativos por el abrazo y hospitalidad de mi ahora gran amigo Héctor Vázquez Gutiérrez, director general de la revista Sucesos de Tamaulipas (que se edita en la frontera), y entonces gerente de producción del periódico que a la sazón se llamaba El Diario de Tampico, tuve la fortuna de conocer a Sofía Sandoval Ovando, ya por aquellas fechas secretaria general de la Sección 36 del Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de Televisión y Radio, Similares y Conexos de la República Mexicana (Sitatyr).  Recuerdo que inició ahí una amistad cercana con ella, sempiterna operadora de la estación radiofónica que inicialmente se llamó «Superestelar», y con otra muy entrañable y estimada compañera que tenía el mismo puesto, pero en una difusora que perteneció también a esa empresa, y que un par de décadas después fue adquirida por el grupo Imagen.  Esa otra gran amiga, lamentablemente, ya falleció, y siendo aún joven.  Pero la anteriormente citada dirigente sindical no sólo continúa estando al frente de la dirigencia seccional del SITATYR, cuya membresía se ha visto disminuida considerablemente conforme pasa el tiempo debido al recorte masivo de personal sindicalizado en cada empresa del sur de Tamaulipas donde tiene presencia.  Sofía, en contraste, sigue ahí, y ahora más fuerte que nunca: en los últimos diez años comenzó a tener una incursión más directa en la política local, una cercanía que adquirió el carácter de relación-compromiso desde el segundo período como alcalde de Fernando Azcárraga López.   En aquellos años, a  más de una junta sindical de las que convocaba anualmente, invitó para estar ahí al ex presidente municipal de Tampico, específicamente en época de campaña electoral.  Cuando aún se tomaba Sandoval Ovando la molestia de organizar reuniones de fin de año (con las cuotas retenidas a los trabajadores afiliados, por supuesto) para el personal de  Telecable Tampico, donde trabajé durante 17 años y medio de forma ininterrumpida, comenzó a llevar, como acompañante, a la actual regidora y en algún tiempo secretaria general del Comité Directivo Municipal del PRI en esta ciudad y puerto, Dorely Meza Reyes.

«Vienen cosas buenas, muchachos», solía decirnos Sofía como explicación no pedida a los miembros del sindicato, que también empezó a hacer sus juntas en la sede local de la eternamente priísta Confederación de Trabajadores de México (CTM).   No pasó mucho tiempo para que, una mañana de diciembre en 2014, pudiera darse cuenta cada empleado sindicalizado, de los que quedaron tras la merma gradual de la plantilla laboral de Telecable (a la extinción de «Cablecanal», que había iniciado en 1993 como Canal 11  de Tampico, había apenas una cuarta parte de la membresía que llegó a tener el SITATYR en ese centro de trabajo), de que esas cosas buenas anunciadas por ellas eran, si acaso, para la causas muy propia y personal de la lideresa, porque de un solo golpe una docena y media de empleados se quedó sin su fuente laboral.  Al que esto escribe, simple, llana e ilícitamente le habían impedido el paso a la empresa apenas 7 semanas antes, sin que mediara ya no digamos causa justificada, sino explicación alguna ni finiquito o liquidación económica ninguna.  Hubo así violación flagrante a la Ley Federal del Trabajo y a las garantías individuales del empleado, según lo marca la misma Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.  Pero el propósito era claro: evadir, primero, el pago justo, conforme a derecho y a las prestaciones marcadas en el contrato colectivo entre el patrón y la organización que representaba al trabajador, en este caso el SITATYR.  Y en segundo lugar, viéndolo de manera fría, desde la perspectiva de esa empresa y en el afán de cuidar sus intereses económicos, para Telecable fue aquella la manera más sencilla de ganar tiempo, ya que lo peor que podía pasar era que el empleado cuyos derechos estaban siendo violentados acudiera a interponer una demanda ante Conciliación y Arbitraje, pero el proceso consiguiente tomaría un largo período resolverlo, y en todo ese lapso había dos posibilidades: que el agraviado se fastidiara y desistiera (lo cual no ocurrió), o que «algo» le sucediera a él, ya fuera que enfermara y dejara de habitar más este mundo por ese motivo, o por accidente… en fin.  La probabilidad siempre está latente.  Pero, a Dios gracias, nada de eso ha pasado tampoco.

Al Sitatyr acudieron a afiliarme a mi domicilio, tras ver que a los pocos meses de ingresar a la empresa el propio director general comenzaba a promoverme para otros puestos (un par de ascensos antes del primer año y los correspondientes aumentos salariales), la secretaria general de la Sección 36, Sofía Sandoval Ovando, y el entonces delegado del sindicato en Canal 11 de TV Cable (así se llamó en un inicio), Juan Pérez Ochoa, a quien una década después la misma lideresa le promovió, por su parte, la rápida salida de ese centro de trabajo, después de que él había sido durante años su brazo derecho, y de que por poco y se queda, en una contienda democrática limpia en la que por primera vez estuvo a punto de perder, con el puesto que ella siempre ha ocupado.  El talento y capacidad de Pérez Ochoa lo llevaron en unos cuantos meses, pese a un sucio bloqueo que además se ganó por tal atrevimiento, a ganarse la confianza del equipo de campaña del finado Rodolfo Torre Cantú, y fue a tal grado la habilidad y responsabilidad que demostró, que aún Egidio, quien se desentendió de cuantos colaboradores de su hermano pudo, lo mantuvo como parte de su grupo de comunicación social, donde concluye el sexenio como camarógrafo más cercano.  Para ingresar al sindicato me pidió Sofía, eso sí, una «módica cantidad» en calidad de «préstamo».  Pero ninguno de los asensos o promociones que obtuve en Telecable fueron gracias a gestiones de ella, sino más bien por el desquite de mis emolumentos de la mejor manera, y tampoco ella metió las manos para intervenir a mi favor cuando, en el período más decadente del Canal 11 (Cablecanal), me intentaban fastidiar y entramparme laboralmente algunos gerentes que estuvieron siempre de paso por esa compañía.  Vamos, en un par de ocasiones fue la misma empresa la que terminó «reculando» y dándome mi lugar por iniciativa propia y así convenir a sus intereses, y sin que Sofía, totalmente desentendida del caso de su representado, moviera un solo dedo.  No fui el único al que no defendió: está el caso de 5 exempleados de Cablecanal, dos de ellos reporteros activos actualmente, a los que obligó a firmar un finiquito injusto, que luego apelaron por ello a la dirigencia nacional del SITATYR, y quienes hace cosa de un año obtuvieron ya un fallo favorable con su pago correspondiente.

La tarde del 23 de octubre de 2014, un día antes de que me prohibieran el paso a Telecable en la hora que yo solía iniciar mi jornada laboral, su gerente en aquel entonces y la encargada de Recursos Humanos me mandaron llamar a la oficina del primero.  En el interior estaban también la mencionada Sofía Sandoval Ovando, quien era legalmente mi representante laboral ante la empresa, y el delegado del SITATYR en mi área, Juan Gabriel Herrera Del Ángel.  Cuando el del cargo gerencial me dijo aquello de «por no convenir ya a nuestros intereses te estamos haciendo esa propuesta para que le eches un vistazo», y me mostró un legajo de hojas grapadas donde se me ofrecía sólo una décima parte de lo que me correspondía conforme a derecho y al contrato colectivo que se supone me amparaba, por 17 años y medio de servicios prestados, me negué obviamente a firmarlo, porque además ni siquiera se me dio un solo motivo, una justificación escrita ni oralmente, por la cual me estuvieran echando de mi trabajo.  Antes de retirarme de ahí, les pregunté a una malencarada dirigente sindical y su acompañante si acaso no estaban ahí para defenderme, a lo que, literalmente cruzada de brazos, Sandoval Ovando simplemente alzó los hombros sin abrir la boca.  Me regresé a concluir mi jornada, pero en los dos días que siguieron ya no me dejaron entrar ahí.  «Nos dieron la orden de no dejarte pasar», dijo el personal de vigilancia de Telecable los dos días siguientes cuando me presenté como de costumbre, y así quedó registrado en el material audiovisual grabado con celular que acaba de ser exhibido como testimonial en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.  En ambas ocasiones llamé por teléfono al número de Sofía, esperando no sólo una explicación de su parte, sino que además cumpliera su deber de defenderme  y hacer valer mis derechos, pero sólo la primera vez entró la llamada, y sin escuchar una sola respuesta de su parte, me colgó.  Este año volví a verla: estuvimos cerca el uno del otro mientras yo cubría, como reportero, el acto público que encabezó tras su registro en calidad de candidata ante el IETAM, la ahora presidente municipal electa de Tampico, Magdalena Peraza Guerra.  Y es que Sofía fue incluida en su planilla y hoy es ya regidora «electa».

Sandoval Ovando está mencionada en la demanda laboral como testigo del despido injustificado de que fui objeto (tan injustificado, que la coartada alegada por los representantes legales de Telecable, desde que inició el proceso, va en el sentido de que a mí jamás me despidieron, y que incluso reconocen mi antigüedad laboral y todos los derechos y prestaciones reclamados por mí en el expediente abierto).  El abogado que me representa pidió la comparecencia de ella y los otros testigos mencionados para interrogarlos en sendas audiencias confesionales.  Dos de ellos, empleados de la empresa al momento de mi despido injustificado, ni siquiera se presentaron en la fecha que les correspondía comparecer.  Pero además, tampoco asistieron a dar su versión las personas que nombró, como supuestos testigos a su favor, el representante legal de la empresa, una falta que deja, en cuanto a esa diligencia del proceso, en calidad de «confesa» a Telecable.  A la actual regidora electa del ayuntamiento de Tampico, Sofía Sandoval Ovando, le toca comparecer como «testigo confesional» ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en septiembre próximo, unos días antes de que asuma el cargo que ostentará, como representante ciudadana (como representante además del «sector obrero», velando por las garantías de los trabajadores), en el cabildo porteño.  La pregunta es: ¿acudirá al llamado, a atender el citatorio que le hace dicha instancia?  Y si lo hace, ¿mentirá?  ¿se arriesgará a mentir, con todas las implicaciones legales que ello conlleva?  ¿o simplemente preferirá no correr tal riesgo la munícipe electa que formará parte de la mayoría priísta en el próximo cuerpo edilicio?

 

Opinión

El Espejismo de las Cifras y el Desafío de la Desigualdad

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El Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del INEGI arrojó un dato que la administración de Tamaulipas celebra con entusiasmo, claro, marca un crecimiento económico anual del 3.3 por ciento en el segundo trimestre de 2025, el mayor repunte trimestral en casi tres años ¡ee-aa!

Y el resultado no es para menos, iba a ser imperdonable no atribuir este impulso al sector primario (6.8%) y al industrial (5.8%), sin destacar la política del gobernador Américo Villarreal que atrae inversión y consolida a Tamaulipas como un polo de desarrollo en el norte del país. Se mencionan 151 proyectos de inversión con una promesa de 20 mil millones de dólares. Estos números, al colocar a la entidad en el tercer lugar de crecimiento industrial, son, sin duda, un activo importante para la narrativa gubernamental.

No obstante, debemos movernos del mero registro estadístico a la evaluación política. Un crecimiento del 3.3% es valioso, pero su significado real se diluye si no permea en la calidad de vida de la raza. La gran lección económica a nivel nacional, y Tamaulipas no es la excepción, radica en que las cifras macro no garantizan la equidad. Un alto crecimiento industrial y una gran inversión pueden coexistir perfectamente con salarios estancados y ese marcado aumento en la informalidad y en la precarización de los servicios públicos.

La confianza en la inversión es esencial, pero el reto político actual no es solo atraer grandes capitales, sino diseñar mecanismos de distribución que eviten que ese crecimiento se quede encapsulado en los bolsillos de unos cuantos sectores y empresas. Los 20 mil millones de dólares de inversión deben traducirse no solo en empleos, sino en un mejor sistema de salud, una infraestructura urbana resiliente y, sobre todo, una reducción palpable de la inseguridad que sigue siendo el lastre social.

Las estadísticas del ITAEE son un buen inicio, pero la medición más importante para cualquier gobierno sigue siendo el termómetro ciudadano. El discurso de consolidación en el norte de México es ambicioso, pero para que sea creíble a nivel nacional, la administración del gobernador debe ser más enfatico en demostrar que este dinamismo económico transformadorse está convirtiendo en justicia social. Es ahí donde el gobierno estatal se juega su verdadera credibilidad.

En la intimidad… El diputado Humberto Prieto Herrera, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Tamaulipas, aprovechó la Sesión Itinerante en Tampico para fortalecer lazos fuera del ámbito legislativo.

La agenda en la ciudad, donde los diputados sesionan entre miércoles y jueves, comenzó con un encuentro institucional con la alcaldesa Mónica Villarreal Anaya en el Palacio Municipal. El diálogo sirvió para agradecer las atenciones de la presidenta municipal y subrayar el valor político de llevar el trabajo del Congreso a las distintas regiones de la entidad.

El itinerario del diputado Prieto Herrera, sin embargo, puso un énfasis particular en el contacto con la prensa. Sostuvo amenas conversaciones con Nora Castro de La Poderosa 96.9; con Lucero Arán, de El Elefante Blanco y dedicó tiempo al equipo de Profesionales Periodistas de Tamaulipas, así como a Mariela T. Macay de El Sol de Tampico. El propósito fue agradecer el espacio y difundir de forma directa la labor legislativa que se realiza día con día.

Antes de sumergirse de lleno en la agenda de la Sesión Itinerante, Humberto Prieto sostuvo una gran charla con la Red de Mujeres Periodistas de la zona sur, que lidera Cynthia Gallardo, acompañada por su dirigente estatal, Dora Alicia de la Cruz. La reunión abordó los desafíos y retos específicos que enfrenta el gremio, reafirmando el compromiso de la Junta de Coordinación Política de Tamaulipas para seguir trabajando de cerca con el sector periodístico.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Los que callan y los que perforan

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Resulta curioso, casi tragicómico, que ahora grandes empresarios del noreste de México se sientan lastimados porque Petróleos Mexicanos les debe algunos milloncitos. César Reyes, presidente del Clúster de Energía y Gran Industria de Tamaulipas (Cegistam), levantó la voz para revelar que Pemex tiene una deuda de 9 mil millones de pesos con al menos 66 empresas locales.

Ah, pero qué sensibles nos salieron los industriales. Hoy lloran por los ceros que no han visto reflejados en sus cuentas, mientras la sociedad llora —esa sí de verdad— por esa latente  inseguridad, la falta de servicios, infinidad de necesidades y los abusos de poder. Esos temas que nunca incomodan al empresariado porque prefieren mantenerse al margen, ocupados en sus asambleas con café importado y discursos de “compromiso social” que apenas alcanzan para llenar los minutos en un foro, foros que por cierto no impactan en la región por que son buenos para los números, pero, malísimos para comunicar.

En fin… el señor Reyes no es vocero de la Mesa de Seguridad, ni secretario de Seguridad Pública del Gobierno de Tamaulipas, pero, bien que podría ser un actor con más influencia que cualquiera regidor, diputado o jefe policiaco. Nadie más que los empresarios tienen la capacidad financiera para presionar a quienes gobiernan; sin embargo, cuando se trata de señalar las fallas que duelen al pueblo, optan por la discreción.

Hoy reclaman pagos, pero últimamente han callado ante la violencia y esa corrupción que “se barrió de arriba hacia abajo”, y si siguen mudos, mañana serán hombres en bancarrota, no sólo económica, sino moral.

Mientras tanto, el que sí trabaja, y lo hace con resultados tangibles, es el director general de Pemex, el doctor Víctor Rodríguez Padilla. En su comparecencia más reciente ante los diputados federales, no fue un encuentro de cortesías, sino un ejercicio firme y técnico en el que defendió con datos el rumbo de la empresa productiva del Estado. Explicó cómo, tras la reconfiguración para consolidar un solo Pemex, se lograron ahorros por 20 mil millones de pesos mediante la simplificación orgánica y el reordenamiento estructural.

Los resultados del tercer trimestre de 2025 son prueba de ese compromiso con la eficiencia y la sostenibilidad. Al 30 de septiembre, el saldo contable de la cuenta “proveedores” se situó en 517 mil millones de pesos, apenas 2.2% más que en diciembre de 2024, una variación mínima frente al volumen operativo de la empresa más grande del país. En los primeros nueve meses del año, Pemex ha desembolsado 299 mil millones de pesos en pagos a contratistas y proveedores, y gracias al Programa de Financiamiento de Inversión 2025, coordinado por Banobras, ya se liquidaron 2 mil 912 millones en septiembre y 26 mil 285 millones en octubre. Además, se proyecta el pago de otros 220 mil millones de pesos en los próximos meses.

Eso se llama responsabilidad institucional. Pemex no está de brazos cruzados, está ordenando la casa. Quizá no a la velocidad que algunos quisieran, pero sí con una disciplina financiera que pocas empresas privadas pueden presumir.

No quisiera pensar que estos empresarios del sur de Tamaulipas integran esas agrupaciones de adinerados que gustaban de disfrutar las épocas de bonanza sin rendición de cuentas. Si quieren recuperar lo que se les debe, que también asuman su parte en el compromiso de construir una sociedad más exigente, no sólo en las facturas, también con su fuerza y su voz.

En la intimidad… Mientras tanto, en los pasillos del Instituto Tecnológico de Ciudad Madero, la conversación gira en torno al futuro energético. La Secretaría de Desarrollo Energético (SEDENER) y el propio Tec Madero inauguraron el foro “Petrolíferos en México: Seguridad y Transición Energética”, un espacio donde estudiantes, académicos y especialistas debaten sobre los nuevos lineamientos que impulsa la presidenta Claudia Sheinbaum.

El secretario Walter Julián Ángel Jiménez destacó que estos foros, promovidos por el gobernador Américo Villarreal Anaya, forman parte de un proyecto integral para construir propuestas que serán presentadas en el Congreso Internacional de Energía Tamaulipas 2025, en la Expo Tampico.

Ahí estuvieron también el alcalde de Ciudad Madero, Erasmo González Robledo; la secretaria de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente, Karina Saldívar Lartigue; y el subsecretario de Hidrocarburos, Gobirish Mireles. Todos coincidieron en que Tamaulipas sigue siendo una tierra de talento, sostenibilidad y colaboración entre gobierno, industria y academia.

Entre discursos y apretones de manos, los jóvenes escuchaban atentos, imaginando el futuro, un futuro donde las decisiones energéticas se toman con visión.

davidcastellanost@hotmail.com
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Opinión

Una alianza que huele a futuro

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En medio del ruido político y la polarización que a veces empañan los avances del estado, hay gestos institucionales que merecen más reflectores. La firma del convenio de colaboración entre la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y el Instituto Tecnológico de Ciudad Madero es uno de ellos. No se trata de un acto protocolario más, sino de un punto de inflexión en la relación entre dos de las casas formadoras más importantes del estado.

El rector de la UAT, Dámaso Anaya Alvarado, y el director del Tecnológico, Juan Dionisio Cruz Guerrero, estrecharon manos y compromisos en un documento que promete abrir nuevas rutas de movilidad académica, investigación aplicada y desarrollo tecnológico. En el papel, puede parecer un acuerdo más; en los hechos, representa la posibilidad de reactivar una agenda científica y educativa que llevaba años sin sincronizarse entre instituciones.

Juan Dionisio Cruz Guerrero lo resumió con claridad: este convenio “marca un antes y un después en la vinculación académica, científica y tecnológica”. Y tiene razón. Tanto la UAT como el Tec Madero han sido pilares en la formación de generaciones que sostienen el entramado productivo de Tamaulipas. Que hoy unan esfuerzos no sólo es simbólico, es estratégico: habla de madurez institucional y de una visión compartida sobre hacia dónde debe caminar la educación superior.

El acuerdo incluye el desarrollo de cursos de especialización, diplomados y posgrados, con el fin de actualizar a los profesionales que hoy enfrentan mercados laborales cada vez más exigentes. Pero lo más relevante quizá no está en los programas académicos, sino en el mensaje político-académico que envía: el sur de Tamaulipas también puede generar conocimiento, innovación y tecnología de primer nivel.

Con la presencia de representantes de la ANUIES, legisladores locales y autoridades universitarias, el acto no sólo celebró la firma de un documento, sino el inicio de una etapa de colaboración que, si se ejecuta con seriedad, podría convertirse en un modelo de cooperación interinstitucional para todo el país.

El futuro académico de la región depende, en buena medida, de que los acuerdos como éste trasciendan las fotografías oficiales y se traduzcan en proyectos concretos: investigación aplicada, transferencia tecnológica y movilidad estudiantil real.

En la intimidad… La restauración de la emblemática Casa Gándara avanza a paso firme. El inmueble, una joya arquitectónica que durante décadas formó parte del paisaje cultural tampiqueño, será convertido en un museo temático que rescate la memoria histórica del puerto y del país.

La museógrafa Angelini Vega, responsable del proyecto, detalló que los trabajos se realizan en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dada la relevancia patrimonial del edificio. El objetivo: rescatar la identidad de un espacio que, más allá de su valor arquitectónico, representa una parte esencial del relato urbano de Tampico.

La Casa Gándara se suma a una línea de proyectos que apuestan por la recuperación y transformación de espacios históricos. Ahí están el Museo de la Ciudad, instalado en la antigua Casa Fernández, y el Barco Museo del Niño, ejemplos claros de cómo la cultura también puede ser motor económico y social.

Si todo avanza conforme al plan, el 2026 verá renacer un pedazo del Tampico antiguo. Un espacio que no sólo contará su historia, sino que la volverá a poner en movimiento.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

Tiempo, ¿Para qué y para quién?

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Por: Zaira Rosas

zairosas.22@gmail.com

¿Cuál es la razón por la que decides leer esto? ¿Es un momento personal de
esparcimiento o en realidad revisas las noticias por la necesidad de aprender y
entender más? Muchas veces nos envolvemos en el ritmo del exterior y nos
olvidamos de la necesidad de una pausa, de disfrutar el aquí y ahora.
En medio de una vida acelerada resulta complicado cuestionar el sentido de vida,
es más sencillo juzgar a quien no avanza al mismo ritmo o quien de repente
cambia todo por absurdo que parezca, sin embargo, es innegable que estamos
inmersos en una sociedad de cansancio que busca desesperadamente soluciones
para volver al centro.
No es casualidad que la industria del wellness esté en auge, aunque aún sigue
siendo un privilegio acceder a espacios de acompañamiento emocional. Aun así,
hablar abiertamente del cuidado de la salud mental sigue siendo tabú. Mientras
tanto, los datos duros no mienten: en México en 2024 se registraron alrededor de
9 000 suicidios, lo que representa una tasa de 6.8 por cada 100 000 habitantes.
En ese año, el 80.7 % de las muertes por suicidio correspondieron a hombres.
Entre jóvenes de 15 a 24 años, el suicidio se encuentra entre las tres principales
causas de muerte.
La tragedia de ver un cuerpo inerte, una joven de 20 años que se quitó la vida tras
denunciar un abuso, pone cara a estas estadísticas. Más allá del sistema de salud
público con deficiencias, como sociedad también fallamos al no colaborar:
estamos atrapados en ritmos acelerados, nos desconectamos y menospreciamos
la importancia de las conexiones humanas.
La conciencia humana es más que conexiones neuronales: existe una línea de
investigación emergente que demuestra los beneficios de la meditación, de
conectar profundamente con uno mismo, y de cultivar presencia. Estas
exploraciones tienen raíces ancestrales —desde las culturas mayas hasta las
tradiciones de India y Egipto— y apuntan a que el ser humano forma parte de un
todo mayor.
En el libro La ciencia del último umbral, el autor Álex Gómez‑Marín, físico teórico y
neurocientífico, invita a adentrarse en los márgenes de lo visible para examinar la
conciencia, la vida y la muerte desde una nueva óptica. Su propuesta sugiere que
el cerebro podría operar como filtro más que como generador de conciencia. Esta
visión abre preguntas esenciales: ¿qué ocurre cuando dejamos de vivir en
automático? ¿Cómo recuperamos el sentir en un mundo que favorece hacer?

Quizás ahí radica una clave: entender que la conciencia no se limita a pensar, sino
a sentir y estar presentes. Vivimos en una sociedad del cansancio, como describe
el filósofo Byung-Chul Han, una era donde el rendimiento y la productividad valen
más que el descanso o el silencio. Pero sin pausa no hay creación, sin
introspección no hay comprensión.
¿Qué podemos hacer entonces? Como sociedad, urge abrir conversaciones
honestas sobre salud mental, educación emocional y espiritualidad sin dogmas.
Promover espacios donde la pausa sea un acto de resistencia y no de culpa. En lo
individual, podríamos comenzar por lo más simple: respirar con conciencia,
observar sin juicio, reconectar con lo esencial.
Estar presentes no significa desconectarse del mundo, sino participar en él desde
otro lugar: desde la calma, la empatía y la coherencia. Quizás el verdadero
progreso no esté en hacer más, sino en ser más.
Porque el tiempo, al final, no es lo que pasa afuera, sino lo que somos capaces de
vivir adentro.

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