Se equivocó Germán Martínez
La Secretaría de Marina-Armada de México y la SEDENA son las instituciones de mayor confianza y credibilidad en el país, le sigue el Instituto Nacional Electoral (INE), enemigo a vencer desde la Presidencia de la República.
1º Ejército y Marina, tienen 63.8 por ciento en nivel de confianza.
2º La Guardia Nacional Militar, está con 60 por ciento.
3º Instituto Nacional Electoral, nivel de confianza de 59.6%.
Los anteriores son resultado de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020 (ENCUCI), balance de un esfuerzo conjunto entre el INEGI y el mismo INE.
Por eso mismo erró el senador Germán Martínez Cázares durante la comparecencia de la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez en donde encaró al general secretario Luis Cresencio Sandoval González dirigiéndose al militar como “señor Sandoval”, aquí don Martínez perdió lo lindo de su oratoria.
Porque así como hay millones de mexicanos que no están de acuerdo con las políticas públicas de cientos de miles que no están con Andrés Manuel López Obrador, es aunque no quieran el presidente.
Por cierto, que memoria tan corta la de don Martínez, si él fue pieza clave para que AMLO llegara a la presidencia, acaso ya se le habrá olvidado.
Entonces en todo caso Sr. Germán, ofrezca usted una disculpa pública a la nación y retírese o bien, manifiéstese respetuoso al general secretario.
Muy gallito con el señor Sandoval, así lo quisiéramos ver encarando a Andrés Manuel.
Enseguida la versión estenográfica del extitular del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y ex promotor del Peje, hoy “enemigo” político del mismo.
Sr. Sandoval:
Mis palabras como senador de la República, en relación con las reformas que se sometieron a nuestra competencia sobre el mundo militar ni fueron tendenciosas ni las movió interés o ambición personal ni buscaron apartar a la ciudadanía de sus Fuerzas Armadas, como usted afirmó en septiembre pasado.
Quienes hemos hecho señalamientos a las tareas castrenses en ejercicio de nuestra labor legislativa, no merecemos su reproche. No se lo acepto. No soy su tropa.
Ni debemos pensar igual.
Respeto el uniforme que usted porta, pero eso, no lo hace más ni mejor mexicano.
Soy o intento ser leal a México y no soy servil a nadie.
La dignidad no es asunto de estrellas en el hombro, sino de mexicanos estrellados contra la ineptitud de sus gobiernos.
Y si acaso usted valiera más que otros mexicanos por sus insignias, entonces México estaría cerca del autoritarismo militar.
Ninguna persona es más que otra en una República, como lo soñó Benito Juárez, a los tribunales militares Benito Juárez les cesó de conocer de negocios civiles.
Juárez tenía clara la frontera entre civilización y militarización.
Eso dije y lo sostengo: mi argumento entonces es tendenciosamente Juarista.
El Ejército es constitucionalista, no presidencialista. No tiene dueño.
Nació contra el vendepatria Santa Anna, el Emperador Maximiliano, el dictador Díaz o el chacal Victoriano Huerta.
Esta patria no es de un sólo hombre.
Su tarea en seguridad pública debe ser de “carácter civil”, no sólo mando civil.
Los tiempos del pensamiento único, y la confusión: Nación-Gobierno-Partido-Ejército, no deben volver.
El Ejército es pueblo uniformado, sí, pero por portar armas no los eleva por encima del pueblo, los compromete con el pueblo.
El general presidente de México Lázaro Cárdenas heredó un Reglamento de Deberes Militares, de 1937, donde prohibió a los militares intervenir en asuntos civiles. (Artículo 29).
También limitó la expresión de ideas en asuntos políticos y religiosos. (Artículo 31).
Y por si fuera poco, el artículo 92, dice que: “Más que a ningún de los miembros en servicio activo, a los Generales…corresponde abstenerse, en la forma más absoluta, de inmiscuirse en los asuntos políticos del país, directa o indirectamente…”.
¿Qué tratos y contratos hizo en la Secretaría de la Defensa con Alejandro Moreno, el presunto delincuente, según la Fiscalía de Campeche?
¿Por qué se metió en asuntos políticos, precisamente bajo el Castillo de Chapultepec?
¿Usted, sr. Sandoval, se siente autorizado para pisotear esas órdenes del General Cárdenas?
La milicia tiene límites y debe respetarlos.
El fuero militar no le alcanzará a nivel internacional si se violan nuestra Constitución y los Derechos Humanos.
Quiero a mi Ejército victorioso, derrotando a los criminales, feminicidas y asesinos de periodistas. Pero también lo quiero obedeciendo a la ley.
Le ordenaron hacer un aeropuerto, un tren, etcétera, Usted obedece.
Y si, acaso, le ordenaran liquidar a un adversario electoral, ¿también obedecería?
Del militarismo al fascismo sólo falta un toque de clarín… y dar el paso.
Su equipo castigó a un teniente por no darle las botas correctas.
¿Ya castigó a los responsables de custodiar todos los papeles del Ejército? Los Guacamayos son militares descontentos.
El gobierno salió de espoleta retardada, para entender el enorme peligro de los delincuentes. Pero de estopín instantáneo para entender que muchos de sus contratos no se licitan, sólo se adjudican sin fiscalización.
A los amigos a firmar contratazos, a los enemigos a tirar balazos. El descontento ya no se oculta. Privilegio marcial puro.
En el lugar donde usted nos vituperó en septiembre, murieron los Niños Héroes de Chapultepec.
Ellos tuvieron unos compañeros de armas, que pelearon por amor a México y no eran mexicanos, se batieron en muchas trincheras, incluida la batalla de Churubusco.
Murieron a manos del ejército invasor norteamericano.
Nacieron en otra tierra.
Pensaban distinto.
Hablaban otra lengua.
Tenía otra bandera verde y amarilla, que decía “Irlanda por siempre”.
Tenían otro comandante, el Capitán John O`Rilley.
NO ERAN TRAIDORES, SR, SANDOVAL. ¡ERAN EL BATALLÓN DE SAN PATRICIO!
Los mexicanos que pensamos distinto a usted, también amamos a México. Aunque sólo seamos simples ciudadanos.
Luchamos en distinta trinchera, pero nos cobija la misma bandera.
Le respeto Sr. Sandoval, pero el Alto Mando de General, sólo lo merecerá frente a la Historia.
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