Por: Deysi Sánchez
México siempre se ha caracterizado por ser un país
misógino, machista y feminicida; y no son solo palabras, pues las cifras hablan
por sí mismas. En años anteriores la media de mujeres asesinadas al día era de
7, lo cual ya era bastante preocupante, el feminicidio se comenzó a monitorear
y muchas activistas enfocadas al feminismo comenzaron a hacer de éste un tema
más visible. Con esto podríamos esperar que las cosas se tornaran en favor de
las mujeres, algo que dentro de este país suena utópico.
Ya para 2019, las estadísticas se modificaron, no a
nuestro favor, pues ahora las cifras nos arrojan el resultado de que son nueve
mujeres asesinadas cada día; también se tienen datos que seis de cada diez
mujeres han sufrido algún tipo de violencia, incluidas menores de edad, esto
según datos de ONU Mujeres.
¿Pero por qué no denuncian las mujeres? Porque la mayoría
no tienen confianza en las autoridades, porque muchas veces al ir a denunciar
sufren de revictimización, pues las comienzan a interrogar de tal manera que
las hacen sentir culpables, si las golpearon es porque ellas se lo buscaron,
porque algo hicieron, por su comportamiento, o incluso por su vestimenta.
Debido a esto solo 1% de los delitos son denunciados y apenas el 3% de las
investigaciones policiales acaban en sentencia.
Por la razón anterior es que las mujeres hemos buscado
nuevas formas de denuncia y justo eso ha hecho que surgiera el movimiento
#MeToo, en México la primera en hablar de abuso y acoso fue la actriz Karla
Souza, pero lamentablemente, aunque no de manera sorpresiva, su testimonio se
puso en tela de juicio; al final el caso no trascendió.
Pero en este último fin de semana por fin se abrió la
caja de Pandora, bastó un tuit evidenciando a un conocido escritor para que el
movimiento #MeTooEscritoresMexicanos tomará el suficiente empuje como para
impulsar a aquellas mujeres que se han sentido agredidas por un sector en
específico, el sector «intelectual» de escritores. Y comenzaron a
caer nombres, uno tras otro, testimonios. Pero no todas las mujeres
denunciarían abiertamente, asi que creó una cuenta de Twitter para que las
mujeres víctimas de alguno de estos hombres pudieran denunciar de manera
anónima.
(@MeTooEscritores):
Muchos nombres comenzaron a surgir, algunos más conocidos
que otros, y algunos se comenzaron a repetir, lo que hizo que hizo que esta
dinámica cada vez tuviera más credibilidad. La reacción de la red feminista fue
contundente, dando seguridad absoluta a toda aquella que denunciara de forma
anónima, o no, con Hashtags de #YoTeCreo, #SeVaaCaer, etc., la red sorora de
mujeres brindaba seguridad y apoyo a todas las víctimas de cualquier tipo de
violencia.
Pero este movimiento no se limitó a escritores, también
se contagió a académicos, a hombres involucrados con el cine y a otros gremios
que parecerían que por ser parte de las artes o a tener cierto grado de
intelectualidad los exentarían de comportarse de manera tan ruin en contra de
las mujeres. Dentro de las denuncias se visualizaron problemáticas como acoso,
violaciones, hostigamiento laboral y académico, entre otras, situaciones que si
no todas, la mayoría de mujeres sí las hemos padecido.
Sin embargo, como era de esperarse el movimiento #MeToo
también tiene a sus detractores, a los que no creen en lo que dicen las
víctimas, a los y las que creen que muchos de los casos han sido inventados por
algún tipo de venganza, porque ante ellos estos hombres se han comportado de
una manera cortés, así que pasan por alto que muchas veces ese es el perfil de
este tipo de individuos, y que, muy a nuestro pesar, muchas veces las personas
no reaccionan de la misma manera con todas las personas, pues no todos
despiertan ese «instinto» con todo el mundo.
Lo que sí es verdad y vale la pena enfatizar, es que cada
vez son más las mujeres que se atreven a levantar la voz; cada vez la red de
sororidad crece y se vuelve más sólida, pues representa toda la rabia que ahora
se está convirtiendo en fuerza. No importa que muchos las tachen de exageradas,
no importa que muchos quieran demeritar su lucha, porque más vale gritar antes
de seguir soportando golpes y hostigamiento, más vale gritar antes de
convertirse en una cifra más de feminicidio.
Para muchos tal vez se trate de venganza y desprestigio,
pero todos aquellos deberían de darse el privilegio de la duda.