Opinión

El incesante viaje de Leonora

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Por: Zaira Rosas

zairosas.22@gmail.com

México es en sí mismo un país surrealista, así lo describieron grandes artistas
como Salvador Dalí y André Bretón. Sin embargo, México es el segundo país
donde más artistas surrealistas han vivido, entre ellos Leonora Carrington y su
entrañable amiga Remedios Varo. Ambas mujeres son íconos a nivel global,
ambas entablaron una amistad que quedó reflejada en su arte, no obstante, es
Leonora quien hoy acapara la atención pues está próxima a estrenarse una
película de su vida.
Leonora es también el nombre del libro que Elena Poniatowska escribió tomando
como referencia la vida de la artista con quien tenía un vínculo personal y afectivo.
En esta obra, Poniatowska compartió grandes anécdotas que la propia Leonora le
había narrado: desde su origen aristocrático en Inglaterra, su amor desbordado y
tormentoso por Max Ernst, el doloroso internamiento psiquiátrico tras la guerra civil
española y, por supuesto, su refugio en México, donde no solo halló un nuevo
hogar, sino también la oportunidad de reconstruirse como mujer, como madre y
como creadora.
Esta obra literaria ha inspirado ahora una nueva historia del mismo nombre llevada
a la pantalla grande, con el propósito de compartir con el mundo la vida de una de
las artistas más admiradas en la historia del surrealismo. La película es una
coproducción entre Alemania, México, Reino Unido y Rumania, dirigida por Thor
Klein y Lena Vurma. El rodaje se ha convertido en un viaje en sí mismo,
recorriendo escenarios clave que marcaron la existencia de Leonora, desde
Europa hasta México, con el fin de capturar no solo la biografía, sino el espíritu
rebelde y visionario que ella encarnaba.


La realización del filme incluyó además un diálogo cercano con Elena
Poniatowska, quien compartió recuerdos íntimos de su amiga, algunos tan
singulares como la marca de cigarrillos que fumaba. Estos detalles,
aparentemente pequeños, permiten dar vida a un retrato más humano y cercano
de la artista, más allá del mito, mostrando a la mujer detrás del genio creativo.
El viaje de Leonora comenzó con la rebeldía de una joven que se negaba a
aceptar el destino que su familia aristocrática tenía preparado para ella. Desde
niña mostró una inclinación por lo onírico, por los relatos fantásticos y por un
mundo que iba más allá de lo racional. Esa misma rebeldía fue la que la llevó a
desafiar las convenciones sociales, a elegir el arte y el amor por encima de la
comodidad, y a convertirse en una voz indispensable dentro del surrealismo, un
movimiento dominado en su mayoría por hombres.

México significó para ella un renacer. Renato Leduc, poeta y diplomático, la
rescató de un destino incierto en Madrid al casarse con ella y traerla a tierras
mexicanas. Aquí, Leonora encontró un espacio fértil para su imaginación. En
medio de un país convulso y a la vez lleno de tradiciones místicas, comenzó a
tejer una nueva vida. Se reencontró con la libertad, se vinculó con artistas e
intelectuales y, sobre todo, halló en México un hogar para la familia que formaría
más adelante junto al fotógrafo húngaro Emeric “Chiki” Weisz, con quien tuvo dos
hijos.
El legado de Leonora Carrington es múltiple. No solo fue pintora y escultora,
también escribió cuentos y novelas donde exploró mundos fantásticos, símbolos
esotéricos y personajes que parecen surgir de un sueño colectivo. Su obra se
caracteriza por la presencia de animales míticos, caballos —símbolo recurrente de
su vida—, mujeres fuertes y seres que habitan entre lo terrenal y lo espiritual. A
menudo dialogaba con los temas del ocultismo, la alquimia y la mitología celta,
intereses que compartía con Remedios Varo. Su amistad con ella fue mucho más
que una coincidencia artística: juntas exploraron lo mágico y lo inexplicable,
creando universos paralelos donde la imaginación era la verdadera patria.


Aunque su vida culminó en México en 2011, a la edad de 94 años, Leonora sigue
viva en cada trazo, en cada escultura y en cada palabra escrita. Su influencia
trasciende generaciones y fronteras. Hoy es un referente no solo del surrealismo,
sino de la fuerza femenina en el arte. Para las nuevas generaciones, Leonora
representa la posibilidad de resistir, de reinventarse y de crear un mundo propio
aun en medio de la adversidad.
El estreno de la película promete no solo revivir su historia, sino también inspirar a
quienes se acerquen a su figura por primera vez. Leonora nos recuerda que el arte
es también un viaje incesante: una búsqueda perpetua de sentido, un refugio
contra la oscuridad y una celebración de lo mágico que habita en lo cotidiano. Su
vida, como su obra, nos invita a mirar más allá de lo evidente, a cuestionar lo
establecido y a permitir que la imaginación sea siempre una forma de resistencia.

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