Opinión

El lado aún más oscuro detrás de las detenciones migratorias

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

Miles de personas tratan de llegar a Estados Unidos en busca de nuevas
oportunidades de vida. México es el país de paso de un gran número de latinos,
pero también uno de los países con mayor flujo migratorio, por ende, cuenta en
igual medida con deportaciones y detenciones en Estados Unidos. Desde la
llegada de Donald Trump al poder es sabido que una de sus promesas de
campaña era ir contra las personas migrantes, erradicó los avances humanitarios
que incluso permitían a niños y jóvenes continuar con sus estudios como es el
caso de los dreamers.
Desde México la presidenta Claudia Sheinbaum, ha expresado su oposición a las
redadas contra los migrantes latinos, principalmente mexicanos que realizan
trabajos de manera honesta en el país vecino y la falta de su labor podría afectar
incluso la economía de Estados Unidos. Para ejemplo bastaría visualizar un
escenario como el de la ficción de Sergio Arau, titulada un día sin mexicanos,
donde se aborda la posible desaparición de todas las personas migrantes que
aportan de manera directa a múltiples tareas de este país.
Si bien las detenciones son crueles y dolorosas por lo abruptas y la separación
que generan en las familias, aún hay otras crisis detrás. No se trata únicamente de
las miles de personas deportadas, sino de la vida que tienen que dejar atrás y las
secuelas psicológicas que esto deja en las familias. Se trata de la falta de
oportunidades que tienen que enfrentar las personas por el temor a ser detenidos,
esas oportunidades que tanto añoraban nuevamente les son negadas.
Y es que en efecto la problemática no es exclusiva de Estados Unidos, si el resto
de países brindara alternativas a sus ciudadanos migrar no sería una opción, hay
espacios en donde las personas huyen por seguridad, por temor a la creciente
violencia en sus naciones, otros es por falta de empleo, pero en la mayoría de
casos la migración viene después de un atisbo de esperanza de alcanzar un mejor
futuro.
Hoy las protestas y detenciones abarcan los titulares, sin embargo, no se trata
solo de la violencia con la que estas detenciones son ejercidas, sino también del
trauma que conllevan previamente. Cientos de niños y adolescentes han dejado
de acudir a las aulas por temor a ser detenidos, anteriormente las escuelas e
iglesias eran considerados lugares seguros, actualmente son un punto más donde
puede surgir cualquier detención.
Detrás también está la falta de empatía de quienes ven en los migrantes una
amenaza, no es casualidad que Donald Trump llegara al poder apoyado incluso de
quienes no encuentran donde vivir y culpan de su extrema pobreza a las personas

migrantes en lugar de responsabilizar al gobierno o la propia cultura capitalista que
lleva a miles de personas a deudas imposibles de pagar.
A la par de las protestas conocemos historias de terror, como la niña que falleció
tras intentar suicidarse debido al acoso escolar que recibía por ser migrante. La
brutalidad con la que son tratadas las personas detenidas e incluso la muerte de
un mexicano mientras estaba detenido en un centro de ICE.
Las protestas quizás no representen una solución actual, pero sí sirven para
visibilizar la necesidad de hablar al respecto entre los gobiernos y proponer más
alternativas que permitan a las personas migrantes desarrollarse, pues no debería
ser ilegal buscar un mejor lugar y tener el anhelo de crecer.
Durante décadas hemos conocido historias de dolor, también de migrantes
exitosos que han transformado las naciones pues es justo la diversidad lo que
posibilita un mayor desarrollo, ahora solo queda alzar la voz y exigir una
negociación más humana para nuestros compatriotas del otro lado.

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