Por Zaira Rosas
Durante décadas México ha tratado de consolidar un proceso democrático, que a
lo largo de los años ha sido duramente cuestionado, sin embargo, también
estudiado por otros países pues tenemos uno de los sistemas más adecuados
para votaciones a nivel global, todo ello gracias al trabajo que durante años ha
desempeñado el Instituto Nacional Electoral, este 1 de junio no ha sido la
excepción bajo un proceso histórico.
Pocos son los países que ponen bajo el voto popular la elección de jueces y
magistrados, pero ninguno como México que depositó en manos del pueblo la
elección de todos los poderes. ¿es verdaderamente una democracia? Claramente
no, si bien este es un proceso histórico, no significa que sea innovador ni
acertado, basta con escuchar a quienes pasaron horas en filas o buscando sus
casillas para entender que nadie entiende de qué se trata.
La elección constó de múltiples boletas donde las personas de manera general
requerían de acordeones o guías para poder entender sobre qué estaban
emitiendo una opinión, difícilmente alguien podría mencionar el nombre de al
menos 3 propuestas y ni hablar de la ignorancia colectiva que tenemos respecto a
las materias y ejes de atención de cada una de las propuestas.
¿Qué avance puede representar una elección aleatoria en la que compiten por
igual personas con carrera judicial y otras sin preparación? El proceso en sí es
una falla desde su propuesta, pero se vendió como una alternativa ante la
corrupción, sin embargo, es más propensa a propuestas desequilibradas y
candidaturas controladas.
Aunque se trata de un proceso electoral nunca antes visto, significa un retroceso
democrático, primeramente, se deja de lado el equilibrio de los distintos poderes,
que era uno de los mayores avances de México y en segundo no se está
contemplando la inequidad bajo la que surgieron y se promocionaron las distintas
candidaturas por lo que los resultados serán igualmente desiguales según los
recursos de sus postulantes.
La votación no tendrá la participación esperada, al menos en las casillas pocas
son las personas que entienden el proceso en el que están participando, otros
tantos van por anular su voto pues no vislumbran un proceso de confianza con
quienes podrían influir en la elección.
¿Qué pasa después del voto? El conteo tomará varios días pues no se realiza en
las casillas, será hasta el 15 de junio que conozcamos el total de resultados y
entonces comienza el tiempo para las impugnaciones.
La población nuevamente se encuentra dividida pues para algunos se trata de una
elección que no debería tener lugar y para otros una oportunidad de validar a
quienes imparten justicia en el país, sin importar la postura que tengamos es
innegable que se trata de algo único y que esta elección puede determinar el
futuro de la democracia de nuestro país.