Otra vez Michoacán. Otra vez el gobierno federal con el uniforme de la esperanza y el gesto de la autoridad. En 2006, Felipe Calderón bajó de un helicóptero para anunciar el “Operativo Conjunto Michoacán”, y con él, la famosa —y sangrienta— “guerra contra el narcotráfico”. Hoy, Claudia Sheinbaum presenta su “Plan Michoacán por la Paz” como la primera gran prueba de fuego de su administración.
Cambia el discurso, cambia el tono… pero el escenario es el mismo: un crimen que desafía al Estado, un gobierno que promete paz y un país que escucha, escéptico, los tambores que dicen no ser de guerra.
La presidenta evita cuidadosamente las palabras que marcaron la época calderonista. No habla de enemigos ni de “combates frontales”, prefiere hablar de reconstrucción, justicia y tejido social. Pero el lenguaje no cambia la geografía de la violencia: Michoacán sigue siendo el epicentro del temblor nacional, ese punto donde la realidad se impone a la retórica.
Y aunque el nombre del plan suene conciliador, en el terreno la narrativa se diluye. Los despliegues militares se multiplican, los retenes se endurecen, las operaciones llevan consigo la misma fragancia del pasado: la del poder que busca imponer orden sin entender que el miedo, en México, se volvió un idioma que todos dominamos.
Mientras tanto, el norte del país empieza a vibrar en una frecuencia muy parecida a la que en otro tiempo destruyó la estabilidad de Tamaulipas. En las carreteras que conectan los ductos y las terminales, los transportistas de combustibles han comenzado a vivir bajo amenaza. En los patios de carga, los hombres duermen dentro de las cabinas, cuidando más su tanque que su vida. El robo, la extorsión y los bloqueos son ya parte del paisaje cotidiano.
Y el murmullo crece.
El de los choferes, los empresarios, los sindicatos que empiezan a coordinarse, discretamente, cansados de pagar piso y de enterrar compañeros. Se oyen rumores de un paro en cadena, de una maniobra calculada para frenar el flujo de combustible… incluso del que surte a los aeropuertos. Un movimiento así —si ocurre— no sería solo una protesta: sería una sacudida económica capaz de poner a prueba la estabilidad de un gobierno que presume paz mientras su infraestructura energética se tambalea.
Tamaulipas ya conoce ese libreto. Lo vivimos cuando las carreteras se volvieron territorios prohibidos, cuando los policías locales dejaron de servir a la ley y empezaron a servir a sus verdugos. La historia se repite con la frialdad de quien no teme ser descubierta. Hoy, en las comandancias de algunos municipios fronterizos, se respira ese mismo tufo que precede a la infiltración: el silencio cómplice, las patrullas que desaparecen a ciertas horas, los informes que nunca llegan.
Sheinbaum promete no caer en los errores del pasado, pero las señales no son alentadoras. La “guerra” ya no se llama guerra, se llama plan; los soldados ya no son ejército, son Guardia Nacional; y las cifras, en lugar de cuerpos, son porcentajes cuidadosamente alineados en las conferencias de prensa.
En Palacio Nacional parecen convencidos de que las gráficas bastan para contener la realidad. Que mientras los números bajen, el país respira. Pero allá afuera, en las carreteras del norte, los transportistas saben que la estadística no frena balas ni impide cobros de piso. Y los michoacanos —esos que ya vieron este ciclo antes— saben que los planes por la paz suelen nacer de la guerra que se niega a ser llamada por su nombre.
Tamaulipas, durante el calderonismo, fue la advertencia que nadie quiso leer. Hoy vuelve a asomar su sombra: una frontera en tensión, policías divididos, crimen que se adapta más rápido que la política.
Quizá el gobierno no quiera escucharlo, pero el país entero siente ese rumor incómodo, el que anuncia que algo grande se está gestando bajo la superficie. Y cuando los camiones de combustible se detienen, cuando el rugido de los motores calla en señal de protesta, el eco no solo se escucha en las terminales o los aeropuertos: retumba en el corazón del poder.
Porque a veces, la historia no se repite por destino… sino porque el poder se empeña en no aprender de su propio espejo.
En la intimidad… El rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Dámaso Anaya Alvarado, visitó la Escuela Preparatoria No. 3 con el propósito de extender el vínculo con su comunidad estudiantil, académica y administrativa, además de constatar los avances en infraestructura y desarrollo académico que impulsa este plantel universitario.
Durante su recorrido, realizado en el marco del programa “Un día con tu rector”, Dámaso Anaya fue recibido por la directora del plantel, Maribel Soberón García, junto con docentes y estudiantes, quienes compartieron los logros, proyectos y experiencias que distinguen a esta preparatoria.
El rector destacó la importancia de mantener un contacto directo con la comunidad universitaria escuchando de primera mano sus inquietudes y acompañando sus avances, como parte de una administración cercana y comprometida con todos los programas educativos de la UAT.
Como parte de su visita, constató el avance de la construcción de la techumbre en la explanada central, que servirá para actividades sociales, culturales y deportivas, y que forma parte del compromiso institucional de mejorar los entornos educativos y promover la convivencia estudiantil.
Asimismo, recorrió el centro de cómputo, recientemente modernizado con 40 nuevas computadoras de última generación y tres pantallas interactivas instaladas tanto en el área de cómputo como en aulas del plantel.
Durante su estancia, el rector conoció al grupo del programa bilingüe, una de las principales fortalezas académicas de la Preparatoria No. 3, que permite a los jóvenes cursar diversas asignaturas en inglés, fortaleciendo sus competencias lingüísticas, comunicativas y de liderazgo desde el nivel medio superior.
El rector expresó su reconocimiento al trabajo de los docentes y al esfuerzo de los estudiantes que participan en este programa, reiterando su interés en fortalecer la enseñanza del idioma inglés y en promover el desarrollo integral del estudiantado de este nivel educativo.
En otro punto del recorrido, sostuvo un diálogo cercano con el personal docente que participa en el curso de homologación de Unidades de Enseñanza-Aprendizaje, quienes compartieron sus experiencias y reflexiones sobre los procesos de enseñanza en el nivel medio superior. Asimismo, visitó las aulas, el laboratorio de ciencias, estands de emprendimiento estudiantil y diferentes espacios del plantel, donde convivió con alumnos destacados, reconociendo su entusiasmo, talento y compromiso con la comunidad universitaria.
Con esta visita, el rector reafirma su compromiso de impulsar una educación media superior de calidad, cercana y transformadora, centrada en el crecimiento académico, humano y social de sus estudiantes, fortaleciendo con ello la misión institucional de servir con excelencia a la sociedad tamaulipeca.
davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608
Jose antonio Martinez meza
19 marzo, 2025 at 23:23
Me gustaria quebfueram la.mitad mujeresby la otra mitad hombres bajo el mando de estos nuevos jefes que llegaron a esta administracion con mucha experiencia en el ambito.se les decea mucha suerte a cada unonde los nuevos elememtos a contartar y sea de mucha utilidad a esta cuidadania maderense