Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com
Llegó el 8M, el primero que se conmemora con una mujer al frente de la
presidencia de México, la primera vez que tenemos en Veracruz a una mujer como
gobernadora, la primera vez que salen más de 200 mil mujeres en la marcha de la
CDMX, la primera vez que madres marchan con sus hijas, que amigas se
acompañan y gritan al unísono distintas consignas bajo un mismo punto: ser
mujer.
En medio de este día mostramos pañuelos morados, las calles se vislumbran
desde los drones como si se llenaran de jacarandas, pero en realidad son mujeres
compartiendo memorias de dolor, porque si hay una motivación detrás de cada
mujer que sale en 8M con pancartas y gritos es la de pedir un mundo más justo,
seguro y digno para el presente y futuro.
¿por qué es necesario realizar una marcha? Porque al menos en este día nos
unimos bajo una misma petición, visibilizarnos, al menos en este día clamamos en
conjunto ¡JUSTICIA!, por los feminicidios, por las dobles jornadas, por las
desaparecidas, por la violencia que durante décadas hemos normalizado y
también por los derechos que con las luchas se han alcanzado, sin dejar de
reconocer todo lo que aún falta.
Las marchas no son una forma de dividirnos entre mujeres y hombres, son una
expresión pública para recordar nuestra existencia y que también no se borre la de
quienes ya no están. El grito de justicia resuena fuerte porque, aunque tenemos
mujeres al frente en puestos de toma de decisión siguen sin recibir atención las
madres buscadoras, siguen sin esclarecerse los casos de quien no llegó a tener
un caso mediático y aún pasan al olvido miles de historias.
Pero el 8M también es un recuerdo de esperanza, donde resuena la palabra
sororidad, donde sin importar nuestras perspectivas nos volvemos aliadas bajo un
mismo género e intención, con el anhelo de que más allá de este día sepamos
reconocer esta valía día con día, que la sororidad no se limite a marchar bajo un
mismo propósito en una fecha particular, sino que se muestre en el apoyo
cotidiano, aún cuando nuestra forma de pensar pueda no ser igual.
La sororidad se muestra en el reconocimiento de esfuerzos que han permitido que
nuestro país y algunos estados estén liderados por una mujer, pero también en la
exigencia por una escucha atenta ante lo que aún está pendiente. Mientras haya
mujeres sin oportunidades, comunidades donde las niñas dejan de serlo por verse
forzadas a un matrimonio, mientras exista acoso, violaciones y feminicidios,
seguirá una lucha y demanda constante que requiere dejemos de lado la apatía y
la indiferencia.
No se requiere ser una víctima para reconocer la realidad, de ahí la necesidad de
que el privilegio no nuble la empatía, pues no se tiene que vivir un daño para ser
solidario. Las mujeres hoy más que nunca necesitamos formar una comunidad y
no solo entre mujeres, sino una comunidad en humanidad, donde sumamos
aliados que reconocen la necesidad de un mundo más equitativo para que
podamos desprendernos de roles y etiquetas.
Y si de avances se trata comencemos con pequeñas acciones, salarios justos y
tratos dignos si tenemos personas a cargo, dejar de categorizarnos y respetar las
diferentes creencias que tenemos aún en un mismo género, entender que no
todas buscamos ejercer los mismos roles, pero sí los mismos valores: respeto,
justicia y libertad. Que las decisiones que tomemos sean por elección y no por
imposición.
Que el 8M no quede en un día, que sea una muestra constante del punto al que
queremos llegar, para que las memorias que resuenen ya no sean de dolor, esa
empatía que compartimos en la marcha, sea la que mostremos en cada espacio,
hagamos un pacto, cada día cuidémonos todas con la misma fuerza que lo
hacemos en las calles, con el mismo valor, aunque en el resto de los días no
tengamos un mismo color.
Como último punto hago un llamado a nuestras autoridades, a nuestras líderes
mujeres, a la presidenta Claudia Sheinbaum, a la gobernadora de Veracruz Rocío
Nahle y a la titular de la Secretaría de Educación de Veracruz, Claudia Tello, pues
como mujeres es su obligación dar respuesta a los más de 700 docentes que
siguen en espera del pago de su seguro institucional, un derecho que desde
gobiernos anteriores han detenido, dejando sin poder cubrir gastos médicos a
múltiples docentes, entre ellos también muchas mujeres. Esa también es una
lucha pendiente de la que seguiremos hablando hasta obtener justicia.