El anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum sobre el despliegue de 10 mil soldados en la frontera entre México y Estados Unidos, tras una llamada telefónica con el presidente Donald Trump, ha abierto un nuevo capítulo en la relación bilateral entre ambos países. En un primer vistazo, la imagen evocada parece la de una creciente tensión, un show de fuerzas y decisiones geopolíticas que nos invitan a preguntarnos si estamos ante una crisis inminente o ante una pieza más en el ajedrez de la diplomacia internacional.
Lo cierto es que, más allá de la espectacularidad de los números, el manejo de este anuncio y la estrategia detrás de la intervención de tropas parece ser un ejercicio bien calculado, algo que por supuesto ambos mandatarios entendieron: la política es, ante todo, un juego de “estirar la liga” sin dejar que se rompa. Y en este caso, ni México ni Estados Unidos se han «rompido».
El gobierno mexicano, por un lado, no ha caído en el error de ceder ante las amenazas de Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos. Al contrario, ha logrado evitar la imposición de medidas económicas destructivas, mientras proyecta una respuesta firme ante las preocupaciones sobre el tráfico de fentanilo y la seguridad fronteriza. Por su parte, Trump, quien se mostró interesado en asegurar que México cumpla con sus compromisos, no ha dado muestras de que sus exigencias vayan a llevarlo a un conflicto frontal con su vecino.
Ambos gobiernos tienen la obligación de manejar los intereses nacionales sin perder de vista el contexto regional e internacional. México, por ejemplo, necesita cuidar su economía y evitar que los aranceles deriven en un golpe letal a sectores clave, como el automotriz o el agrícola. En el otro lado, Estados Unidos, con la presión de la crisis del fentanilo, no puede permitirse ser percibido como débil ante una amenaza que ha costado miles de vidas y que, en su narrativa, tiene sus raíces en territorio mexicano.
El despliegue de soldados, más que una amenaza militar directa, parece ser una pieza negociadora. Ambos países han dejado claro que, aunque la política exterior puede ser tensa y complicada, la verdadera batalla se libra en el terreno de la economía, la seguridad y el respeto mutuo. En este sentido, el juego no ha sido tanto de demostrar fuerza sino de establecer límites y mostrar que, más allá de los gestos rimbombantes, la disposición para negociar sigue siendo la clave.
De aquí en adelante, la verdadera prueba será cómo ambos gobiernos aborden la guerra contra el fentanilo y la respuesta de Trump una vez que se venza el plazo de un mes acordado. Si la cooperación entre los dos países logra salir fortalecida en ese contexto, la llamada de la que todos hablamos hoy puede ser vista como un éxito en el largo plazo. Sin embargo, no podemos perder de vista que, como siempre en la política internacional, el diablo está en los detalles. Los compromisos deben ser más que palabras vacías; deben traducirse en resultados tangibles.
En la intimidad… Y mientras tanto, dentro de nuestras fronteras, en un plano más local, COMAPA Altamira también ha dado de qué hablar. Con su campaña “Regularízate”, la institución demuestra que la política y la economía, aunque distantes de los grandes foros internacionales, también pueden ser fuentes de soluciones efectivas para el ciudadano común.
Durante el mes de febrero, Omar Hernandez Leines, gerente general de la COMAPA Altamira ofrece un 100% de descuento en recargos y gastos adicionales, una estrategia que no solo alivia a los contribuyentes, sino que refuerza el sentido de comunidad en tiempos de incertidumbre económica.
Es una muestra clara de que, al igual que en el ámbito internacional, el enfoque estratégico también puede ser una herramienta de bienestar colectivo. Al final del día, las pequeñas decisiones que impactan en la vida de las personas también son parte de esa gran partida de ajedrez que es la política.
En un mundo lleno de tensiones, a veces es necesario recordarnos que, al igual que los grandes actores internacionales, todos jugamos para ganar. Y en este caso, el programa “Regularízate”, respaldado también, por el alcalde Armando Martinez Manríquez, es una jugada que, sin duda, beneficia a todos.
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