Opinión

El problema está en la corrupción, no en los organismos

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

El cáncer más grande de nuestro país es la corrupción, durante décadas se ha
prometido combatirla, sin embargo no ha sido posible porque la corrupción se
extiende hasta los organismos que la combaten, en medio de este panorama
surgieron organismos autónomos que buscaban regular la información, los
monopolios, el libre comercio, etc. y brindar a México garantías de equilibrio entre
el poder político, económico y social.
Actualmente lo anterior no será del todo posible pues en un intento de tener una
mayor regulación de las acciones de estos organismos, la Cámara de Diputados
aprobó en lo particular una reforma para desaparecer siete organismos
autónomos: INAI (Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información),
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL),
Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), Instituto Federal de
Telecomunicaciones (IFT), Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), Comisión
Reguladora de Energía (CRE) y la Comisión Nacional para la Mejora Continua de
la Educación (Mejoredu).
A simple vista podríamos pensar que la desaparición de estos organismos, la
creación de uno descentralizado que no sea autónomo que sustituya las funciones
de COFECE para los fines del Tratado de Libre Comercio, pueden representar un
gran ahorro y que se dan pasos para dejar de servir al neoliberalismo como
declararon los diputados que aprobaron estas propuestas. Sin embargo, en
realidad es un retroceso pues si bien todos los organismos autónomos requerían
de cambios urgentes por la misma corrupción, la solución no es volver a centrar
todo a manos del poder ejecutivo.
El problema más grande de los organismos son las personas que han accedido a
ellos, quienes terminan cargando viajes personales y gastos onerosos, como fue
el caso de Adrián Alcalá, actual comisionado presidente del INAI. Sin embargo, los
organismos por sí mismos cumplían una gran función: ser un punto de equilibrio.
Por ejemplo, gracias al INAI, periodistas tuvieron acceso a datos que les
permitieron transparentar investigaciones profundas de corrupción como la casa
blanca, Odebrecht y la Estafa Maestra, entre otros.
Al menos respecto a este organismo en particular (INAI), hablar del gasto
presupuestal que representa como excusa para su desaparición resulta
inverosímil, pues su existencia permitió dar seguimiento a casos donde se
hubieran recuperado millones. Nuevamente lo que impidió recuperar este dinero
fue la labor de la Fiscalía General de la República.

El INAI permitía visibilizar que el gobierno no estaba cumpliendo con eso que
decía hacer, pues se contrastaban los datos que mostraban con los que
verdaderamente tenían y el acceso a los mismos estaba abierto para cualquier
persona ciudadana, incluso como estudiante de universidad lo utilicé en múltiples
ejercicios para saber por qué no se transparentaba información de los recursos
públicos asignados a películas, cuánto era el dinero que se destinaba a ciertos
proyectos, etc. Y lo más importante es que si el gobierno no te brindaba la
información se podían interponer recursos donde el INAI te acompañaba y exigía
la transparencia de estos datos, sin que se tuvieran repercusiones.
La creación de organismos como el INAI había puesto a México como punta de
lanza respecto a la transparencia y el acceso a la información a nivel internacional,
pues cuidando la protección de datos, la población en general podía exigir a sus
gobernantes e instituciones que transparentaran el uso de recursos, información
valiosa como su preparación para los cargos e incluso el impacto ambiental de
decisiones.
Ahora resulta difícil imaginar un nuevo espacio a cargo del mismo gobierno que se
encargue de regularse a sí mismo, pues esto implicaría un retroceso de décadas
en donde todo se centraliza bajo un mismo poder. Lo anterior también impacta de
manera positiva a intereses personales que en realidad favorecen al
neoliberalismo, pues otros organismos regulaban las prácticas monopólicas, la
regulación de medios de comunicación, el monitoreo de la pobreza e incluso los
precios de servicios de telefonía e internet.
Al final no se necesita más información para entender hacia dónde vamos, si el
organismo que hacía recomendaciones sobre los índices de pobreza estará en
manos de quienes deben atender esos cambios sin duda veremos ahora un
progreso de México que nunca antes imaginamos, al menos la narrativa nos
brindará la historia que siempre imaginamos, aunque seguramente nuestra
realidad será otra.

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