Opinión

Una mirada urgente al sur

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

Estados Unidos está en el marco de un gran proceso electoral, de los resultados
en el país vecino dependerá gran parte de nuestra economía, la seguridad
nacional y temas sumamente delicados como la migración. En medio de este
proceso nuestro país vive sus propias crisis: Una constante lucha de poder en el
norte y el clamor de ayuda por parte de las personas que viven en el sur,
esperando que por fin se tomen nuevas medidas de apoyo para migrantes que
vayan más allá de cerrar las fronteras.

Desgraciadamente el problema de ignorar al sur no es sólo de México, conforme
escalamos las distancias pareciera que siempre el sur lleva las de perder,
preferimos ver solo al norte con la esperanza de alcanzar la prosperidad y nos
olvidamos de lo que dejamos atrás pese a encontrar ahí todos los recursos
naturales, la mano de obra y gran parte de la clave del desarrollo y prosperidad
que se ha brindado al norte.

El fenómeno del sur no es algo nuevo, pasa a nivel global y es al norte donde
encontramos las naciones de mayor desarrollo, quizás tenga explicaciones
históricas, geográficas y hasta meteorológicas, pero también hay fuertes causas
sociales y climatológicas que en nuestro presente nos obligan a cuestionar ¿qué
está pasando y qué podemos hacer?

De manera global no podemos ignorar los fuertes cambios climáticos en uno de
los pulmones del mundo, la zona del Amazonas, donde además de ser
indispensable la atención para conservar el territorio también es fundamental
voltear a ver a las comunidades indígenas, respetar sus derechos y escucharles,
para una verdadera transformación y preservación del entorno.

Así como en la COP16 fue evidente el trato que tienen por lo general las
comunidades indígenas y lo importante que es escucharles para entender la
realidad, lo mismo sucede en México y otras partes del mundo, donde pareciera
que los derechos se respetan según el rango de poder y la conveniencia de las
instituciones, pues al menos en nuestro país Chiapas lleva décadas suplicando
atención, bajo distintos movimientos ha pedido ayuda en temas como seguridad y
migración, el respeto a sus territorios y aunque el estado esté sumido en casos de
corrupción y abusos de autoridad poco se habla de ello.

No es casualidad que fuese en este Estado donde asesinaron al sacerdote jesuita
y defensor de derechos, Marcelo Pérez. Tampoco lo es que el gobernador aún en
turno sea de los hombres en la mira por su creciente enriquecimiento, mientras el
gobernador electo solo haya pedido el esclarecimiento de los hechos a un

gobierno que no ha podido hacer frente a una creciente ola de violencia generada
por el narcotráfico.

En la frontera tanto de Guatemala como Chiapas, es evidente que el control de las
carreteras está a mano de grupos armados, pero en el resto del país sabemos que
la situación es complicada, sin embargo, seguimos aparentando que no, aunque
ello implique de nueva cuenta una bomba de tiempo, pues el hartazgo comienza a
pesar, tanto como la indignación de quienes claman por la paz y a cambio reciben
balas.

Mientras tanto en el norte también desborda la violencia, en un creciente conflicto
entre bandos que se disputan constantemente el poder y esta ola en ambos polos
del país no es responsabilidad exclusiva del gobierno, es de todo el sistema que
incluye a nuestras instituciones, que como bien diría el ganador del premio Nobel
de Economía Daron Acemoglu, México tiene infinidad de recursos, pero para
prosperar requiere de equilibrio en sus instituciones, entendiendo a estas últimas
como toda norma, regla o espacio que estructure las interacciones humanas.

De acuerdo al economista, para prosperar es fundamental un equilibrio de
poderes, protección a los derechos humanos, participación política, acceso a
oportunidades y una competencia sana dentro del libre mercado. La pregunta para
los países en desarrollo es si lo anterior nos lleva a la prosperidad o más bien se
alcanza sólo en naciones prósperas, pues mientras tanto México tiene una deuda
histórica con el sur y mientras no exista ese equilibrio en nuestro propio territorio,
difícil será hacerlo como balanza ante otras naciones. Seguirá pesando la
dominación del norte.

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