Más nerviosa no podía estar. Mónica Zácil Villarreal Anaya, a partir de hoy responsable de la ciudad y el puerto de Tampico, más nerviosa, no podía estar en el evento de la sucesión de poderes.
Claro, es entendible, pasó de ser la licenciada a la presidente municipal de una de las ciudades más importantes no solo de Tamaulipas, sino de todo el país.
Olvidó el nombre de José Ramón Silva Arizabalo, secretario de Emergía, le cambió el apellido a Marcos Zuviri Rivera, dirigente estatal de su partido morena, y cometió dos y tres atropellos en la lectura del teleprónter durante su discurso. La alcaldesa, más nerviosa, no podía estar, y era entendible, su sueño profesional se había hecho realidad, sus noches de desvelo e ilusiones se convirtieron en un acto solemne e historico.
Claro, ella estaba a allí, ante cientos de tampiqueños que apostaron a su persona, y de frente tenía también a los que operaron en su contra, pero, esa etapa quedó atrás, a partir de hoy trabajará en estrecha colaboración con ellos, ustedes y nosotros porque Tampico va con todos, subrayó sin titubeos y con una voz nítida, con entereza.
Mónica, conforme avanzó en su discurso dominó el escenario, controló ese nerviosismo característico de cualquier persona cuando llega a una de sus metas y cumple sus sueños, terminó empoderada convertida en la presidente municipal de Tampico, Mónica Zácil Villarreal Anaya, la primera autoridad de la capital de las huastecas.
Demostró su temple, carácter y determinación. Ténganle cuidado.
En la intimidad… Erasmo González Robledo, otro hombre que cumplió su sueño.
Por cierto, Óscar Rolando Pérez Inguanzo y Diana Sarmiento, exalcalde y expresidenta del DIF Tampico, fueron el único matrimonio de ese calibre en la sucesión de poderes con la alcaldesa Villarreal Anaya, dos seres humanos valiosos para la ciudad.
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