En gran parte del territorio nacional se esperan con ansias la llegada de las lluvias a fin de revertir una de las crisis hídricas más severas registradas en años. En Tamaulipas y en la zona sur la situación también es de esperanza y anhelo por volver a la normalidad las actividades cotidianas, una vez que se hagan presentes las precipitaciones.
¿Están preparadas las autoridades de Altamira, Ciudad Madero y Tampico, así como el resto de la entidad, para la llegada de intensas o atípicas lluvias? Sin olvidar la posibilidad de huracanes.
En los próximos días, ante los pronósticos de la cercanía de un potencial ciclón tropical 1 con destino a Tamaulipas, sabremos si existen o no asentamientos humanos irregulares en los diferentes municipios, cuyos habitantes pueden quedar expuestos a las inclemencias del tiempo.
Conoceremos aquellas obras públicas y privadas cuya edificación cuenta con permisos oficiales y se supone que son realizadas cumpliendo con las normas oficiales de seguridad y calidad. Lo mismo aplica con la protección industrial para sus trabajadores y sus instalaciones.
Las techumbres de las escuelas y las condiciones del resto de las instalaciones serán puestas a prueba ante la probabilidad de un fenómeno meteorológico, donde la protección de alumnos y personal docente debe ser la prioridad.
Y una vez más, los famosos drenajes pluviales para Ciudad Madero y la zona conurbada, prometidos por Enrique Peña Nieto y que han sido botín de políticos y autoridades de diversos órdenes de gobierno, saldrán a la luz. Debido a su alto costo millonario y político, difícilmente se pueden ejecutar.
La zona sur de Tamaulipas, con sus aproximadamente un millón de habitantes, una vez más se encuentra frágil y expuesta a los fenómenos naturales cuyos efectos pueden causar serios problemas por el exceso de agua.
El sistema lagunario está seco, situación conocida por todos, seguramente recuperará sus niveles registrados antes de la sequía. Más allá de esto, esperamos que no sea necesario activar el Plan DN-III-E, el cual todos sabemos está destinado a auxiliar a la población civil en caso de desastre.
Que por cierto también contempla la identificación de áreas de riesgo y acciones preventivas como la construcción de obras de mitigación.
Casualmente el Plan DN-lll-E se activó por primera vez en octubre de 1966 a raíz del impacto del Huracán “Inés” afectando la región sur de Tamaulipas y norte de Veracruz.