Tras el crecimiento poblacional que alcanzaba aproximadamente 8.000 millones de personas a finales del 2022, estudios señalan que se anticipa un decremento en la población mundial.
Esta investigación es procedente del instituto de métricas y evaluación de la salud de la Universidad de Washington, donde se señalan que para el año 2050 una amplia mayoría de Naciones experimentará índices de fertilidad insuficientes para sostener sus poblaciones actuales, cifra que aumentaría para el 2100 con el 97% de los países con esta condición.
Esto debido a que el número de defunciones sobrepasará al de nacimientos, lo que orillará a un decremento de la población global.
Se señala que la problemática radica en la capacidad del ser humano para proveer los recursos necesarios que garantizan la supervivencia y el bienestar de la población global, incluyendo aspectos vitales como el acceso de agua, alimentos nutritivos como energía sostenible y la gestión de desechos entre otros, por lo que a pesar de que el descenso de la población podría parecer una buena noticia acarrea otros efectos secundarios que deberán abordarse.
Los efectos que podrían dividir el concepto demográfico sugieren que temporalmente habrá un mayor proporción de adultos en edad de trabajar, resultando en pirámides poblacionales invertidas aumentando la presión sobre el sistema de salud y sociales, transformando los mercados laborales y alterando los patrones de consumo.
