Cada vez que abrimos la llave de un fregadero, regadera o lavabo, difícilmente pensamos lo complicado que ha sido lograr que salga el agua y podamos continuar con nuestras actividades cotidianas. Incluso cuando escuchamos hablar de la crisis del agua o nos enteramos de la escasez del líquido en algunas partes del país, lo vemos como algo lejano y ajeno a nuestro entorno. La problemática del agua es cada vez más frecuente e inquietante.
El Informe del Comité Técnico de Operación de Obras Hidráulicas de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) establece que de las 210 presas que hay en México, 117 se encuentran en un nivel inferior al 50%. En estas estadísticas, obviamente, se incluyen los embalses localizados en Tamaulipas.
Más allá de las cifras oficiales y de que es un problema que al menos en gran parte de la entidad tamaulipeca nos afecta diariamente, se necesita un plan de acción a corto plazo. Aunque los tandeos en la zona centro y norte del estado son un paliativo para la población, así como los trabajos de rehabilitación en la infraestructura de los organismos operadores de agua que buscan mejorar el suministro del líquido en los municipios, se requieren proyectos realistas, no faraónicos ni con presupuestos ambiciosos, que al término del sexenio resuelvan en la medida de lo posible el conflicto que cada vez es más cercano.
Seguramente, el tema de la crisis hídrica será un botín para los candidatos en las próximas elecciones, pero podría ser válido siempre y cuando las propuestas sean factibles de llevar a cabo y no caigan en lo descabellado.
Enfrentar la crisis del agua requiere una colaboración activa entre la sociedad, las autoridades y los partidos políticos.
Como sociedad debemos seguir fomentando la conciencia sobre el uso responsable del agua mediante campañas educativas. Además, las autoridades por su parte deben implementar medidas eficientes de gestión del recurso hídrico, como la reparación y mantenimiento de infraestructuras permanentemente y a fondo.
Es crucial que los partidos políticos incluyan en sus agendas propuestas realistas y sostenibles para abordar la escasez de agua. Se debe buscar consenso en la creación de políticas públicas que promuevan la conservación del agua y la inversión en tecnologías más eficientes.
Con un compromiso colectivo, podemos superar esta crisis, asegurando un suministro de agua sostenible para las generaciones futuras. La resolución de este problema requiere un esfuerzo conjunto y un enfoque a largo plazo.