Desde una pared de las oficinas del PAN en Tamaulipas, la imagen del exgobernador, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, atestigua, ¿palomea?, el registro de precandidatos y precandidatas a las alcaldías y diputaciones locales. Hay quienes aseguraron que el rostro de quien maneja los hilos del panismo en la entidad cambiaba su semblante de acuerdo a quien estuviera cumpliendo con el protocolo partidista. Aunque seguramente su malestar predominó en su ánimo todo el fin de semana.
El panismo tamaulipeco llega dividido, más de lo normal, de cara al proceso del 2 de junio, por las pugnas de todos conocidas, pero nunca aceptadas. También es justo reconocer la apertura mostrada en los últimos años por los blanquiazules para incluir perfiles ciudadanos, más allá de su militancia. Obviamente, de no haberlo hecho, la debacle hubiera sido más estrepitosa.
Aunque también merece la observación que la llegada de la mayoría de los perfiles sumados a la ola blanquiazul y que no tuvieron cabida en Morena, al menos por el momento, no tienen las mejores referencias, con pasados oscuros y señalados públicamente, la justificación es la apertura. Esa misma postura debe aplicarse en las propuestas a cargos, refrescar los perfiles y dar cabida a otros militantes y ciudadanos, porque los mismos llegan a cansar a los electores.
Seguramente en el CEN panista están conscientes de que en muy pocos de los 43 municipios tamaulipecos van a obtener resultados positivos, como son los casos de Tampico, Altamira y Ciudad Madero, donde las características sociales, políticas y, sobre todo, económicas, favorecen al perfil blanquiazul. Aunque en el último año cierto sector empresarial de la zona conurbada ha iniciado una estrecha relación con Morena, impulsado más por intereses económicos que políticos, una muestra más de lo hueco de la frase «no somos iguales».
Para el panismo tamaulipeco son tiempos de definiciones y de aprovechar las circunstancias; de lo contrario, habrán perdido no solamente ante Morena y sus partidos satélites, sino también ante ellos mismos, y su papel como oposición continuará diluyéndose.
