Hoy en día la mayoría de los tamaulipecos y gran parte de la opinión pública nacional, no tiene una opinión favorable sobre el ex gobernador, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, ni tampoco de su administración estatal, tan es así que varios de sus funcionarios tienen en su haber carpetas de investigación abiertas en su contra por presuntas irregularidades.
Hasta aquí todo está bien, pero se sigue esperando la actuación contundente por parte de los responsables de la procuración de justicia, aunque todo parece indicar van a esperar se acorte aún más la distancia entre los tiempos electorales, algo muy común en la política nacional.
Lo anteriormente planteado hace retomar una de las peculiaridades de la actual administración federal, y se puede resumir de la siguiente manera, “el pasado es responsable de los problemas del presente”, así de sencillo. Lo escuchamos los mexicanos durante cinco años y dos meses más aproximadamente.
En Tamaulipas no parece ser la excepción, es más, es una especie de mantra político para todos los funcionarios del actual gobierno morenista, “los que se fueron son culpables de todo”.
A un año de haber iniciado la gestión del gobierno de Américo Villarreal Anaya, tres funcionarios de su gabinete de forma coordinada en días pasados señalaron una vez más “al pasado, a los que se fueron”, como responsables de gran parte de la problemática por la cual atraviesan las dependencias a su cargo.
El coordinador estatal de Protección Civil, Luis Gerardo González de la Fuente, dijo «si hubieran ido a la coordinación los primeros días para que vieran como nos la dejaron”, contundente denuncia un año después.
A su vez, el titular de salud, Vicente Joel Hernández Navarro, retomó el tema del equipo médico abandonado y que sería destinado al hospital de Ciudad Madero, obra no terminada por la administración pasada.
El vocero de la Secretaría de Seguridad Pública, Jorge Cuellar hizo otra declaración pintoresca sobre la inseguridad, que para las estadísticas oficiales va a la baja, a la que calificó como una “herencia maldita del pasado, de muchos años, además, ese arraigo de la percepción de Tamaulipas violento es algo con lo que estamos luchando”.
Puede ser válido buscar chivos expiatorios, pero tampoco se debe caer en una posición de tibieza ante los compromisos con la sociedad tamaulipeca, tarde o temprano el crédito otorgado por el pasado se diluye, dando paso en el presente al juicio ciudadano.