Opinión

La fiebre morena se desata

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La temporada invernal no solamente trae consigo cambios bruscos en la temperatura, sino también afectaciones en el ánimo de las personas, más en los políticos, quienes son víctimas de una extraña “enfermedad”.

Algunos de sus primeros síntomas son sentirse todopoderosos, que las pueden sí o sí, que son merecedores de algo más porque su cargo actual ya les queda muy pequeño y el pueblo bueno merece seguir recibiendo sus atenciones y ayuda.

Pero la muestra más importante de aquellos funcionarios, políticos y aspirantes que padecen este nuevo tipo de fiebre morenista, es sentirse seguros de estar en el ánimo de quien va a palomear los nombres de los afortunados ganadores.

También se sienten cercanos a una candidatura por lazos familiares o un cierto afecto, en este caso con el gobernador Américo Villarreal Anaya o con el mismo Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Es así como vemos espectaculares de la diputada Úrsula Patricia Salazar Mojica por las principales avenidas de Tampico, o de un intenso activismo en redes de «los amigos» de la regidora Mónica Villarreal Anaya.

Lo mismo ocurre en municipios de la frontera: en Reynosa la ex alcaldesa Maki Ortiz se mueve en busca de otro proyecto, aunque sus cuentas públicas siguen bajo observación; lo mismo ocurre con Carlos Canturosas en Nuevo Laredo.

Otros contagiados con la «enfermedad» son los aspirantes a un escaño en el Senado; todo parece indicar la imposición de Olga Sosa a esa posición, sin que esto sea una garantía de victoria en el proceso constitucional, sus circunstancias y relaciones ya no son las del pasado.

Pero más allá de sus padecimientos, los pacientes morenistas parecen no tener en cuenta las circunstancias actuales que viven el país y Tamaulipas.

El partido que ahora representan con tanto fervor sufre los embates de una realidad totalmente diferente y están expuestos a un juicio ciudadano que todo indica los vacunará con una recuperación nada agradable, como suele ser muchas veces una medicina, amarga para sus intereses.

Mientras esto sucede, la oposición sigue en su letargo y parece que así continuará.

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