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Opinión

Deconstrucción urgente

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Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com

“Avísame cuando llegues”, es la frase más común a una mujer, ese mensaje que dice que llegó, que está bien es la calma para múltiples personas, pero cuando no llega puede paralizar a cualquiera que le estime. Desafortunadamente en el país al menos 10 mujeres al día son asesinadas simplemente por su género. En esta estadística no entran las muertes de causa natural, ni los accidentes. Me refiero a únicamente a que por existir como mujeres puede ser causa de muerte.

Si pensamos en cómo disminuir esta estadística, podríamos imaginar medidas de cuidado como no estar solas en espacios que podrían considerarse inseguros, o a altas horas. Pero siendo realistas estos peligros sólo aplican para las mujeres, a un hombre difícilmente se le dan esas recomendaciones y por si fuera poco gran parte del peligro para las mujeres se encuentra más cerca de lo que podríamos imaginar.

La mayoría de feminicidios y crímenes sexuales son cometidos por personas cercanas a la víctima, por parejas sentimentales, familiares como tíos, abuelos e incluso los mismos padres.

Esta violencia que enfrentamos día con día es producto de un aprendizaje, no surge de la naturaleza humana, no es genética ni instintiva. Es meramente cultural, donde la necesidad de poder y demostrar hombría en medio de un sistema patriarcal, ha dañado profundamente la
concepción que tenemos de amor, cuidado y respeto.

Alicia Esmeralda se suma a la lista de mujeres que desearíamos no tener que nombrar, por quienes exigimos justicia, pero sobre todo por quien nuevamente urge analizar un entorno donde la persona que un día dice amarte también se vuelve el responsable de tu muerte.

Desgraciadamente, este caso es más común de lo que parece. ¿Cómo terminamos bajo estas circunstancias?

El entorno es responsable de estos casos, donde la violencia aparece disfrazada en pequeñas dosis, pero rara vez se le reconoce porque el discurso con el que nos hemos desarrollado es el del amor romántico, donde perder la identidad propia por amor es algo tan normal como ceder aún en contra de tu voluntad a cambio de la felicidad de alguien más.

En medio de estos escenarios no resulta difícil imaginar que cuando las circunstancias cambian, cuando hay una negativa, alguien más quiera ejercer el control para recuperar el poder que durante siglos se les ha otorgado. El feminicidio es sólo la punta del iceberg, cuyas bases estriban en ideologías donde prevalece la desigualdad, la necesidad de control y el manejo de poder.

El feminicida rara vez busca ser un asesino, el fondo de sus acciones está en una necesidad de dominio y reconocimiento, que aprendió en el mismo sistema patriarcal bajo el cual hemos crecido durante años y que pese a múltiples esfuerzos se sigue perpetuando en lo político y social. Un feminicida puede ser retratado después del crimen como un monstruo, pero previamente se le identificaba en la sociedad como alguien funcional, preparado e incluso atento.

Las imágenes de víctimas con sus agresores dan cuenta de relaciones amorosas, donde si la víctima tiene la suerte de vivir puede relatar la sorpresa de un cambio abrupto que notan cuando es demasiado tarde. Pocas mujeres tienen la suerte de salir con vida y en esos casos, hablan de lo difícil que es recuperarse porque pese a las circunstancias terminan señaladas como responsables por su apariencia, qué vestían, dónde estaban. ¿Cuándo hacemos estos cuestionamientos hacia otro género? Si un hombre muere violentamente jamás he visto que se cuestione su muerte por su vestimenta, o que los medios hablen de si iba solo.

La muerte violenta de una mujer de manera casi inmediata va ligada a un vínculo sentimental, en tanto que la muerte de un hombre, suele ser a manos de otro hombre. Para que nuestras estadísticas cambien, es urgente deconstruir nuestras ideas, trabajar en nuevas leyes y sobre todo transformar los conceptos más básicos que permean en nuestra cultura.

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Opinión

El diputado que ya se les apareció en el mes del susto

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En el tablero político de Tamaulipas, donde los nombres se barajan con cautela y los proyectos se miden más por silencios que por anuncios, el diputado Humberto Prieto Herrera acaba de dar un golpe de autoridad que pocos esperaban y muchos ahora observan con atención. El presidente de la Junta de Gobierno del Congreso local fue calificado por la revista especializada CongresistasMex como el mejor legislador local del país, una distinción que no se entrega por simpatía, sino por resultados.

El estudio, realizado entre el 1 de agosto de 2024 y el 30 de septiembre de 2025, recogió la opinión ciudadana sobre desempeño legislativo, acuerdos parlamentarios, gestión e impacto social. Y ahí, el tamaulipeco se colocó en la cima. Su nombre apareció junto al de figuras nacionales con peso político propio, pero fue él, desde el norte del país, quien capturó el primer lugar en reconocimiento público y eficiencia parlamentaria.

Humberto Prieto Herrera —de temple mesurado y verbo sereno—, simpático el muchacho, ha construido una trayectoria que no se alimenta del ruido ni del escándalo, sino de decisiones firmes que, si bien no siempre complacen a todos, han sido respetadas incluso por sus adversarios. Quienes lo conocen en corto dicen que “nunca cierra puertas”, y eso, en la política de pasillos y lealtades cambiantes, vale más que cualquier discurso. Eso, lo escuché en  Monterrey, un día que comía en La Torrada, y un par de políticos de Reynosa, hablaban del Prieto, de eso allá por el 2019.

El asunto es que entre los logros que lo colocaron en esa posición de honor destacan quince iniciativas en materia de transparencia y seguridad fronteriza, además de gestiones que destinaron 20 millones de pesos para mujeres emprendedoras en zonas rurales. Son datos duros, concretos, que comienzan a perfilar a Prieto no solo como operador político eficaz, sino como figura con proyección más allá del Congreso.

En los tiempos políticos que corren, donde cada gesto se interpreta como preludio, el ascenso de Humberto Prieto a la conversación pública no es casualidad. Octubre apenas comienza, pero el diputado ya se les apareció a varios del gabinete y del partido. En el mes del Halloween, su nombre se suma —de manera inevitable— al cartel de los candidateables a suceder a Américo Villarreal Anaya. No porque se imponga, sino porque su trayectoria, su perfil negociador y su constancia lo colocan ahí, con legitimidad, además, ha sabido demostrar lealtades al gobernador.

Y quizá, como suele ocurrir con los políticos que avanzan sin aspavientos, muchos no lo vieron venir. Pero el susto ya está dado.

En la intimidad…  La Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), bajo la dirección del rector Dámaso Anaya Alvarado, consolida un modelo institucional donde la seguridad integral se entiende como un pilar de desarrollo académico. La casa de estudios ha reforzado sus protocolos en todos sus campus, desde la seguridad física hasta la cibernética, en coordinación con autoridades estatales y de protección civil.

A través de la Dirección de Protección Universitaria, la UAT ofrece asistencia vial, atención prehospitalaria, vigilancia institucional y capacitación de brigadas internas. En paralelo, la Dirección de Infraestructura Tecnológica implementa sistemas avanzados de protección digital para evitar vulneraciones que afecten el entorno académico.

La universidad fue acreditada con el sello “C3! Cyber: Cultura, Conciencia y Comunicación en Ciberseguridad”, un reconocimiento que avala su liderazgo nacional en materia de ciberseguridad educativa.

En lo humano, la institución mantiene su compromiso de acompañamiento emocional a través de unidades de apoyo psicológico y la Defensoría de los Derechos Universitarios, encargada de tutelar la integridad y la dignidad de cada miembro de la comunidad.

Con esta política de protección integral, la UAT se reafirma como una universidad moderna, segura y humanista, donde la educación no se limita al aula, sino que abarca la tranquilidad y el bienestar de toda su comunidad.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

Es un genocidio, no una guerra

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Por: Zaira Rosas

zairosas.22@gmail.com

Más de 67 mil personas, en su mayoría mujeres y niños han muerto a causa del
conflicto entre Israel y Palestina, van casi dos años de esta masacre y aunque se
atisba un poco de esperanza con las declaraciones de Donald Trump, presidente
del país que representa el mayor aliado de Israel, es claro que el mundo no presta
atención suficiente la realidad. Un genocidio está teniendo lugar y como sociedad
tenemos que actuar de manera urgente.
Desde el 7 de octubre de 2023 en Palestina sólo conocen el dolor y el caos, las
personas mueren de hambre, por falta de medicinas y quienes han logrado
escapar narran el infierno de no saber estar en paz aún lejos de las bombas y el
asedio constante. ¿Cómo es que ante tantos muertos y atentados contra los
derechos humanos sigamos considerando ajeno el dolor?
Esto no se trata de puntos de vista o posturas, se trata de humanidad y empatía,
como la que tuvo la Global Sumud Flotilla, compuesta por 44 embarcaciones que
buscaba enviar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, misma que fue
brutalmente frenada por Israel al catalogar a los civiles que viajaban en los barcos
como terroristas y detenerlos bajo múltiples métodos de tortura.
En los barcos van múltiples activistas, la más conocida Greta Thunberg, a quien
arrastraron del cabello para dar una lección al resto de detenidos, han dado poca
agua y alimentos, tiene 22 años y aún sabiendo lo que podía enfrentar no ha
dejado de hacer eco de la necesidad de ayuda a las personas de Palestina, no por
apoyar una postura política, sino por simple humanidad.
En la Global Sumud Flotilla también iban 6 mexicanos, a quienes el gobierno de
México pide puedan regresar adecuadamente a su país, pues tal como dijo la
presidenta Claudia Sheinbaum, no cometieron ningún crimen.
El monarca de España también se ha pronunciado ante organismos
internacionales pidiendo que se detenga el genocidio y es que cuando todo haya
pasado ¿podremos decirnos humanos después de haber permitido tales horrores?
Una postura diplomática por parte de más naciones es urgente, la ONU ha emitido
recomendaciones y hay sanciones hacia Israel, sin embargo, resultan insuficientes
ante el aún apoyo mostrado por Estados Unidos.
Si las naciones exigen el cese de acompañamiento por parte de Estados Unidos
verdaderamente podríamos hablar de esperanza para las familias que aún luchan
por sobrevivir entre los escombros. Tal como lo declaró el ministro de finanzas
israelí Bezalel Smotrich. “Estamos rompiendo Gaza y dejándola convertida en una
pila de escombros, con una destrucción completa y sin precedentes en el mundo.

Y el mundo todavía no nos ha parado” ¿Hasta cuándo actuaremos en conjunto
para detener los atentados?
Este lunes comenzará de nuevo una negociación entre Israel y Hamas, donde se
espera pueda haber un cese real al fuego que ha acabado en su mayoría con
civiles y destrozado más del 90% de Gaza. Son 20 puntos los que estarán en
juego donde el más destacado ha sido la liberación de rehenes y secuestrados en
ambas vías, sin embargo, hay puntos controversiales que hablan sobre el
gobierno de Palestina y la propuesta de establecer un grupo internacional liderado
por Trump donde también participaría el ex ministro británico Tony Blair.
Hoy más que nunca, la humanidad se pone a prueba. No basta con mirar las
noticias y lamentar las imágenes que inundan las redes; el silencio y la indiferencia
también son cómplices de la barbarie. Lo que ocurre en Palestina no es un
conflicto lejano, es un reflejo del fracaso colectivo de nuestra empatía. Cada vida
perdida nos recuerda que el dolor no tiene fronteras y que guardar neutralidad
ante un genocidio es renunciar a la esencia misma de ser humanos.

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Opinión

El poder no se presta, ni se comparte, ni se renuncia

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El poder que otorgan las urnas tiene un peso indelegable. No es título honorífico, ni bálsamo para repartir privilegios; es responsabilidad directa, decisión propia, liderazgo inequívoco. Cuando un personaje político lo confunde con un préstamo, lo comparte sin transparencia o lo cede a terceros ajenos al mandato, el electorado pierde, la juridicidad se resquebraja, y la historia juzga sin miramientos.

Francisco Javier García Cabeza de Vaca forjó su llegada al poder como primer panista en gobernar Tamaulipas, un estado complejo por su posición estratégica y su exposición al crimen organizado, tráfico ilegal y otros flagelos. Su gobierno acumuló aciertos: seguridad, inversiones, promoción energética. Pero su gran error personal fue permitir que su poder fuera “administrado” por otros, en particular sus hermanos. El público veía decisiones tomadas por figuras cercanas, pero no electas, decisiones que repercutían en lo político y lo público. Esa pérdida de mando directo cobró factura: la oposición, los morenistas, lo siguen usando como bandera, como ejemplo de un poder compartido mal entendido, que engendra impunidad y confusión.

María Magdalena Peraza Guerra, “la maestra”, es otro caso. En su primera administración municipal, como alcaldesa panista, tuvo una gestión reconocida —con fallas, como cualquier gobierno— pero con autoridad propia. En su segundo mandato, recargó muchas decisiones en su sobrino Luis Peraza Basáñez y en el tesorero Edgar Ánimas Del Ángel. No fueron electos para liderar, pero asumieron roles de poder ejecutivo informal. Cuando los errores cometidos por estos terceros se reflejan en resultados deficientes, la ciudadanía ve a la alcaldesa, no a ellos, como responsable. En su afán, quizá, de multiplicar apoyos o extender el control familiar, Peraza dejó de asumir directa y públicamente la responsabilidad de cada tropiezo. Eso le pasó factura. El pueblo no votó por los allegados, votó por ella.

Ejemplos hay muchos: Enrique Peña Nieto con Luis Videgaray; Vicente Fox Quesada con sus hijastros; Felipe Calderón y el peso de decisiones de otros; Andrés Manuel López Obrador, al final, siendo vehemente crítico, terminó defendiendo decisiones de colaboradores con conflictos o cuestionamientos profundos. En todos ellos se repite el patrón: cuando el titular del poder delega demasiado, cuando permite que quienes no fueron electos medien con el mando, se diluye la rendición de cuentas.

Ahora pienso en Tampico. En la alcaldesa Mónica Zacil Villarreal Anaya recae un momento histórico: ser la segunda mujer presidenta municipal de Tampico, con expectativas enormes, con ojos que la juzgarán como a pocas. Por ningún motivo debe compartir su poder, ni siquiera de broma, ni permitir que decisiones clave se tomen en despachos ajenos al suyo o mediadas por familiares, allegados, que no enfrentaron elecciones pero pueden terminar marcando la gestión.

Los aciertos y los errores quedarán inscritos bajo su nombre. No habrá exención. Lo bueno, si fue suyo, será reconocido; lo malo, también. No basta con articulados discursos ni promesas electorales; el liderazgo real se muestra en las decisiones propias, en la responsabilidad directa, en la capacidad de defender cada obra, cada servicio, cada política pública. Tampico merece autoridades que asuman, que se hagan cargo, que no permitan sombras ni intermediarios con poder real.

En la intimidad… Comparte el rector logros y proyectos con estudiantes de la Facultad de Derecho Victoria.
Al encabezar un recorrido en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Victoria, el rector Dámaso Anaya Alvarado dialogó con estudiantes, docentes y directivos para informar sobre los logros recientes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, y para escuchar las necesidades de la comunidad universitaria.

En la jornada ‘Un día con tu rector’, fue recibido por el director Edy Izaguirre Treviño y titulares de coordinaciones. Se mostró decidido a reforzar el proyecto institucional, generar mayores oportunidades para la juventud estudiantil.

Reafirmó compromisos con las licenciaturas de Derecho, Ciencias de la Comunicación, Negocios Internacionales y Turismo; con los posgrados y la investigación de la Facultad. También expuso logros académicos, científicos y de vinculación, incluyendo proyectos con el Gobierno del Estado, convenios con la UNAM, con universidades de España y Colombia. Se presentó el Congreso Internacional de Turismo y Gastronomía Rural AMESTUR 2026 que se realizará en Ciudad Victoria, 7 y 8 de mayo.

Durante su recorrido, visitó aulas, centro de cómputo, el centro gastronómico. Aprovechó para convivir con estudiantes, darles la bienvenida a los de nuevo ingreso, y motivarlos a aprovechar los servicios universitarios. Mostró interés en conocer directamente sus inquietudes, y dejó claro que crecimiento institucional en matrícula y diversificación de oferta siguen siendo ejes de su gestión.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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Opinión

Dámaso y el músculo sindical

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La firma del Contrato Colectivo de Trabajo 2025 entre la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) y el Sindicato Único de Trabajadores (SUTUAT) no es simplemente un acto administrativo, sino un mensaje político, institucional y de gobernabilidad interna. El rector Dámaso Anaya Alvarado, al estampar su firma junto con la del secretario general sindical José Luis Castañón Ramos, no sólo selló un documento, selló también un compromiso que le asegura estabilidad operativa a la Universidad y certeza laboral a su planta trabajadora.

En el papel se habla de mejoras salariales, prestaciones y condiciones laborales. Pero en la realidad, lo que se refrenda es un pacto de confianza mutua que permite a la administración central de la UAT mantener una relación directa, sin fracturas, con la estructura sindical, tan influyente como necesaria para el buen curso académico y administrativo de la institución.

La inclusión del secretario de Trabajo y Conflictos del SUTUAT, Juan Gabriel Puga Limón, así como de representantes sindicales de las zonas norte, centro, sur y Mante, no es menor. Fue una firma respaldada por toda la estructura territorial del sindicato, lo que fortalece aún más la imagen de unidad que el rector busca proyectar en su gestión. Junto a su equipo de colaboradores —María Concepción Placencia Valadez, Eduardo García Fuentes, Ismael Quintanilla Acosta y Jesús Francisco Castillo Cedillo—, Dámaso Anaya dejó claro que la rectoría no improvisa, y que hay planeación y rumbo en la conducción de la universidad.

Este tipo de acuerdos son, además, parte de una estrategia más amplia: blindar a la UAT de conflictos internos en momentos donde el país y el estado avanzan en procesos de transformación política, educativa y social. Lo que pasa en la universidad pública más importante de Tamaulipas siempre tiene repercusiones fuera de sus aulas, y el rector parece tenerlo muy claro.

En la intimidad… A la mitad del camino de su gobierno, Américo Villarreal Anaya no sólo mantiene el rumbo, sino que reafirma una conducción de Estado basada en principios de justicia social, respeto a los derechos humanos y una visión profundamente humanista. Su mensaje, reciente y firme, da cuenta de un liderazgo sereno, pero decidido, con resultados tangibles que han impactado la vida pública de Tamaulipas.

No es menor haber reducido los delitos de alto impacto en más del 50 por ciento. No es casualidad que la pobreza extrema haya disminuido como no se había visto antes en la historia del estado. No es retórica el decir que Tamaulipas ha recuperado su lugar en el escenario nacional gracias a finanzas sanas, infraestructura estratégica y políticas públicas con rostro humano.

Américo ha devuelto a la política su sentido ético. Hoy en Tamaulipas se respira una gobernanza distinta, donde las instituciones están al servicio de la ciudadanía y donde las decisiones se toman con responsabilidad social, no desde la imposición ni el autoritarismo. Su administración ha sumado a todos los sectores, ha respetado la pluralidad y ha puesto énfasis en los que menos tienen, sin simulaciones.

El acompañamiento del Poder Judicial y el Poder Legislativo en su reciente informe es un símbolo de equilibrio republicano, y la mención de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México no fue un gesto político, fue un acto de coherencia ideológica con el proyecto nacional de transformación.

Tamaulipas tiene rumbo. Tiene liderazgo. Y tiene gobernador. Uno que, lejos del espectáculo, trabaja. Uno que, en silencio, ha comenzado a reconstruir el pacto social, devolviendo dignidad, paz y esperanza a un pueblo que por años fue rehén de intereses ajenos al bien común.

davidcastellanost@hotmail.com
@dect1608

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