Opinión

¡Esquina bajan!

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El calvario para muchos inicia desde el alba o antes cuando se salen de los hogares, para otros al transcurrir las horas del día y hasta el anochecer, cuando después de las actividades cotidianas, se busca el descanso en casa.

Viajar en transporte público en la zona conurbada y seguramente en el resto del estado, representa toda una odisea, incluye desde corretear las desvencijadas unidades, hasta pelear por el aumento no autorizado del pasaje.

Todo con el propósito supremo de llegar a tiempo al trabajo, escuela, negocio y hasta para divertirse, los «trabajadores del volante» no tienen distingos, ni perdonan, tienen que cumplir sus rutas en tiempo y forma.

Mención aparte merecen los taxistas, quiénes al parecer fueron cambiados por otros de un multiverso paralelo, ya que no son aquellos conductores groseros, prepotentes y que como jueces implacables aplicaban las tarifas en base a un criterio único, el suyo.

Ahora son menos groseros, prepotentes y basan sus cobros utilizando las bases de la economía mundial, oferta y demanda, es decir, gracias a Didi y Uber.

Aunque estos últimos están sujetos al escrutinio y vigilancia inquisidora de sus respectivas aplicaciones, de repente nos «toca el malo», como si fuera un molusco y el usuario se lleva cada decepción.

Recorrer una ruta a bordo de un microbús o autobús suburbano, es un paseo nada agradable para muchas personas, pero si necesario.

Esperar la unidad bajo los implacables rayos del sol, estirar el brazo para hacer la parada y rezar en silencio para que el chofer de apiade y detenga la unidad, de lo contrario a esperar al próximo.

Ya a bordo de la unidad, comienza la pelea por mantener el equilibrio entre enfrenones y con el mantra «disculpe…perdón», todo esto escuchando con musica de fondo y a todo volumen «Compa ¿Qué le parece esa morra?

La que anda bailando sola me gusta pa’ mí».

Este viaje en la mayoría de los casos, es abordo de un vehículo desvencijado y en pésimas condiciones, cuyos años de gloria quedaron lejos años luz.

La odisea concluye cuando llegamos a «nuestro destino», casi una cuadra después del original, debido a que el chofer le estaba «tirando verbo a una morra» y no escuchó el timbre.

El transporte urbano es un servicio de suma importancia para la movilidad de la sociedad, en muchas ocasiones se tiene la necesidad de pagar dos pasajes, o cuatro diariamente, y en ocasiones tarifas nocturnas o especiales, aunque oficialmente no existen.

Las autoridades estatales acaban de anunciar un aumento en el cobro del servicio, seguramente la ciudadanía podría estar de acuerdo siempre y cuando las unidades se modernicen y se busquen alternativas para no castigar a la economía de las familias.

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