Por Víctor Martínez
Si usted conoce o sabe de un empresario que cuente con 100 millones de pesos de capital, avísele que se ha lanzado la licitación para el proyecto turístico del puerto de Tampico.
Parece al fin que el anhelado sueño perseguido por los tampiqueños comienza a ver la luz, tras el anuncio dado a conocer por la Administración del Sistema Portuario Nacional (ASIPONA).
De concretarse todo el concepto, puede ser que el expresidente, Carlos Salinas de Gortari, uno de los eternos villanos favoritos, se sienta orgulloso, pues en su sexenio se crearon las Administraciones Portuarias Integrales.
Desde hace tiempo se ha buscado la transformación de un puerto de carga a uno turístico, incluyendo con ello la llegada de cruceros de última generación.
Esa brillante idea era vendida por los expertos, a pesar que la altura del puente Tampico, no permitía el paso de embarcaciones de grandes dimensiones.
La licitación excluye «casas de apuesta, casinos, palenques, centros y clubes nocturnos (giros negros), venta ambulante», surge la siguiente pregunta, ¿Será posible lo anterior?.
La propuesta para la operación turística portuaria de entrada luce alentadora, sin embargo, ¿la ciudad y el resto de la zona conurbada estará preparada para la tan esperada reconversión?
Si bien la idea es desarrollar el recinto portuario turística y comercialmente, las inmediaciones del mismo se verán en la necesidad de mejorarse y adaptarse.
Desde los servicios públicos y obras de infraestructura hidráulica, que eviten de una vez por todas las inundaciones, pasando por el siempre importante tema de seguridad, entre otros temas, deben ser atendidos.
Como marca la norma, «todos los sectores ven con beneplácito el anuncio» y esperan se dé cabida a los empresarios locales. Se necesita tener la visión de ir por «todas las canicas», crear alianzas para poder competir por un negocio que al menos en apariencia luce tentador y será codiciado a nivel nacional.
La cesión será por un espacio de 20 años y el o los ganadores, se conocerán en septiembre próximo.
De esta manera va tomando forma a finales del sexenio, lo que ello pueda implicar, para bien o para mal, un deseo perseguido por años.
