Por: Zaira Rosas
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Más de un mes ha pasado desde que 10 mineros quedaran atrapados en un pozo de carbón en Sabinas, Coahuila. Lo que comenzó con un atisbo de esperanza, añorando pudieran ser rescatados con vida hoy se ha desmoronado y los familiares ruegan que al menos se puedan recuperar los cuerpos.
Los intentos de rescate donde se ha involucrado el gobierno mediante distintas dependencias, han sido infructuosos debido a las condiciones geológicas. Aún no hay responsables que puedan dar la cara de este hecho, la persona reportada como propietaria podría ser un prestanombres y por si esto no fuese suficiente, la historia de estos mineros sólo ha hecho evidente una realidad que se conoce desde años atrás y se ha querido ignorar.
Las condiciones del trabajo minero en Coahuila están plagadas de irregularidades, los salarios no son justos para quienes eligen esta labor y los riesgos son mayores. Así se ha comprobado con un gran número de muertes. Este no es el primer episodio en el que quedan atrapados trabajadores y no se les puede rescatar. En 2006 en el mismo estado se presentó una explosión en la mina 8 de la unidad Pasta de Conchos. 73 obreros estaban laborando en ese turno y 65 quedaron atrapados.
De ese caso es la fecha en la que los familiares no pueden recuperar los cuerpos, sin embargo, actualmente el gobierno ha dicho que no pasará lo mismo en el pozo “El Pinabete”, después de más de un mes de trabajos de rescate y del asesoramiento de especialistas extranjeros, ya no se habla de recuperar a las personas, sino sus cuerpos. Los familiares han tenido que tomar decisiones complejas, aceptar pagos de apoyo propuestos por el gobierno y un cambio de estrategia que podría demorar más meses.
Al respecto uno de los mineros que tuvo oportunidad de salir de la catástrofe hace mención de que sus compañeros pudieron perder la vida desde el principio debido a una inundación e invitó a las autoridades a hacer un llamado para regular esta industria pues la región es sumamente explotada por la obtención de carbón, los salarios son bajos comparando el riesgo y las autoridades en más de una ocasión
son cómplices de las irregularidades que permiten la explotación desmedida del suelo.
Tanto el caso de Pasta de Conchos como el del Pinabete dejan al descubierto una cadena de pobreza en un lado y en el otro la corrupción, actualmente se identificó a una persona de nombre Cristian Solís como supuesto propietario, sin embargo, pobladores y familiares hablan de que el verdadero propietario es Rafael García Luna quien además a logrado múltiples contratos millonarios para vender carbón a la Comisión Federal de Electricidad.
La Cámara Minera Mexicana (CAMIMEX) dice que la mina de carbón de Sabinas no está agremiada con ellos, pues de manera constante buscan la mejora de condiciones para los trabajadores, pero es difícil lograrlo en la pequeña minería que carece de regulación. Otro punto de corrupción es el cambio de suelo que tuvo la mina en 2019, que previamente había sido declarada como zona de riesgo y aún así se logró el cambio a uso de suelo como industria extractiva.
Al final es poco probable que los mineros atrapados aún estén con vida, se procederá a intentar recuperar sus cuerpos, pero esta historia no ha de ser una más que quede en el olvido, debería ser un llamado de alerta para revisar todos los pozos de la región, analizar la explotación del suelo que se hace de forma irregular e incluso supervisar desde el mismo gobierno qué tanto favorecen las prácticas irregulares mediante contratos con empresarios que no están otorgando las medidas de seguridad necesarias.
Como sociedad también tenemos tarea pendiente, revisemos si nuestro consumo abona a trabajos justos o favorece explotación irregular en esta y otras industrias.