Nacido en el seno de una familia muy humilde en la periferia del Distrito Federal de Brasilia, Endrick comenzó su idilio con la pelota antes de aprender a leer. Con apenas 4 años y los dientes todavía de leche su padre se dio cuenta de que su hijo tenía algo especial. Y se convirtió en su principal altavoz.
Como no tenía recursos para llegar a los medios, Douglas Sousa, el papá de la criatura, colgó los goles de su Endrick en Youtube, ese cine público sin celuloide donde se forjan (y se forran) las nuevas estrellas. Buscaba llamar la atención de los grandes clubes de Brasil, pero sabía que en su éxito llevaría también la penitencia de tener que mudarse con toda la familia a Sao Paulo o Río de Janeiro.
El Sao Paulo le vio primero. Les encantó el vídeo de Endrick. Hablaron con Douglas y le invitaron a viajar allí e instalarse con toda su familia. Pero la ayuda que le daban era simbólica y en Brasil, como en cualquier sitio, no se vive con símbolos sino con dinero. Le ofrecían 150 reales al mes. Unos 30 euros. La oferta no alcanzaba.
Corinthians y Santos fueron los siguientes en llamar a la puerta de Endrick, pero sus ofertas tampoco daban siquiera para costear el alquiler de un piso para toda la familia en Sao Paulo. A la cuarta llegó la vencida. El Palmeiras se ofreció a pagar el alojamiento de todos (los padres, Endrick y su hermana mayor) y el chico empezó a jugar en la cantera del equipo verdiblanco en 2017. Tenía 10 años.
Nada más instalarse en Sao Paulo, el padre de Endrick trabajó como camarero poniendo desayunos en una terminal de autobuses. Y así se fue ganando la vida hasta que el Palmeiras le ofreció trabajar como empleado doméstico en las instalaciones de entrenamiento del club.
Endrick la rompió en el Palmeiras desde el primer día. Hoy han pasado cinco años de su estreno y sus números en la cantera preceden a su incipiente fama: 165 goles en 169 partidos. Pero como sólo tiene 15 años la legislación brasileña le impide firmar un contrato para jugar en la primera plantilla hasta que cumpla los 16 el próximo 21 de julio.
Los grandes del fútbol mundial, con Real Madrid y Barcelona a la cabeza, ya le tienen en su radar y han empezado a echar sus redes sobre Endrick, ávidos de pescar al nuevo Neymar. Su padre intenta mantener anclados los pies al suelo para sujetarse ante el tsunami mediático que se le viene encima a su hijo. «No sirve de nada creer que eres el mejor si no entrenas, no te esfuerzas y no estás centrado», dice.