Muchas veces coincidí con la retórica barata del Peje, me divirtió mucho mientras fue oposición; ya como presidente, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador dice y hace cosas con las que coincido poco y ocasionalmente, muy rara vez acepto. Sí, honestamente también creo que con un par de zapatos puede ser suficiente pero es inadmisible viniendo de la voz de mi presidente. Pero vaya sorpresa la de este lunes pues me vi reflejado en él.
Justo cuando el reporte técnico diario de la Secretaría de Salud Federal reporta la oleada más grande de la pandemia por coronavirus, en un país donde la cifra de contagios Covid-19 es alarmante con poco menos de 5 millones personas enfermas en dos años y las defunciones siguen siendo cifras, números y estadísticas nada más para los gobernantes. El presidente desestimó el esfuerzo de todos.
El comandante supremo se presentó este lunes a la conferencia de prensa un poco ronco, pero antes seguramente sostuvo la reunión del gabinete de seguridad, y si no renunció a sí mismo, López Obrador no utilizó el cubrebocas en sus primeros actos gobierno celebrados este lunes 10 de enero, ni usó gel antibacterial, es el presidente, es AMLO el de las estampitas de protección, es el que actúa como usted y como yo, un poco desobligado.
Hace exactamente una semana sentí un piquete en la garganta, era algo leve, muy leve que con un poco de agua mejoraba; pero el martes, las cosas cambiaron, elegí prepararme un té de canela con limón y miel; no había flujo nasal, tampoco catarro, ni la voz estaba ronca como el presidente, solamente sentía una carraspera “común”, la de siempre que me voy a enfermar de la garganta o como cuando se atora un bello en la garganta, en fin, todo va a estar bien.
Sin embargo, el miércoles ya no había margen de maniobra, era quedarse encerrado porque la noche no había sido fácil: tos, un leve flujo nasal, la garraspera seguía siendo menor pero había sufrido dolor de cabeza, náuseas y escalofríos; es una gripe leve -me dije- pero mejor no salí de casa, no sea que agarre otra enfermedad. Carambolas, mi mamá me notificó la tarde noche del miércoles que había dado positivo la prueba covid a la que se sometió, pero, ella estaba bien un día antes que la ví, los síntomas la atacaron de un momento a otro, solo que ella a diferencia de su hijo fue responsable y a la primer sintomatología acudió al médico. El COVID-19, se había metido con mi familia.
Jueves, no hay otro camino que la consulta y la prueba, acudir a una clínica pública, ¡¿cómo si están peor que nunca en la historia?!, iba a ser pérdida de tiempo, vamos a las baratas que hay en cada esquina, allí hay un buen amigo que es doctor, me va a hacer la prueba, pero saldré bien; desafortunadamente más tardó en atender que el reactivo ya estaba dando positivo a coronavirus. No lo voy a negar, se siente feo recibir la noticia, un mundo de incertidumbre, una ola de miedo y angustia te revuelca en la orilla de la playa imaginaria ¿que si tengo familiares muertos por covid?, sí, ¿amigos? También, ¡¿que si me quiero morir?!, ¿Quién jodidos piensa eso?, fue mi ignorancia, mi negación e irresponsabilidad la que me trajo casi una semana con el coronavirus activo en mi sistema inmunológico, fue el haber bajado la guardia y creer que ya todo había pasado.
Perdón a todos los que expuse, perdón al equipo médico y sus familias; una disculpa pública en memoria de los más de 300 mil fallecidos en México.
En la intimidad… No haga un AMLO, no diga que es una “gripe”, cuidese y cuide a los demás, mejor haga como Adrián Oseguera Kernion alcalde de Ciudad Madero; use doble cubrebocas, no salga de casa si no es necesario y extreme precauciones, que la situación es crítica, son cientos de contagios diarios, y aunque ya se nos aplicó la vacuna a la mayoría aún faltan los menores de edad, esos a los que debemos cuidar. Insisto, ofrezco una disculpa a todos.
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