Después de recorrer cerca de 800 metros, la carrera panamericana vivió uno de sus días más exhaustivos al correr su quinta etapa de Aguascalientes a Durango, donde desde el primer trazo se mostró una carrera retadora.
En Río Chico, la niebla apareció para mandar un mensaje de alerta a los tripulantes, aunque fue donde más velocidad consiguieron.
El segundo tramo por recorrer debió ser El Palmito, sin embargo, un deslave comprometió el paso por este camino, ensuciando con lodo y rocas la pista, hecho que evitó que los motores se pusieran en marcha.
Los encargados del evento decidieron no jugar con la suerte y se canceló el tramo definitivamente, pasando al tradicional “Espinazo del Diablo.
El camino que une a Durango con Sinaloa fue tratado con respeto. En este trayecto, el pavimento se encontraba mojado y con mucha grava suelta, lo que ocasionó que los pilotos optarán por no llevar sus vehículos al cien por ciento y así evitarse un accidente con resultados fatales.
Al final del día, Ricardo Cordero y su navegante Marco Hernández fueron nuevamente los ganadores con una estupenda actuación: “Fue una etapa muy retadora. Había muchas hojas, muchas piedras y estaba muy resbaloso. Pero es lo más esperado de la carrera. Maravillosa”, declaró Cordero al término de la carrera.