Como el Ave Fénix, de entre las cenizas de la inseguridad, matanzas, exterminios e incineraciones de víctimas y sicarios, resurgió el secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de México Marcelo Luis Ebrard Casaubón, al ejecutar con el tiro de gracia al antiguo pacto de seguridad binacional México-Estados Unidos “Iniciativa Mérida”.
Luego de que Felipe de Jesús Calderón Hinojosa en 2007 se enteró que no tenía la FUERZA del Estado para hacerle frente a los narcotraficantes que estaban inmersos hasta en la Cámara de Diputados como asesores, algunos eran regidores y uno que otro fungía como presidente municipal en el país, claro, había gobernadores con perfume de cacao para despistar al gobierno federal y las Fuerzas Armadas; los ahora llamados grupos de la delincuencia organizada se aplicaron y mutaron en su dinamismo, ya eran como la humedad y Calderón no lo sabía.
Cuando Calderón pidió la intervención del entonces presidente gringo George Bush, México desde entonces tenía problemáticas muy distintas según sus regiones. Por ejemplo, en Michoacán, estado natal de Felipe de Jesús se robaban a las mujeres desde que les echaban el ojo en un restaurante, si bien les iba a los familiares les informaban que la guapa y joven mujer de la familia iba a ser la musa del líder criminal; mientras que en Tamaulipas en aquellos años existía una alianza férrea, un control absoluto del territorio, tanto que sirvió de paraíso para los mismos seres queridos de los narcotraficantes que antes habían sido los fayuqueros del país.
Desafortunadamente la estrategia llamada Iniciativa Mérida aportó mucho dinero, muchos millones de dólares que en su primera etapa según fueron 1.500 mdd para equipar a soldados e infantes de Marina en México, claro, también rompió muchos pactos de fraternidad al interior de los grupos criminales.
Ya con Obama y Peña Nieto en el poder, pero con los antiguos narcotrficantes más avanzados y organizados, el control en ambos países fue infructífero, los barones de la droga estaban controlando ambas naciones y los puertos marítimos eran la gran puerta de drogas sintéticas.
La sangre a borbotones cada día, muertes y ajecuciones sin cesar en México; Calderón, Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador sin capacidad de respuesta, sin oportunidad de frenar el poderío delincuencial que sin firmar un pacto como el de Iniciativa Mérida, se habían hecho más fuertes que las relaciones binacionales contra la inseguridad.
Entonces, ya con el agua hasta el cuello y con AMLO de rodillas a la mitad del camino, Marcelo Ebrard, todavía sin aceptar que no es el favorito del presidente, sacó una de sus mejores estratagemas y selló el “Acuerdo Bicentenario”. Marcelo Ebrard salió más cabrón que bonito, adiós Mérida, felices 62 años recién cumplidos este domingo 10 de octubre.
En la intimidad… Váyanse preparando un camión para atiborrar la capital de Tamaulipas y manifestar todo el apoyo al “Truco” César Augusto Verástegui Ostos, porque si hay alguien que puede hablar de lo que firmó Marcelo Ebrard es el CAVO tamaulipeco. Ya más claro ni el agua, en Tamaulipas, Cerbero y sus allegados han trabajado para un territorio más seguro que genere inversión y estabilidad social, por allí va el Acuerdo Bicentenario, lograr un mayor dinamismo en cada una de las regiones del Estado mexicano, y por supuesto la seguridad es la prioridad, en el caso de la sorpresa de México, “con un territorio seguro, se atrae inversión que a la vez, nos lleva a mejores estadios de desarrollo para todos”, ha declaradao recientemente César Augusto Verástegui Ostos (Cavo).
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