Tras haber derribado una parte del muro metálico que protegía el Palacio Nacional, las protestantes acusaron al servicio de seguridad de haberlas rociado con gases.
Las manifestantes acusan haber sido gaseadas con un químico que lastimó sus ojos, garganta y piel cuando lograban hacer un hueco en el muro metálico alrededor del palacio nacional.
Agregan que las afectadas fueron auxiliadas por las mismas protestantes al haber presentado también síntomas como tos y vómito, fueron resguardadas en casas de campaña frente al Palacio en donde se encontraban familiares de una víctima de feminicidio en huelga de hambre.
Ante las acusaciones, las autoridades capitalinas declararon que el gas pimienta había sido lanzado no por los uniformados, si no por las manifestantes.