“No somos héroes. Simplemente es nuestro trabajo, nadie quiere que nos vean como héroes, estamos en los hospitales porque somos médicos; sólo pedimos que lleguen insumos y que la gente se cuide”, es el decir de un ginecólogo radicando en Reynosa, Tamaulipas. En la frontera de México con Estados Unidos.
Tras la aparición del Covid-19, para el mes de marzo en México, todos expresaban sus deseos y ganas de ayudar a la gente; en abril, el equipo médico del sector público y privado del país, es decir, los verdaderos encargados del frente de batalla, ya comenzaban a experimentar amenazas, represiones y el abandono de sus jefes superiores, desde Zoe Robledo, titular del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), como de Jorge Carlos Alcocer Varela, secretario de Salud del Gobierno de la República. Los del privado padecían menos problemas.
Pero la culpa no es exclusiva de esos dos personajes; los que integran el organigrama, aquellos que hacen la corrupción un cáncer poderoso, sin dejar de lado los compadrazgos, todo eso como un caldo de cultivo de virus y bacterias que mata al sector salud, contagiando y mermando el compromiso de todas las personas que trabajan en el sector salud.
Hace menos de cinco días, la Dra. Gloria Molina Gamboa, titular de la Secretaría de Salud en Tamaulipas, confirmó el contagio de 23 trabajadores en el Hospital General de Reynosa, y según ella y su equipo de colaboradores de manera muy profesional reportaron que se identificaron al menos tres fuentes de contagio: 1.- Una enfemera que su periodo de vacaciones lo vivenció entre Matamoros y Cd. Victoria, desacatando el #QuedateEnCASa. 2.- Un residente de cirugía, sin más detalles.3.- Una paciente referida del hospital materno infantil de Reynosa; sin duda bajo procolos fallidos.
Pero lo que no ha dicho la Dra. Molina Gamboa, es que previo al contagiadero, durante el brote y el periodo de sanitización al Hospital General en Reynosa, como era de esperarse, la mayoría del personal médico contratado para los “hospitales de palitos”, han venido renunciando porque no les llegó su pago; eran doctores y enfermeras contratados especialmente para “el nuevo hospital”, y de atención Covid-19, ellos sabían a lo que se exponían, sin embargo, la mayoría han renunciado, pues simplemente nunca les llegó el pago de sus honorarios, ni el equipo médico necesario para atención de pacientes portadores del virus; esto sobre todo en áreas ajenas a la del Covid, esa si está equipada, pero tampoco tienen el EPP (Equipo de Protección Especial), por tanto en el Hospital General de Reynosa, con todo y la falta histórica de personal, carencia de la que ya estaba en conocimiento de los directivos, estatales como federales, más los que han renunciado se brinda atención a los enfermos duplicando las camas y la carga laboral sin poder mejorar la calidad en la atención, ya que con tantos enfermos y camas, pero cada día con menos personal, no saben en qué va a parar todo. Y tampoco dónde quedó el dinero.
Es verdad, la corrupción no es de hoy, tampoco la inventaron Molina Gamboa, Zoe Robledo ni Alcocer Varela; el coronavirus fue como la gota que derramó el vaso, esta es una problemática de años: sin salarios justos, pero según la plantilla adecuada y completa; con un sindicato a modo del político en turno sin generar verdaderas condiciones laborales… en lo general, un hospital en México, sí en todo México lejos de cualquier cosa sólo huele a corrupción, será que los directivos se aprovechan del buen corazón que caracteriza a los doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras, camilleros y demás elementos hombres o mujeres de blanco.
Sí son un gremio pacífico, un tanto agachón unos profesionales de la salud que ocupan ser escuchados, respetados, valorados y sobre todo amados por todos.
Gracias a todos los doctores que se han manifestado a lo largo y ancho de México, durante y antes de la contingencia; sin duda, gracias a los que se manifiestan en el campo laboral dando todo su esfuerzo y más por la salud del prójimo.
Pero hoy más que nunca gracias a ti que respetas, que te quedas en casa, que te cuidas y evitas siga la proliferación de este virus que nos trae a todos de cabeza.
El agua del sur de Tamaulipas exige acciones más allá de discursos turísticos. La Laguna del Chairel recibe una bocanada de esperanza con el arranque de los Paseos Náuticos “Tancol” y la nueva mesa directiva del Patronato, pero sigue aquejada por una amenaza que no admite pausas: el pez diablo.
Esta especie invasora —Hypostomus plecostomus, originaria del Amazonas y popularmente conocida como pleco— ha sido detectada desde 2014 en sistemas lagunares como Champayán y el río Tamesí, donde pescadores reportan una notable disminución de capturas comerciales como tilapia, mojarra y carpa común, mientras el pleco gana terreno y forma colonias donde la vida nativa desaparece.
Los impactos están documentados: en la presa El Infiernillo, en Michoacán, esta especie redujo las capturas de tilapia entre 60 y 80 por ciento anualmente, afectando a 3 mil 200 pescadores y provocando pérdidas alrededor de 36 millones de pesos. LA Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), alerta que el pez diablo no solo compite por alimento y espacio, también devora huevos y larvas, daña redes de pesca y desestabiliza riberas con erosión; aunque no estábamos hablando de eso, el pez diablo y sus repercusiones evidencian la pusilanimidad del sector camaronero en Tampico, o tal vez, tienen mucha cola que les pisen como para que no alcen la voz a pesar del gran daño que les causa este animal, y la comercialización de camarones de una micro talla. Esa es otra historia.
Volvamos con la nueva directiva del Patronato, encabezada por Emilio Lobato Britz, que no puede limitarse a promocionar paseos ni a guardar silencio sobre esta amenaza. Es indispensable que, desde ya, se trace un plan estratégico que incluya monitoreo sistemático, colaboraciones con CONAPESCA, universidades, pescadores y sociedad civil. El pez diablo puede ser más que un problema biológico: bajo los esquemas adecuados podría convertirse en recurso económico útil, como carne para consumo animal, harina de pescado o incluso materia prima para artesanías o fertilizantes.
El rescate de la Laguna del Chairel requiere esa valentía ausente: no solo inauguraciones, sino acciones con horizonte y presupuesto. La fauna y la flora merecen más que cuotas visuales en redes sociales, merecen un compromiso real.
En la intimidad… En definitiva, la alcaldesa de Tampico, Mónica Villarreal inyectó energía al patronato con su presencia en la toma de protesta y el lanzamiento de “Tancol”. Esa misma energía debe transformarse en un golpe firme en la mesa, para frenar la decadencia interna. La administración local ha caído en una cena de negros pre-informe, demasiado banal para la trayectoria de la alcaldesa. Cuando los protagonistas del conflicto son familiares del gobernador Américo Villarreal Anaya, se pone en riesgo no solo a ella, sino al legado político de su familia. Andan jugando con fuego; si desgarran a la alcaldesa, estan poniendo en la mira a la mejor amiga de Tampico. No pueden permitir que intereses domésticos vandalicen años de reputación pública y trabajo político.
Se escuchan balazos cerca de casa, los vecinos comienzan a pedir auxilio y se oyen las patrullas, nadie se atreve a salir para saber qué pasa, pero tampoco resulta extraña la narrativa, pues en México nos hemos acostumbrado a estos impactos. Los titulares hablan constantemente de violencia, crímenes, mensajes amenazantes del crimen organizado, pero poco hablamos del deterioro en los espacios públicos y de lo mucho que esto podría vincularse con nuestra seguridad. En 1969 el profesor Phillip Zimbardo realizó un experimento, dejó dos vehículos abandonados en colonias distintas para probar cómo reaccionaban las personas. De primera instancia el vehículo abandonado en un barrio con condiciones precarias fue sumamente vandalizado, en cambio el segundo prevaleció intacto hasta que para el estudio se hizo un pequeño cambio: rompieron una ventana del vehículo, por lo que en poco tiempo fue igualmente dañado. El anterior experimento dio paso a otra teoría: “la teoría de las ventanas rotas”, misma que desde la criminología habla de cómo los delitos son mayores en zonas de descuido, suciedad y desorden. Es decir, la inseguridad no solo va ligada a la pobreza, sino a factores psicológicos que asociamos de alguna forma con la estética, donde aquello que se ve dañado pareciera que nos brinda el permiso de que se afecte aún más. Lo anterior podría quedar solo en teorías sin embargo hay espacios alrededor del mundo como Medellín, donde se ha hecho lo contrario, se ha invertido en cuidar de espacios públicos dando oportunidad a mejores condiciones de vida donde antes solo había caos y violencia. Conocer estos casos de éxito nos sirve para comenzar a prestar atención a nuestro entorno. ¿Cuántas calles han quedado devastadas por falta de mantenimiento? ¿Cuántos parques se han convertido en lotes baldíos o en basureros improvisados? Si bien hay una responsabilidad gubernamental, también la hay desde la colectividad social, pues hemos permitido que pequeñas grietas se incrementen dejando perder espacios que podrían ser de desarrollo y esparcimiento. La lógica es clara: un parque limpio invita a ser usado, pero uno descuidado pronto será evitado por las familias y ocupado por actividades ilícitas. Una banqueta iluminada permite caminar con confianza, mientras que la oscuridad genera miedo y abre la puerta a delitos. Lo que parece un detalle estético es, en realidad, una condición de seguridad.
El deterioro visible se convierte en un recordatorio constante de que “aquí no importa lo que pase”. Y cuando la comunidad interioriza ese mensaje, se instala un círculo vicioso: dejamos de usar los espacios, dejamos de exigir que se cuiden y dejamos que el abandono avance. Así, poco a poco, contribuimos a nuestro propio deterioro. Pero también existe la otra cara. Una comunidad que decide organizarse puede dar un giro radical a esta dinámica. No se trata de sustituir al gobierno, sino de reconocer que lo común nos pertenece y que, cuidarlo, también es nuestra responsabilidad. Hay ejemplos sencillos: vecinos que adoptan un parque, jóvenes que pintan murales en bardas antes llenas de grafiti vandálico, colonias que se coordinan para reportar luminarias fundidas o limpiar calles. Acciones pequeñas que envían un mensaje poderoso: este lugar importa. La pregunta entonces no es solo qué hará el gobierno por nosotros, sino qué estamos dispuestos a hacer nosotros por nuestro propio entorno. Porque si dejamos pasar las ventanas rotas, tarde o temprano el edificio entero se derrumba. Y en ese derrumbe, lo que perdemos no son solo paredes o banquetas, sino la confianza de vivir en comunidad. Cuidar de lo común es cuidarnos a nosotros mismos. Y si bien las balas pueden parecer lejanas a la banqueta rota o al pasto seco del parque, la verdad es que todo está conectado. La seguridad comienza en lo pequeño. Depende de que no normalicemos el abandono y de que decidamos actuar, juntos, para que nuestras calles, plazas y parques vuelvan a ser espacios de vida y no de miedo.
Se vive una transformación silenciosa pero contundente en materia deportiva. No se trata solo de colocar techumbres, rehabilitar gimnasios o modernizar canchas, sino de resignificar espacios que durante décadas fueron testigos de generaciones enteras que encontraron en la actividad física un motivo de identidad y comunidad.
Bajo el impulso del gobernador Américo Villarreal Anaya, el deporte en Tamaulipas empieza a escribir una narrativa distinta: una donde las canchas y unidades deportivas dejan de ser elefantes blancos para convertirse nuevamente en semilleros de talento, y sobre todo, en refugios de convivencia social. Un arma perfecta para el presente y futuro.
El ejemplo más reciente se observa en la remodelación de la Unidad Deportiva Adolfo Ruiz Cortines y el Gimnasio Manuel Raga Navarro, en el meritito corazón del estado, capital del mundo, son obras que parecieran simples acciones de mantenimiento, pero que en realidad son un mensaje claro: el deporte es parte de la política pública.
La capital del estado recupera así recintos emblemáticos que durante años fueron devorados por el abandono y la burocracia, y que hoy vuelven a abrirse para miles de niñas, niños, jóvenes y adultos que necesitan un espacio seguro donde canalizar su energía, construir disciplina y alejarse de los grupos criminales y riesgos de las calles.
Pero la apuesta no se queda en el basquetbol o el voleibol. La remodelación del área de Gimnasia Artística de la Unidad Deportiva Siglo XXI y la recuperación de otros espacios muestran que la estrategia va más allá de las disciplinas tradicionales. Incluso el skateboarding, que hace apenas unos años era visto con recelo, tendrá instalaciones dignas, en un reconocimiento a la diversidad del deporte y a las nuevas generaciones que lo han adoptado como estilo de vida.
El deporte adaptado también se encuentra en la agenda, con el arranque de la fase estatal rumbo a la Paralimpiada Nacional 2025. Con la mira puesta en superar el noveno lugar obtenido en la edición pasada, la apuesta es clara: que ningún deportista, sin importar sus condiciones, quede al margen del proyecto deportivo que impulsa el estado.
La ruta está trazada. Villarreal Anaya ha entendido que la reconstrucción del tejido social también pasa por ofrecer alternativas de integración, disciplina y sana convivencia, y que el deporte es un eje central en esa estrategia.
En la intimidad… En Tampico, el Ayuntamiento llevó a cabo el taller “Estrategias Prácticas en Ventas por Facebook”, un curso dirigido a emprendedores locales con el propósito de fortalecer sus habilidades digitales y potenciar la promoción de sus productos y servicios.
La presidenta municipal, Mónica Villarreal, encabezó el encuentro que reunió a más de 100 microempresarios en la Casa de la Cultura, donde se impartieron técnicas de comercialización en línea y estrategias para mejorar la presencia en redes sociales. Villarreal Anaya subrayó la relevancia de que los negocios se adapten a las nuevas tecnologías, recordando que el futuro del comercio se encuentra en las plataformas digitales y que el gobierno debe ofrecer herramientas gratuitas para que los emprendedores locales puedan competir en igualdad de condiciones. La alcaldesa Mónica Villarreal agradeció la colaboración de la empresa Pixtor en este esfuerzo conjunto, y exhortó a los asistentes a seguir aprovechando los programas municipales que incluyen apoyos como terminales bancarias gratuitas y la participación en los Mercaditos Huastecos.
El reconocimiento al rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), Dámaso Anaya Alvarado, con el Premio al Mérito Profesional 2025, entregado por la Federación de Colegios y Asociaciones de Médicos Veterinarios de México A. C. (FedMVZ), va más allá de un galardón personal. Representa la reafirmación del papel de la universidad pública como motor de transformación académica, científica y social en nuestro estado y en el país ¡claro que sí!
El secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Julio Berdegué Sacristán, encabezo la ceremonia en compañía de la presidenta de la FedMVZ, Laura Arvizu Tovar. Para Dámaso, como para Tamaulipas entero fue un momento de reconocimiento colectivo. Se destacó la importancia de los médicos veterinarios zootecnistas en la salud animal, la seguridad alimentaria y el bienestar social, y se subrayó la trayectoria de líderes como Anaya Alvarado, cuya labor ha contribuido a fortalecer el gremio y a consolidar la presencia de Tamaulipas en escenarios de alcance nacional e internacional. El rector de la UAT, en su mensaje de aceptación, dejó claro que este premio no se trata de un logro individual.
El Es, como lo señaló, la suma del trabajo cotidiano de profesores, investigadores, estudiantes y personal universitario que, desde sus trincheras, fortalecen a la institución. Este gesto coloca en el reflector un principio fundamental: las universidades públicas no son unipersonales, son organismos colectivos, y su grandeza radica en la sinergia entre todas y todos sus integrantes.
El Premio al Mérito Profesional 2025 es una de las máximas distinciones que otorga la FedMVZ. En la figura de Dámaso Anaya Alvarado se reconoce a un académico y veterinario formado en la UAT, con posgrados en Producción Animal y en Administración de Empresas Agropecuarias, que ha sembrado conocimiento como profesor en las aulas de Nutrición Animal y ha visto germinar generaciones de profesionales. Hoy, su liderazgo como rector coloca a la UAT en el mapa de la excelencia y de la innovación socialmente responsable.
El prestigio que cosecha la institución es motivo de orgullo para Tamaulipas, una entidad que necesita consolidar referentes positivos. La UAT, con este reconocimiento, se muestra como un actor que no solo educa, sino que impulsa a sus estudiantes a convertirse en agentes de cambio y que contribuye directamente al desarrollo económico, científico y social.
Entre los asistentes a la ceremonia destacaron figuras como el presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas, Homero García de la Llata; el presidente de la Unión Ganadera Regional de Tamaulipas, José Guerrero Gamboa; y el presidente del Consejo Nacional de Educación de la Medicina Veterinaria y Zootecnia, José Manuel Silva Ramos. Su presencia enmarca el alcance de este reconocimiento: una distinción que fortalece vínculos entre academia, gremio, productores y sociedad.
En la intimidad… En el sur de Tamaulipas, el alcalde de Altamira, Armando Martínez Manríquez, se mueve con gran interés en un tema poco visible pero estratégico: la gestión ante el Infonavit de al menos 10 mil de las más de 20 mil casas abandonadas o invadidas en el municipio. La intención es redistribuirlas entre hombres y mujeres altamirenses que han manifestado su deseo de regularizar la vivienda que hoy ocupan sin título legal.
Más allá de la cuestión social, la medida también tiene un trasfondo económico: permitir que el ayuntamiento cobre el consumo de agua y los impuestos locales, dotando de certeza jurídica a las familias y a la administración de ingresos adicionales.
La idea, de concretarse, podría cambiar la dinámica habitacional de una ciudad marcada por la expansión industrial y el rezago urbano, y abrir una nueva etapa en la política de vivienda municipal.